martes, 4 de marzo de 2025

SI NO VEO MI ROSTRO, DE JUAN JOSÉ MARTÍN RAMOS

Para la sección de Editoriales amigas del blog Ancile, traemos un nuevo post dedicado al libro, Si no veo mi rostro, de mi querido amigo, editor, poeta y escritor,  Juan José Martín Ramos. Promotor de esa editorial madrileña  admirable en todos los sentidos, Polibea. Incluye en ella este título en su colección, El levitador, cuya cifra capicúa (palíndromo singular) 101,  augura signos de venturosa bonanza a esta iniciativa editorial. Traemos para la ocasión un breve fragmento de las palabras preliminares de José Ángel Cilleruelo, que pueden servir de óptima semblanza de nuestro autor. Decir, que este un libro de aforismos (recogemos una brevísima muestra)  que en verdad no tiene desperdicio y recomendamos vivamente desde nuestro blog, porque hará las delicias del lector inteligente y del amante del ingenio que exige este género tan particular.



SI NO VEO MI ROSTRO, 

DE JUAN JOSÉ MARTÍN RAMOS








ANTES de empezar a leer Si no veo mi rostro, tal vez merezca la pena evocar los diversos rostros de Juan José Martín Ramos (1961). Filólogo de formación, entre las opciones que la historia literaria le ofrecía al joven estudioso, detuvo la mirada en el Modernismo desde el principio. Leyó los poetas celebrados y descubrió otros en viejas ediciones cen­tenarias. Con el tiempo alcanzó a rescatar algunas páginas en el olvido de los periódicos de la época, reflexionó sobre sus secretos y las editó con primor.

El impulso que le animaba a estas tareas filológicas poco a poco le fue alejando de la figura del erudito impasible para conducirle hacia el espejo que mismo. Quiero decir, en sus lecturas y devociones literarias Juanjo Martín Ramos fue desvelándose. Su admirado Joris- Karl Huysmans (1848-1907) le había ofrecido, en La-Bas, la clave de bóveda del proceso. Lo supo cuando le escuchó decir que todos los fin de siglo se parecen. Y el joven Juanjo, por espíritu y vocación, se descubrió finisecular. Y en el espejo modernista aprendió el difícil arte de fundir opuestos: locura y elegancia, exceso y contención, belleza y sabiduría. Características que se pueden rastrear en todo lo que firma, sea un texto creativo o la cubierta de un libro en proceso de edición. Uno de los poemas fundacionales de su obra arranca con un principio amoroso alzado sobre un inquietante oxímoron: «Esta es la historia de dos personas que están juntas pero hacen y dicen cosas que las separan».




AFORISMOS



La vida transcurre sin mí.


*



A mí me ha tocado ser yo.


*



Cuando el intruso no es el otro.


*



La vida entendida como memorial de agravios.


*


¿Para qué vivir en un amor nuevo la inevitable vieja rutina?


*


Bien mirado, entre las fechas de nacimiento y muerte de una persona, el pequeño guión que las separa es toda la vida.


*


Cultivamos la desgracia con fervor acólito.


*



Le gustaba la Gramática como extensión de su propio orden obsesivo.


*


Cuando alguien dice «dios» yo pienso en el horóscopo.





Juan José Martín Ramos







viernes, 28 de febrero de 2025

UNA SOMBRA, UNA FICCIÓN, DE ROSAURA ÁLVAREZ

Bajo el título, Una sombra, una ficción, que es el mismo del último libro editado por nuestra querida amiga y admirada poeta Rosaura Álvarez, traemos un nuevo post para la sección, Editoriales amigas, del blog Ancile. Título editado impecablemente por la editorial de la Fundación Jorge Guillén de Valladolid, para su colección Cortaelaire, en su número 90, y que desde aquí recomendamos por la excelsitud de sus poemas y por la primorosa edición con la que nos acostumbra esta querida editorial vallisoletana. Una brevísima muestra damos con estos pocos pero hermosos poemas.






UNA SOMBRA, UNA FICCIÓN, 

DE ROSAURA ÁLVAREZ



ATARDECIDA


 
Porque le hurta la tarde
 lo que dice la mañana.

Luis de Góngora


 
 
Como espesa humareda en mi retina
que no me deja ver lo ya vivido
y fuese todo un lienzo desvaído
donde el trazo de nada se adivina.

