LA CATÁSTROFE
Y LA BENEVOLENCIA
DEL PADRE
He aquí que, cuando los
impropiamente iniciados asumen el papel del padre redentor, pero indulgente (el Estado) pero
indulgente, de forma inevitable adviene el caos. El sometimiento a su condescendencia y
misericordia es así mismo inexcusable. Es fundamental la conciliación
consciente o inconsciente con la benevolencia del padre, padre que, sustituto
positivo de Dios, acabará transformándose en el padre Estado benefactor de
todos.
Esta
ha sido y es la vía para la disipación ante los miedos de las catástrofes y
terrores de toda índole que pueblan la vida de los hombres en nuestros días,
que buscan amparo en la inmortalidad o trascendencia de su poderío. Los
mecanismos de aceptación inconsciente del individuo a la superioridad paternal
del Estado son una muestra clara de las sociedades marxistas que una vez
existieron (y en las que aún persisten).
La
manipulación del individuo está garantizada por la vasta magnitud del padre
Estado que se arraiga, más que la realidad política o social de una comunidad,
en los instintos inhibidos de sometimiento del hijo al padre sol (como diría
Campbell) en lo más profundo y subterráneo
del ser humano. El héroe paternal, ya no divino, sino vilmente profanado por el
ideólogo sin escrúpulos, es el sustento ante lo imprevisible fenoménico del
mundo que a todos aterroriza.
A
mi humilde entender, creo que todas las potencias creativas del individuo
acaban sometiéndose ante la catástrofe al arcano primero, básico que origina el
mundo, que nos es otro que el progenitor germinal del mundo, el Dios creador,
sustituido ahora por el recurso positivo y racional de la patria estado, donde
deben permanecer bajo su protección indispensable.
Este
desconocimiento de la inmensidad inconsciente de nosotros mismos es la que nos lleva a toda suerte de
sometimiento, bien institucional religioso[1],
o político e ideológico. El sentido o significado profundo que puede inferirse de las catástrofes y tragedias que
pueblan el devenir existencial del hombre, y que a pesar de todo, hace
permanecer la generatriz creativa del mundo, nos es otra que la del Ser
enigmático que anima el universo, y que en la actualidad se pretende,
torpemente, identificar con la ridiculez
interesada y codiciosa del poder político que aspira al poder paterno estatal.
El
inexcusable problema del mal en el mundo, manifiesto en estas hecatombes
siniestras que inundan nuestras vidas, trata de ser resuelto por la vía de la heroicidad supuestamente individual dirigida por la mano maestra que gobierna a los hombres en forma del
Estado, resultando, con la inhibición profunda del problema, una nueva y más
perniciosa contrariedad, la realidad de que no podemos saber la enigmática
razón o sentido del devenir y designio de los hechos que tantas veces nos
castigan injustamente y nos aterrorizan con su desafuero.
Acaso
seguimos sin entender que el verdadero héroe no es el Padre (Dios institución o la institución del
Estado), sino cada cual afrontando los terrores de su existencia, y no cae en la
cuenta de que aquellos son el espejo dónde han de mirarse para contemplar el
rostro del verdadero Padre creador y creativo, que en verdad nos mira con piedad.
Abundaremos
sobre esta y otras cuestiones en próximos post de este blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1]
Obsérvese que digo, institucional, no estrictamente religioso, ya que la
intuición de los trascendente en el ser humano es uno de los más enigmáticos sustentos
de condición particularmente humana.
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