jueves, 20 de febrero de 2025

EL MAL, AROMA DE LA NADA. EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO, DE FRANCISCO ACUYO

Para la sección Editoriales amigas, del blog Ancile. traemos un texto de reflexión que porta el título que la publicación a la que se refiere este post:  El mal, aroma de la nada, el problemas del mal en el mundo, a la sazón último libro publicado de quien suscribe estas líneas y administra este blog. Libro, digo, primorosamente editado por Polibea para su colección La espada en el ágata, y que supervisa Juan José Martín Ramos, a quien le estoy sinceramente agradecido por sus desvelos. Esta título será presentado  en la librería Picasso (Obispo Hurtado, 5) el viernes, 21 de febrero, a las 19.30 horas.
En el acto intervendrán
el editor, Juan José Martín Ramos, que acude a Granada para la ocasión; el catedrático de la Universidad de Granada, Antonio Sánchez Trigueros; y el propio autor del libro, Francisco Acuyo.



 EL MAL, AROMA DE LA NADA.

(EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO)






 

Si para Ana Arendt, una de las manifestaciones del mal en el mundo (el exterminio de judíos en la 2ª guerra mundial), no era sino una muestra evidente de la banalidad del mal en, El mal, aroma de la nada, el sufrimiento abarca un espectro mucho más amplio y se arraiga en las profundidades de la conciencia humana, no tanto en la imposición de este por otro ser humano, como en la presencia inevitable del sufrimiento en el mundo. Es este un ejercicio, en cierto modo, de ingenuidad filosófica: es un poeta el que reflexiona sobre el dolor en el universo en sus diversas y muy complejas manifestaciones.

            Para quien les habla, el sufrimiento es acaso uno de los más grandes misterios con los que tiene que confrontar la estirpe del hombre. Misterio que arraiga en los más hondo de nuestras conciencias y que, paradójicamente, habilita para la aprehensión de otros de los más extraños enigmas como es el fenómeno de la belleza. ¿Cómo pueden convivir el dolor con la realidad incontestable de la belleza manifiesta en la propia naturaleza, tan cruel, muchas veces, en el impulso creativo del artista para generar hermosura en su producto artístico, y un largo etcétera de maneras de presentarse entre tanto dolor esta apreciación consciente de la belleza?

         Conciencia, creación, dolor, belleza, aparecen vinculadas de manera extraña en nuestro tránsito existencial. El dolor parece afinar el sentido, la sensibilidad de nuestra conciencia hacia la profundidad de otros ámbitos de nuestra misma conciencia: la belleza aparece más nítida, la capacidad creativa en no pocos casos, se desborda para buscar una razón de ser, un sentido, incluso una trascendencia. El dolor nos pone alertadel supuesto exterminio de nuestras respuestas naturales del espíritu para evolucionar, crecer e incluso ser creativos ante las adversidades que, sin duda, llegan y llegarán a nuestras vidas de muy diferentes maneras. La poesía, el arte, nos enfrentan y nos inducen de manera integradora, sutil e inherente a nuestra naturaleza y, a un tiempo, transigente a las problemáticas inevitables del sufrimiento, pues nos ayudan confrontar con serenidad el devenir de todas ellas.

Aprendemos del sufrir que, la creación es acción, por lo que resulta tan eficaz y nos ayuda a mantenernos firmes en la aceptación de nuestro dolor o de nuestra felicidad.

 

Decía el poeta Novalis que, cada desastre de la naturaleza es el recuerdo de una patria superior; es por eso que el sufrimiento, en su extraña intercesión, muchas veces es el que inspira a la humanidad a hollar caminos superiores y trascendentes, acaso sea ese el significado más profundo del dolor, que es precisamente, el que fortalece la voluntad para cumplimiento de alivio o de curación.