Como orquesta que infausta desafina,
olvidadas las magias del sonido
de un tiempo que es pasado y pulso herido,
de un presente abocado a toda ruina.

Mas tengo los sentidos tan abiertos
al goce de la luz, al suave tacto
de las rosas, el tono en dulcedumbre
 
de una voz..., que hago duelo los inciertos
y es abismo sin fondo el día exacto
en que mude mi tarde a podredumbre.








TIEMPO ANIQUILADO
(GLOSA)




Impresión de Tigres en el jardín
 de Antonio Carvajal



«Al tiempo aniquilado de la quieta hermosura»
me entrego. Puede tanto la palabra ignescente
que me quemo en su llama, mas déjame fulgente
 el pasmo de tu verbo, sin sombra ni fisura.

Después, es un silencio de laurel en altura
que solo el ave sabe —clausurada la fuente
que mana de tu mano — , pues no puede la mente
penetrar ardimientos de amor con su cordura.








RITUALES




Para José Manuel Ruiz

Así ruedan los días, alrededor de un gesto.

Rafael Juárez



Cada mañana, me levanto
solícita por un quehacer que oficie
el culto sacro de saber que existo,
disponiendo para ello
los viejos medios superlativos:
memoria, entendimiento, voluntad,
que, sumisos, ayudan
al cotidiano menester:
arreglos del jardín,
paseos alhambreños,
por algunas desposeídas horas
guisados de manjares deliciosos
o, en lirismo endiosado,
leer a Proust o a Juan Ramón,
manchar con lunas de mis noches
los lienzos impolutos;
en el crepúsculo, por la nostalgia,
— sobre piano antiguo — , 
ensoñaciones de Granados.
Y en álgido esplender de mi silencio
—huyendo de mi propia muerte —
 buscar el verso puro
 que nunca encontraré.





ALTOS MUROS



Para Francisco Acuyo



Muros..., mis altos muros,
mis altas tapias, sois
cerrazón en la carne;
la no luz que enceguece 
y duele, y a tientas camino
con ulcerado tacto, sin
saberme,
                  sin saberos,
                                sin saber.




Rosaura Álvarez















martes, 25 de febrero de 2025

ANTIKARIA, POR MANUEL VERGARA CARVAJAL

 Para la sección De juicios y apotegmas del blog Ancile, traemos una reflexión harto interesante de nuestro querido amigo,, Manuel Vergara Carvajal, escritor y poeta que intitula este apunte como Antikaria.


ANTIKARIA,

 POR MANUEL VERGARA CARVAJAL






  No puede uno sino darle la razón al arqueólogo municipal, Manuel Romero, cuando te resume el tema de su especialidad diciendo: “los romanos eran como nosotros”. La mejor prueba de ello, quiere uno pensar -y esto será a primera vista poco académico-, es que aún nos gustan las mismas. La Venus de Antequera (decir “de la estación” suena a renfe) es lo más exquisito que guarda el MVCA: está muy lejos de ser un retrato realista al estilo romano; es la expresión plástica de una “idea” en el sentido de modelo ideal, eterno e inmutable (canon), tal como lo teorizó Platón.

  Poner semejante figura en la isleta de un jardín inundado hace de la Villa de la Estación algo diferente a un pretencioso chalet por cuyo césped retozaran los siete enanitos: El orgulloso dueño romano (Dominus) de semejante “domus” podría ser todo lo rico en olivos que se quisiera, pero se remite modestamente a los griegos -pueblo conquistado por Roma tres o cuatro siglos atrás- como a sus auténticos maestros.

  A nosotros, veinte siglos después, nos siguen gustando esas crenchas de pelo levemente ondulado, la mirada melancólica, nariz recta, boca entreabierta, barbilla voluntariosa. Esto es así porque, a través de Roma… venimos  de padres griegos. Nunca se dirá lo bastante la importancia de este hecho: “La tarea de la cultura, quiero decir de la cultura antigua, es esencialmente una operación de nutrición” (Charles Péguy). Es como mirar,  en las viejas fotos de familia, desde qué raíces crecemos.



