Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, proseguimos con la cuestión tan controvertida como interesante de la idea y concepto del alma, esta vez bajo el título Conciencia e inteligencia: emociones y expresiones sentimentales. Del alma animal.
CONCIENCIA E INTELIGENCIA:
EMOCIONES Y EXPRESIONES SENTIMENTALES
EMOCIONES Y EXPRESIONES SENTIMENTALES
DEL ALMA ANIMAL
Cuando Plutarco advertía: Pero nada nos conmueve de los desgraciados
animales, ni su bello colorido, ni la dulzura de su voz melodiosa, ni la
sutileza de su inteligencia, ni la limpieza de su vida, ni la vivacidad de los
sentidos y el entendimiento[1]; en
hermoso alegato en favor de la protección y conservación de los animales y la denuncia
por su maltrato y sacrificio cruel para convertirlos en alimento, cuando no en gratuito
y sádico agravio o vejación, ¿qué le llevaba a tal pronunciamiento? ¿Era una
simple empatía motivada por una confusión y acercamiento ¿ridículo?[2] de su ser –humano- hacia otro ser vivo? ¿O, acaso
estaba en lo cierto al apreciar un grado de razón comparable al humano? Cuando
de manera tan desgarradora pregunta, aun cuando el animal ya está muerto ¿por
qué comes lo que tiene alma?[3], no parece más bien que intuye (y después razona)
que lo que nos hace semejantes es la capacidad de sufrimiento, y la necesidad perentoria
de evitarlo a través de una forma común –y razonable- de anhelo y alegría de
vivir?
Esta
referencia a la conciencia animal viene al caso en razón del debate sobre el
término, concepto y realidad del alma, que vemos muchas veces como análogo al
de psique, espíritu, mente e incluso conciencia. Antes de entrar en detalle
sobre las diferentes acepciones relacionadas con el concepto de alma, interesa
traer a colación algunas aproximaciones más sobre la conciencia en los animales,
porque iremos viendo qué fundamento tiene.
Montaigne llega a la conclusión de que algunos
animales (el perro, por ejemplo) son capaces de pensamiento abstracto[4], del que daba fe a pesar de su sano escepticismo
–gozoso- manifestando, no obstante, su creencia en la bondad e inteligencia de
los animales, de hecho la proverbial cortesía
de este gentil hombre proviene de
la alegría vital observada en los animales y tantas veces reacia en los
hombres. Plinio el Viejo[5], no hubo de sentir vergüenza en su tratado de
Historia Natural, al atribuir inteligencia a muy diversos animales; la célebre
discusión entre los empiristas Locke y Berkeley sobre la capacidad de
abstracción de los animales (el primero lo negaba, el segundo afirmaba que habría de establecer la categoría animal en
virtud de su incapacidad de abstracción, con mucha sorna añadía que una muy
buena parte de los hombres debieran estar en aquella categoría inferior –animal-
si hubiéramos de atribuirle tal capacidad), todo lo cual nos lleva también a
establecer juicios sobre la naturaleza misma de la conciencia que, para el
idealismo de Berkeley, la presencia de la mente estará en Dios, en los humanos,
en los animales y otros espíritus que pueda ser pensado como que es”.