 

Cuántas veces la ciencia ha impuesto un severo correctivo a la superstición y a la intemperancia de no pocas creencias y folclores varios, pero, antes de proseguir deberíamos hacer una seria reflexión: ¿Es cierto que la edad de los milagros ha pasado, y, por tanto, es menester que admitamos que las cosas se perfeccionan y componen y se realizan por sus propios medios obligados a la ley de la causa y el efecto? Puede que esto no esté tan claro como en el juicio de la razón científica prevalece.  Más allá de la eterna cuestión de si la vida tiene o no sentido, o si merece la pena vivirla en virtud del significado que encontremos en ella, subyace un impulso arrollador que no debe y no puede reprimirse, pues, es paralelo a la dinámica de la vida misma que se resuelve creativamente: debemos realizarnos, conformarnos, en definitiva, ser, y la senda del crecimiento creativo es esencial. Esto nos lo enseña precisamente el mal del sufrimiento.

 

La crisis de la enfermedad y toda la progenie de males que proviene y se engendran de diversas e inconscientes querellas y disensiones, pueden manifestarse en la crisis del creador dando forma a su obra, y esta, resultando auténtica catarsis con la que afrontar su trastorno o la de enfrentar la obra de arte como alivio potencial. Esta energía creativa, que puede ser terapéutica, está fundada en lo más hondo de la conciencia (concepto amplio en el que nosotros incluimos los infamantes procesos inconscientes).

Es en verdad paradójico que, con argumentos más o menos razonables, se haya dicho que el sufrimiento ha sido el que inspiró a la humanidad el sentimiento religioso. Sobre todo, cuando, por otra parte, ha sido el dolor de los justos e inocentes el argumento más utilizado para negar la existencia de Dios. De hecho, desde antaño, el sin sentido del sufrimiento, pongamos de la enfermedad, ha estado en manos de los dioses procurarlo o eliminarlo. Dicho esto, cabría reflexionar si, a día de hoy no nos ata todavía un ancestral vínculo hacia una potencial y enigmática curación natural, que sobrepuja ¿inconscientemente? sus expectativas frente al restablecimiento por mor del método netamente científico.

Este librito no pretende sino dar cuenta de la lógica del dolor y la irracionalidad del mal que, a mí, como a todo ser consciente, ha castigado mi devenir existencial, pero que también ha iluminado aspectos de la vida que permanecían inconscientes. Pero no se  llamen a engaño, si esperan ver en es este título una posición de optimismo metafísico que por cierto ridiculizaba Voltaire en su espléndido Cándido), porque en el discurso del mismo, traslucirá su presencia la angustia, la incomprensión y el sufrimiento porque están patentes y, aunque no se aceptan, sí, sin heroísmo, trato de afrontarlos con la dignidad que me da el poder y la conciencia de distinguir la capacidad de deducir un ethos, una ética, para confrontarlos y superarlos en la medida de lo posible.

No puede ser este un libro de filosofía, fundamentalmente porque no soy filósofo, ni aspira a sistemática de pensamiento alguno tras estas reflexiones, de hecho, es el fundamento poético en el que se radican todos y cada uno de estos pensamientos, aunque incidan lógicamente en el ámbito de la filosofía.

Tengo que confesar, finalmente, que, sin creyente convencido, ha sido la percepción del caos, del sinsentido, del dolor que desgarra nuestras vidas, del hundimiento nihilista más profundo, navegando sin rumbo en las procelosas aguas de la nada, donde he atisbado las hondas contradicciones del discurso racional y de los propios límites inevitables que debe afrontar la ciencia a la hora de dar respuesta a estas inquietantes preocupaciones, las me han llevado, desde su profunda sima, a intuir la luz de una trascendencia que no sé explicar sino es a través del mito y de la indagación de la poesía.

He aquí una semblanza muy resumida de lo que el lector podrá encontrar en la brevedad de estas páginas que conforman este libro y que no quieren sino ser compartidas sin ningún anhelo erudito sino más bien, profundamente poético, que es decir emocional, pero también inocentemente investido con un aura de cierta y muy ingenua trascendencia.