              Antequera 17/2/2025     Manuel Vergara Carvajal




               





 

jueves, 20 de febrero de 2025

EL MAL, AROMA DE LA NADA. EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO, DE FRANCISCO ACUYO

Para la sección Editoriales amigas, del blog Ancile. traemos un texto de reflexión que porta el título que la publicación a la que se refiere este post:  El mal, aroma de la nada, el problemas del mal en el mundo, a la sazón último libro publicado de quien suscribe estas líneas y administra este blog. Libro, digo, primorosamente editado por Polibea para su colección La espada en el ágata, y que supervisa Juan José Martín Ramos, a quien le estoy sinceramente agradecido por sus desvelos. Esta título será presentado  en la librería Picasso (Obispo Hurtado, 5) el viernes, 21 de febrero, a las 19.30 horas.
En el acto intervendrán
el editor, Juan José Martín Ramos, que acude a Granada para la ocasión; el catedrático de la Universidad de Granada, Antonio Sánchez Trigueros; y el propio autor del libro, Francisco Acuyo.



 EL MAL, AROMA DE LA NADA.

(EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO)






 

Si para Ana Arendt, una de las manifestaciones del mal en el mundo (el exterminio de judíos en la 2ª guerra mundial), no era sino una muestra evidente de la banalidad del mal en, El mal, aroma de la nada, el sufrimiento abarca un espectro mucho más amplio y se arraiga en las profundidades de la conciencia humana, no tanto en la imposición de este por otro ser humano, como en la presencia inevitable del sufrimiento en el mundo. Es este un ejercicio, en cierto modo, de ingenuidad filosófica: es un poeta el que reflexiona sobre el dolor en el universo en sus diversas y muy complejas manifestaciones.

            Para quien les habla, el sufrimiento es acaso uno de los más grandes misterios con los que tiene que confrontar la estirpe del hombre. Misterio que arraiga en los más hondo de nuestras conciencias y que, paradójicamente, habilita para la aprehensión de otros de los más extraños enigmas como es el fenómeno de la belleza. ¿Cómo pueden convivir el dolor con la realidad incontestable de la belleza manifiesta en la propia naturaleza, tan cruel, muchas veces, en el impulso creativo del artista para generar hermosura en su producto artístico, y un largo etcétera de maneras de presentarse entre tanto dolor esta apreciación consciente de la belleza?

         Conciencia, creación, dolor, belleza, aparecen vinculadas de manera extraña en nuestro tránsito existencial. El dolor parece afinar el sentido, la sensibilidad de nuestra conciencia hacia la profundidad de otros ámbitos de nuestra misma conciencia: la belleza aparece más nítida, la capacidad creativa en no pocos casos, se desborda para buscar una razón de ser, un sentido, incluso una trascendencia. El dolor nos pone alertadel supuesto exterminio de nuestras respuestas naturales del espíritu para evolucionar, crecer e incluso ser creativos ante las adversidades que, sin duda, llegan y llegarán a nuestras vidas de muy diferentes maneras. La poesía, el arte, nos enfrentan y nos inducen de manera integradora, sutil e inherente a nuestra naturaleza y, a un tiempo, transigente a las problemáticas inevitables del sufrimiento, pues nos ayudan confrontar con serenidad el devenir de todas ellas.

Aprendemos del sufrir que, la creación es acción, por lo que resulta tan eficaz y nos ayuda a mantenernos firmes en la aceptación de nuestro dolor o de nuestra felicidad.

 

Decía el poeta Novalis que, cada desastre de la naturaleza es el recuerdo de una patria superior; es por eso que el sufrimiento, en su extraña intercesión, muchas veces es el que inspira a la humanidad a hollar caminos superiores y trascendentes, acaso sea ese el significado más profundo del dolor, que es precisamente, el que fortalece la voluntad para cumplimiento de alivio o de curación.

 

Cuántas veces la ciencia ha impuesto un severo correctivo a la superstición y a la intemperancia de no pocas creencias y folclores varios, pero, antes de proseguir deberíamos hacer una seria reflexión: ¿Es cierto que la edad de los milagros ha pasado, y, por tanto, es menester que admitamos que las cosas se perfeccionan y componen y se realizan por sus propios medios obligados a la ley de la causa y el efecto? Puede que esto no esté tan claro como en el juicio de la razón científica prevalece.  Más allá de la eterna cuestión de si la vida tiene o no sentido, o si merece la pena vivirla en virtud del significado que encontremos en ella, subyace un impulso arrollador que no debe y no puede reprimirse, pues, es paralelo a la dinámica de la vida misma que se resuelve creativamente: debemos realizarnos, conformarnos, en definitiva, ser, y la senda del crecimiento creativo es esencial. Esto nos lo enseña precisamente el mal del sufrimiento.