Vemos pues, incluso en las cualidades inteligentes
de los animales, que aparecen también conceptos muy diversos que nos serán
útiles, por parecer más simples en su aplicación a seres supuestamente inferiores
intelectualmente a la estirpe de los
hombres. Vemos el alma, la mente, el espíritu, la inteligencia, como acepciones
análogas semántica y etimológicamente: mens,
mentis; men (pensar) y que está estrechamente relacionada al pensamiento (pensare), y con la inteligencia (intelligentia); la conciencia (conscientia)
con + scientia (de sciere,
saber), traducida de syneidesis
–griego- (syn, con + eidesis, imaginación). El soplo vital
(alma, ánima, spiritus, de spirare, soplar), queda, en virtud de
la imaginación (–imaginatio- acción y
efecto de formar una figura mental), compendio de la imagen –imago- y la acción y el efecto, ligada, pues
a la capacidad de apercibimiento y a la conciencia. Vemos, en fin, que la
irreflexiva y poco afortunada manera de utilizar determinados términos pueden
llevar a no pocas confusiones, mas, en lo que a nosotros interesa, la idea del alma, podemos constatar ante la
insistencia en su manejo, uso y abuso e inclusión en el anuncio de su necesaria
desaparición, una realidad y una necesidad que no puede descartarse con tanta
alegría. Así, Ciorán, se encuentra en análoga tesitura, aunque no sabía cómo
sustituir al alma, con qué palabra, decía que quizá fuera hora de abolir su uso para siempre[6]. Abogamos nosotros por lo contrario, no en vano, la
sustitución de su doble, el cuerpo, soma (inanimado, sin vida, cadáver, que
significaba antaño) parece manifestarse insuficiente, acaso porque acaso,
aquella, el alma, abarca las tres
preguntas fundamentales del ser humano: vida, muerte y conciencia[7].
Lo que percibimos como conciencia, alma, umwelt[8]… en los
animales, y que casi todos los psicólogos creen que, al fin y a la postre,
somos nosotros lo que les atribuimos las cualidades de conciencia, reflexión
incompleta, porque tal vez se hace desde la óptica menos adecuada, en tanto que
sería también conveniente atender, si no es que realmente los animales no se
humanizan en muchos aspectos en el trato con el portador de la conciencia
humana y, por qué no, viceversa. Esta
contaminación no me parece discutible si observamos el comportamiento de muchos
animales domésticos. Así las cosas, ¿qué diferencia objetiva puede haber entre
una conciencia y otra, humana o no? ¿Entre un alma, con su aliento vital y
otra? Interrogantes que pueden resultar ingenuas o incluso capciosas para
algunos, pueden hacernos ver que la cuestión del alma no es en modo alguno una
cuestión periclitada. Sobre todo porque es verdad que cada vez vemos más cerca
la era posbiológica (así lo percibe también el físico teórico Paul Davis[9]), y esta visión nos muestra algo en verdad
inquietante para los detractores tanto del concepto de conciencia como el de su
presunto parentesco con al alma, máxime cuando la misma ciencia habla del
futuro de la evolución inteligente está más allá de un sustrato biológico (por
ejemplo, a través de cuerpos informáticos), e incluso físico, si somos capaces
de crear un conectoma completo[10] del contenido de nuestros cerebros y albergarlos en
una fuente, digamos, de luz láser, afirmación esta que si bien desde el dominio
de la ingeniería está lejos, no es ni mucho menos imposible desde la
perspectiva que ofrece la física. El alma como noción de conciencia intangible, viva e independiente, vuelve a la
imaginación de nuestra estirpe humana. Abundaremos sobre esta sugestiva
cuestión en próximas entradas de este blog.
Francisco
Acuyo
[1]
Plutarco: Acerca de comer carne, Los animales utilizan la razón, J.
Olañeta Edt. Barcelona, 2008.
[2] Tomás de
Aquino no reconocía alma intelectiva, sino sensitiva, Suma Teológica, Espasa Calpe, Madrid, 1982.
[3] Ibidem.
[4]
Montaigne, M. de: Ensayos, Cátedra, Madrid, 1987.
[5] Plinio el Viejo: Naturalis Historia
(Historia Natural), Gredos, Madrid, 2001.
[6] Ciorán,
E.M.: Cuadernos, Tusquets, Barcelona,
2012.
[7] Bossi,
L.: Historia natural del alma, La
balsa de la medusa, Madrid, 2008, p.16.
[8] Término
que puede entenderse como los parámetros mediante los que crea y se recrea la
realidad la realidad del mundo.
[9] Davis,
P.: Un silencio inquietante: La nueva
búsqueda de inteligencia extraterrestre), Crítica, Barcelona, 2011.
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