 

 

Francisco Acuyo

 

 

 



martes, 18 de febrero de 2025

ESPARCIMIENTOS, POR ANTONIO CARVAJAL

Para la sección de Extractos críticos del blog Ancile, traemos un texto de Antonio Carvajal y el poema  de Rosaura Álvarez,  Hotel del Duque, que Carvajal expone en versión con la amplitud necesaria, según escenario evocado y las vivencias añoradas, y todo bajo el título: Esparcimientos.



ESPARCIMIENTOS, 

POR ANTONIO CARVAJAL






En lugares muy distintos y en circunstancias diversas he leído el poema “Hotel del Duque” de Rosaura Álvarez; la más reciente ha sido la versión que Manuel Titos ofrece en Poemas para Sierra Nevada y la Alpujarra, en cuya página 509 la disposición tipográfica no mantiene los espacios que enmarcan el verso “Por sus espacios, me he perdido plena”, con lo que se angostan los lugares y los tiempos evocados, como bien sabemos por los comentarios que Antonio Sánchez Trigueros hizo al rotundo “¡No!” que Rubén Darío le dirigió al presidente yanki Teodoro Roosvelt (certero cazador con rifle), cuyos amplios blancos le pedía al poeta a Juan Ramón Jiménez que cuidara en la publicación. En la reciente edición de Una sombra, una ficción (Valladolid, Fundación Jorge Guillén, 2024), cuyo calderoniano título desmiente el vivo y no deletéreo amor que la poeta manifiesta en el poema “Nupcias” (aprovecho para recomendar con fervor la lectura de esta obra), el verso respira libremente por delante, pero queda al pie de su columna en la página 56 y el alto engarce con la p. 57 parece ir de seguido. No es así. Leí el poema por primera vez, en casa del profesor Rosario Trovato, en la pantalla del ordenador, recién recibido en Misterbianco para incrementar la selección que conforma Meriggiare, la excelente antología bilingüe publicada por Algra Editore. Esta es la versión que ofrezco para que el poema se lea con la amplitud necesaria y se esparza con toda la amplitud que requieren el escenario evocado y las vivencias añoradas. La poesía hay que editarla con minucioso amor, no es un picoteo de consumo para pajarillos atrapados en las redes, sino solaz de la mente, como el profesor Trovato marca al elegir por título esta palabra en el uso de Eugenio Montale: “meriggiare pallido e assorto”, un sestear absorto a media luz.  




EL HOTEL DEL DUQUE

(SIERRA NEVADA)

Enamorado desde niño estaba.

Su arte, nevadas cumbres, su historia

eran espejos de belleza pura

donde mirarse y ser, donde quedar.


Julio Quesada-Cañaveral y Piédrola

–amante de Granada el más fecundo–,

prócer de la nobleza, títulos ostentaba:

Duque de San Pedro de Galatino,

Conde de Benalúa, Señor de Láchar.

Con tenaz osadía, 

vida otorgó a su más hermoso sueño:

Tranvía hasta la Sierra.

En su trayecto, hotel bello y oculto,

exuberante el verde,

la vista dilatada, sonorosas

las aguas, los aromas penetrantes,

perfecta su altitud. Proximidad

convenida al gran hotel del que fuese

subsidiario: suntuoso Alhambra Palace.


Prestante, el edificio aún conserva

arquitectura exacta. Sus estancias

fastos lujosos transpiran: placeres

de molicie, esparcimientos vedados.


Por sus espacios, me he perdido plena.


Aquí y allá: recónditos jardines,

esculturas de Navas, castaños abundosos,

el nogal, los cerezos, las moreras,

un águila real meciendo cielo.

En galería principal,

retrato ilustre del Duque.


Muere la tarde. Me asiento en el porche.

Al frente, pilar en piedra tallada,

lucir de las luciérnagas; al fondo,

susurros del Genil en el Barranco.

Es junio. Un leve sopor me enajena

dejando mis sentidos transportados.