 

La crisis de la enfermedad y toda la progenie de males que proviene y se engendran de diversas e inconscientes querellas y disensiones, pueden manifestarse en la crisis del creador dando forma a su obra, y esta, resultando auténtica catarsis con la que afrontar su trastorno o la de enfrentar la obra de arte como alivio potencial. Esta energía creativa, que puede ser terapéutica, está fundada en lo más hondo de la conciencia (concepto amplio en el que nosotros incluimos los infamantes procesos inconscientes).

Es en verdad paradójico que, con argumentos más o menos razonables, se haya dicho que el sufrimiento ha sido el que inspiró a la humanidad el sentimiento religioso. Sobre todo, cuando, por otra parte, ha sido el dolor de los justos e inocentes el argumento más utilizado para negar la existencia de Dios. De hecho, desde antaño, el sin sentido del sufrimiento, pongamos de la enfermedad, ha estado en manos de los dioses procurarlo o eliminarlo. Dicho esto, cabría reflexionar si, a día de hoy no nos ata todavía un ancestral vínculo hacia una potencial y enigmática curación natural, que sobrepuja ¿inconscientemente? sus expectativas frente al restablecimiento por mor del método netamente científico.

Este librito no pretende sino dar cuenta de la lógica del dolor y la irracionalidad del mal que, a mí, como a todo ser consciente, ha castigado mi devenir existencial, pero que también ha iluminado aspectos de la vida que permanecían inconscientes. Pero no se  llamen a engaño, si esperan ver en es este título una posición de optimismo metafísico que por cierto ridiculizaba Voltaire en su espléndido Cándido), porque en el discurso del mismo, traslucirá su presencia la angustia, la incomprensión y el sufrimiento porque están patentes y, aunque no se aceptan, sí, sin heroísmo, trato de afrontarlos con la dignidad que me da el poder y la conciencia de distinguir la capacidad de deducir un ethos, una ética, para confrontarlos y superarlos en la medida de lo posible.

No puede ser este un libro de filosofía, fundamentalmente porque no soy filósofo, ni aspira a sistemática de pensamiento alguno tras estas reflexiones, de hecho, es el fundamento poético en el que se radican todos y cada uno de estos pensamientos, aunque incidan lógicamente en el ámbito de la filosofía.

Tengo que confesar, finalmente, que, sin creyente convencido, ha sido la percepción del caos, del sinsentido, del dolor que desgarra nuestras vidas, del hundimiento nihilista más profundo, navegando sin rumbo en las procelosas aguas de la nada, donde he atisbado las hondas contradicciones del discurso racional y de los propios límites inevitables que debe afrontar la ciencia a la hora de dar respuesta a estas inquietantes preocupaciones; sí estas son las que las me han llevado, desde su profunda sima, a intuir la luz de una trascendencia que no sé explicar sino es a través del mito y de la indagación de la poesía.

He aquí una semblanza muy resumida de lo que el lector podrá encontrar en la brevedad de estas páginas que conforman este libro y que no quieren sino ser compartidas sin ningún anhelo erudito sino más bien, profundamente poético, que es decir emocional, pero también inocentemente investido con un aura de cierta y muy ingenua trascendencia.

 

 

Francisco Acuyo

 

 

 



martes, 18 de febrero de 2025

ESPARCIMIENTOS, POR ANTONIO CARVAJAL

Para la sección de Extractos críticos del blog Ancile, traemos un texto de Antonio Carvajal y el poema  de Rosaura Álvarez,  Hotel del Duque, que Carvajal expone en versión con la amplitud necesaria, según escenario evocado y las vivencias añoradas, y todo bajo el título: Esparcimientos.