Y en dulce ensoñación desando el tiempo:


Desde el salón de baile,

de un vals llegan compases,

los efluvios de habanos,

los caldos olorosos.

Es noche de S. Juan. Bajo la luna,

intensos brillos del lamé,

charol y risas compitiendo…


El alba ya se anuncia.

Cansancio de los rostros.

En fausto carruaje, el duque se retira.

Volviendo la cabeza lo contempla,

lo sabe fiel testigo de su gloria.

Próximo un mirlo, seducido,

nostalgias canta.    


La poeta canta una nostalgia que el traductor omite porque a oídos sordos llegaría en Italia, la dedicatoria a Lolita Ibarra, amiga tan querida. 







viernes, 14 de febrero de 2025

TODO ES SIEMPRE AHORA

Abundando sobre cuestiones diversas que atañen al concepto inventado (¿giro nuevo, neologismo?) de nanidad, para la sección de Pensamiento del blog Ancile, bajo el título: Todo es siempre ahora.


TODO ES SIEMPRE AHORA



Todo es siempre ahora. Francisco Acuyo



Un intento poético célebre para significar esa intuición de la nada del silencio, pudo traducirse en una suerte de conciencia intemporal, acaso refleja en aquellos versos de Cuatro Cuartetos de cuerda:  //O digamos que el fin precede al principio // y el fin y el principio estuvieron siempre ahí // antes del principio y después del fin// y todo es siempre ahora.

Atendiendo al fenómeno de la sinestesia en la poesía, puede constatar que aquello que percibimos y creemos real puede no serlo. Se puede perder de vista lo que es o que puede que sea. No podemos afirmar con la percepción una evidencia entre la panoplia de posibilidades que abre (en su silenciosa nanidad) el verso sinestésico, en el que se diluyen o transponen los sentidos, como si ese silencio del vacío escapase a la propia conciencia personal y fuese genuina de una conciencia que personalmente no nos pertenece y que nos trasciende y no podemos siquiera nombrar, donde, en fin la sinestesia poética es satélite del silencio de la nada que disuelve ilusoriamente los lazos que creímos sensibles claramente en la existencia.

A través de la atención al fenómeno sinéstesico, paradójicamente podemos comprobar que las formas y atributos que podemos sensorialmente afirmar no son los que pudieran mostrar realmente lo primordial. Cada forma atribuida por la sensación no es más que un fantasma que impide saber realmente que es el ser que la constituye. No hay pues, constancia de objetos puros, porque lo que contemplamos no es sino un dominio de sombras que nos advierte el lenguaje poético, que indagamos en un territorio de frontera, donde ni siquiera la percepción de los sentidos se puede parcelar y cerrar en divisoria alguna. Pero también, que la diferencia de lo perceptible es la semejanza misma que conforma lo sensible. Por todo ello será que el poeta que acude a la sinestesia pone de relieve que es el silencio de la nada el que en realidad se observa, un vacío en el que se potencia lo que infinitamente puede ser conformado.


Francisco Acuyo






Eliot, T. S.: Cuatro cuartetos de cuerda, Rialp, Madrid, 1951.





Todo es siempre ahora. Francisco Acuyo


martes, 11 de febrero de 2025

SOLEDAD, SILENCIO, AUSENCIA: REFLEJOS DE LA NADA

Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevo pos en el que se reflexiona sobre la creación y el silencio de la nada, y todo bajo el título: Soledad, silencio, ausencia: reflejos de la nada.


SOLEDAD, SILENCIO, AUSENCIA: 

REFLEJOS DE LA NADA


Soledad, silencio, ausencia: reflejos de la nada. Francisco Acuyo






Es muy cierto que, cuando en ocasiones expresa el poeta sus emociones, anhelos, indagaciones íntimas…, aquello que denominamos soledad adquiere una fuerza pujante que se manifiesta necesidad mucho más que considerable, imprescindible, si es que el ejercicio creativo normalmente se realiza en una ausencia (¿de saber conceptual y lógico?) preponderante. De aquí, que me amonestaba muchas veces pensando en las relaciones de la soledad con la ausencia, con el silencio, con el vacío, con la nada. También que todas estas aproximaciones no perdían el norte de la subjetividad (que no es otra cosa que reflejo de la conciencia) y que en ella basaba sus límites y grandeza el propio ejercicio poético. Es más, el límite de lo decible poético es la certeza de un dominio inabordable que, no obstante, pertenece a la conciencia como algo que no es sino silencio, lo que es lo mismo, nada de lo que inútilmente tratamos de dialogar, y no es posible porque esa conciencia que creemos de nuestro yo, en realidad lo trasciende, con lo que la poesía, en ocasiones, excepcionalmente, nos pone en contacto. Pone aquella en evidencia que lo considerado en su realidad no son más que sombras de lo que no existe. La poesía es la negación de nuestro yo racional (sujeto al mundo de la distinción del que contempla y es contemplado, del objeto y del sujeto), pues nos sumerge en un fondo de conciencia mucho más profundo que aquel al que suponemos acceder con nuestro yo racional, porque será conciencia fuera de todo tiempo y de todo espacio.

A través de la poesía fue que supe que aquello que creía que era el ser de las cosas, no era algo evidente. Más bien al contrario. No sabía lo que era ser ni tampoco su significado, no obstante, de no poder separar mi existencia de la experiencia que deviene conciencia personal del mundo, para comprender juntamente que el Daisen (el ser ahí heideggeriano) era en verdad el silencio de la nada, pero que, a diferencia de lo que pensaba Heidegger, en realidad es pariente de una conciencia que se sitúa más allá del tiempo y del espacio fenoménicos, que es en donde se ubican todas las potencialidades de ser.



Francisco Acuyo



Soledad, silencio, ausencia: reflejos de la nada. Francisco Acuyo



jueves, 6 de febrero de 2025

ALQUIFE, HERENCIA DE UNA MIRADA UN HOMENAJE VISUAL Y EMOCIONAL AL FOTÓGRAFO Y MAESTRO FRANCISCO FERNÁNDEZ

 Nos complace compartir con nuestros seguidores, para la sección de Noticias del blog Ancile, la primicia que ofrecemos en nuestro medio y que tiene que ver con la exposición que se celebra en la sede de La Corrala de Santiago, bajo el título: Alquife, herencia de una mirada,Un homenaje visual y emocional al fotógrafo y maestro Francisco Fernández, en homenaje al maestro de la fotografía Francisco Fernández, insigne artista y entrañable amigo, a quien echamos de menos cada día. Se inaugura el 6 de febrero y durará expuesta hasta el día 9 de marzo. Está patrocinada y producida por la Corrala de Santiago y la Universidad de Granada, con la colaboración  del Centro Mediterráneo  bajo el comisariado de los profesores Francisco Sánchez Montalbán y Rafael Pérez Cano. Os invitamos desde aquí para que  busquéis un hueco y para disfrutar de una exposición fotográfica de referencia.


ALQUIFE, HERENCIA DE UNA MIRADA

UN HOMENAJE VISUAL Y EMOCIONAL

 AL FOTÓGRAFO Y MAESTRO FRANCISCO FERNÁNDEZ





Esta exposición es un homenaje visual a las Minas de Alquife (Granada) a través de los ojos de fotógrafos que, bajo la dirección de Francisco Fernández, exploraron fotográficamente este espacio con una sensibilidad única. Reúne el trabajo de 16 fotógrafos pertenecientes al Taller de Fotografía de Autor, organizado por la Facultad de Bellas Artes y el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada: Carmen Giménez, FRAMUGAL, Gregorio Cervera, José Antolín Blanco, José Irinjo, José Manuel García Montes, José Vives JOVISUR, Juan Ramón Ferreiro, Mª Ángeles Jiménez Pino, Mª Isabel Montoya, Manuel Valenciano, Mariano Hernández Sánchez, Pepa Morente Barrera, Pilar Soler Peillet, Rafael Hoces y Teresa Montellano.

La exposición incluye, además, seis fotografías tomadas por Francisco Fernández en Alquife. Estas imágenes sirven como un punto de referencia y de fuente de inspiración para los componentes de este grupo. Francisco Fernández fue mucho más que un maestro; fue inspiración en el arte de captar lo esencial de la vida a través de la fotografía. Por eso, esta exposición quiere mostrar el alma de las minas de Alquife, a través de su legado y hablar de la memoria de un lugar que ha sido tan significativo en la historia de la región. El proyecto nace con esta idea de capturar emocionalmente la grandeza industrial y la dimensión humana del lugar para rescatar historias ocultas en los detalles o en las diferentes formas de mirar y expresar fotográficamente.

Las Minas de Alquife son un lugar emblemático y simbólico del auge industrial y todavía hoy se percibe lo que fue su importante proceso de transformación en la comarca, pero, a la vez, es también un lugar donde el tiempo parece haberse detenido y donde los fotógrafos encuentran motivos para reflexionar sobre el pasado y, sobre todo, descubrir narrativas en los vestigios de su memoria, en las historias de los hombres y mujeres que allí trabajaron y vivieron. Aunque cada fotógrafo ha tenido un enfoque propio, todos han compartido una voluntad común: dar testimonio de un pasado que sigue vivo en las fotografías y en la historia que cuentan.





Francisco Fernández, por Javier Leal




martes, 4 de febrero de 2025

PARA MIGUEL RODRÍGUEZ ACOSTA: EN EL CORAZÓN DEL BOSCO

Recuperamos para la sección de Poesía del blog Ancile, el poema intitulado: En el corazón del Bosco, que en su día dedicamos al recientemente desaparecido artista Miguel Rodríguez Acosta, y que en homenaje suyo traemos para la ocasión.


PARA MIGUEL RODRÍGUEZ ACOSTA: 

EN EL CORAZÓN DEL BOSCO



Para Miguel Rodríguez Acosta: En el corazón del Bosco, Francisco Acuyo
Miguel Rodríguez Acosta, en su estudio de la Fundación



pse dixit et facta sunt
Ipse mandavit et creata sunt

Salmos, 198,5


A Miguel Rodríguez Acosta



   LIRIO finge y alhelí
febril la fantasía,
si del jardín no artífice
desliz de su delicia.

   Finge la adormidera
sopor: casi ceniza,
de una llama que sueño
fue de la nieve y vida.

   Rosa dicen y nardo
y magnolia y glicínea,
injurias de la carne
son, si alma en sus caricias.

   Demoñuelos, quimeras,
brujas y sabandijas;
retruécanos, proverbios
en herético clima;

   si burla es delirante,
de bestias dinastía,
y deleites sulfúreos
su horno de ígnea alquimia.

   EL tormento del réprobo
en la grisalla pinta
para la iglesia (nunca
sinagoga judía),

   ingeniosos caprichos
cuyas figuras híbridas
en el aqua vitae
se cuecen renacidas,

   potajes y guisados
sermón híbrido pintan,
sueños de la razón
sobre la imagen bíblica

   que en los celajes del óleo
sus monstruos exorciza.
La piel de la pintura
una luz acaricia

   con temple musical;
la sombra ya matiza
el color de una música
que en el lienzo se irisa.

   Busco el significado
de la esfera perspicua
en cuya transparencia
invisible designa

   satirizante espíritu,
macabro moralista
que en el séptimo sello
del Dante se ensimisma.


*

   Tu admonición es clara
sobre el oscuro enigma
que el: cave, cave dus vide,
panóptico nos mira.

   Tabla de vana gloria
en bruma apocalíptica
que del kermes central
arde panoplia críptica,

   o infierno musical
que el color adamita
figura sobre un fondo
que ymago mundis pinta.

   Viste del más allá
la filiación divina,
y en la luz del empíreo
la sombra antagonista.

   Satanás de la verde
mirada que, entre víboras,
escuerzos y dragones
la Comedia Divina

   de la visio tundali,
en sus paneles tizna
vívidos, sobre un orbe
que el mundo totaliza.
   Penitentes, esfinges…
en cromática orgía
no al adepto en su rito
ultraterreno inicia;

   el refrán y el proverbio
son la topografía
de un pasaje que el tiempo
en el espacio estira.

   Un ángel, entre tanto,
por el jardín omnímoda
forma niega o concede
según cambiar le incita:

   entre figuras varias
la luz se reconcilia
para la sombra en  alma
lejana cercanía.

   El ángel, lirio entonces,
del fuego la delicia
hizo, si del jardín
no, de la ígnea ceniza:

   vio en el jardín acaso
otro ángel que escribía
sobre las azucenas
coloreada una rima:

   bate la eternidad
corriente infinita
en playa cuyas arenas
son del tiempo la orilla.




Francisco Acuyo 



Para Miguel Rodríguez Acosta: En el corazón del Bosco, Francisco Acuyo


martes, 28 de enero de 2025

RITUALES Y CALÉNDULAS, DE ALBERT TORÉS

 Traemos para la sección de Editoriales amigas del blog Ancile, la primicia editorial de Corona del Sur, de Málaga, esta vez bajo el título de, Rituales y Caléndulas, del poeta Albert Torés. Consta de una muestra de algunos de los poemas extraídos de dicho título para la ocasión por el propio autor para esta entrada que presentamos. Exquisita colección la de esta editorial que recomendamos a nuestros lectores y especialmente este poemario de Albert Torés, que no tiene desperdicio.


 RITUALES Y CALÉNDULAS, 

DE ALBERT TORÉS



Rituales y Caléndulas, Albert Torés





Os lo reconfirmo. Amar las trece sílabas

era propósito de esta tetralogía,

rituales y caléndulas cierran mi día,

abriendo mundo al espacio-tiempo del alma.

 

 

Rituales y Caléndulas, Albert Torés


 

Sobre los puentes del mundo entero, la vida

busca concordias, armonías y caléndulas

para gozar el mínimo instante, farándula

y sombras que batallamos con menos prisa.

 

Por rubias avenidas revive la música,

la eterna disputa del amor por caléndulas

y rituales, sus pasillos, lo que retumba

en la memoria. Todo sostiene la dicha.

 

Por frágiles caléndulas de nácar, sueño

asimetría en poesía, los espejos

como lúgubres células del verde oxígeno

de páginas, sílabas y textos que adueño.

 

Amar por selvas esmeraldas, por colinas

donde los contrarios se hacen uno, soñando

templos desiguales, caléndulas de rododendro:

Amar, solo amar podría ser nuestra vida.

 

 

Rituales y Caléndulas, Albert Torés


 

Si la muerte no fuera esperada, sería

secreto receloso, furiosa ballesta,

quizá memoria gaseosa, las certeras

flechas por las que nuestra vida perdería.

 

Con las tramas del tiempo articulo carpetas,

pieles tatuadas, santos lugares en ciernes

que devoramos como si fuéramos sierpe

en celo gestando los más coléricos pensamientos.

 

 

 

Rituales y Caléndulas, Albert Torés


 

Trenzar el vuelo de los pájaros coléricos,

sueños que no se rematan con las sonrisas

de la victoria. Todo un mundo en falsa lista

que nos empuja al mismo filo del abismo.

 

Como felino sin condiciones, me graba

su mirada con aire soñador, que dando

fijeza a las metamorfosis, los encantos

prenden llama que tiempo poco queda o nada.

 

Cafeinizando puertas, vientos y pantallas,

retomas el acontecer de las cosas. Resto

sufrimiento, pongo trabajo y vive el texto.

Lo demás será forzosamente la nada.



Albert Torés

 


Rituales y Caléndulas, Albert Torés