ESPARCIMIENTOS, 

POR ANTONIO CARVAJAL






En lugares muy distintos y en circunstancias diversas he leído el poema “Hotel del Duque” de Rosaura Álvarez; la más reciente ha sido la versión que Manuel Titos ofrece en Poemas para Sierra Nevada y la Alpujarra, en cuya página 509 la disposición tipográfica no mantiene los espacios que enmarcan el verso “Por sus espacios, me he perdido plena”, con lo que se angostan los lugares y los tiempos evocados, como bien sabemos por los comentarios que Antonio Sánchez Trigueros hizo al rotundo “¡No!” que Rubén Darío le dirigió al presidente yanki Teodoro Roosvelt (certero cazador con rifle), cuyos amplios blancos le pedía al poeta a Juan Ramón Jiménez que cuidara en la publicación. En la reciente edición de Una sombra, una ficción (Valladolid, Fundación Jorge Guillén, 2024), cuyo calderoniano título desmiente el vivo y no deletéreo amor que la poeta manifiesta en el poema “Nupcias” (aprovecho para recomendar con fervor la lectura de esta obra), el verso respira libremente por delante, pero queda al pie de su columna en la página 56 y el alto engarce con la p. 57 parece ir de seguido. No es así. Leí el poema por primera vez, en casa del profesor Rosario Trovato, en la pantalla del ordenador, recién recibido en Misterbianco para incrementar la selección que conforma Meriggiare, la excelente antología bilingüe publicada por Algra Editore. Esta es la versión que ofrezco para que el poema se lea con la amplitud necesaria y se esparza con toda la amplitud que requieren el escenario evocado y las vivencias añoradas. La poesía hay que editarla con minucioso amor, no es un picoteo de consumo para pajarillos atrapados en las redes, sino solaz de la mente, como el profesor Trovato marca al elegir por título esta palabra en el uso de Eugenio Montale: “meriggiare pallido e assorto”, un sestear absorto a media luz.  




EL HOTEL DEL DUQUE

(SIERRA NEVADA)

Enamorado desde niño estaba.

Su arte, nevadas cumbres, su historia

eran espejos de belleza pura

donde mirarse y ser, donde quedar.


Julio Quesada-Cañaveral y Piédrola

–amante de Granada el más fecundo–,

prócer de la nobleza, títulos ostentaba:

Duque de San Pedro de Galatino,

Conde de Benalúa, Señor de Láchar.

Con tenaz osadía, 

vida otorgó a su más hermoso sueño:

Tranvía hasta la Sierra.

En su trayecto, hotel bello y oculto,

exuberante el verde,

la vista dilatada, sonorosas

las aguas, los aromas penetrantes,

perfecta su altitud. Proximidad

convenida al gran hotel del que fuese

subsidiario: suntuoso Alhambra Palace.


Prestante, el edificio aún conserva

arquitectura exacta. Sus estancias

fastos lujosos transpiran: placeres

de molicie, esparcimientos vedados.


Por sus espacios, me he perdido plena.


Aquí y allá: recónditos jardines,

esculturas de Navas, castaños abundosos,

el nogal, los cerezos, las moreras,

un águila real meciendo cielo.

En galería principal,

retrato ilustre del Duque.


Muere la tarde. Me asiento en el porche.

Al frente, pilar en piedra tallada,

lucir de las luciérnagas; al fondo,

susurros del Genil en el Barranco.

Es junio. Un leve sopor me enajena

dejando mis sentidos transportados.

Y en dulce ensoñación desando el tiempo:


Desde el salón de baile,

de un vals llegan compases,

los efluvios de habanos,

los caldos olorosos.

Es noche de S. Juan. Bajo la luna,

intensos brillos del lamé,

charol y risas compitiendo…


El alba ya se anuncia.

Cansancio de los rostros.

En fausto carruaje, el duque se retira.

Volviendo la cabeza lo contempla,

lo sabe fiel testigo de su gloria.

Próximo un mirlo, seducido,

nostalgias canta.    


La poeta canta una nostalgia que el traductor omite porque a oídos sordos llegaría en Italia, la dedicatoria a Lolita Ibarra, amiga tan querida. 







viernes, 14 de febrero de 2025

TODO ES SIEMPRE AHORA

Abundando sobre cuestiones diversas que atañen al concepto inventado (¿giro nuevo, neologismo?) de nanidad, para la sección de Pensamiento del blog Ancile, bajo el título: Todo es siempre ahora.


TODO ES SIEMPRE AHORA



Todo es siempre ahora. Francisco Acuyo



Un intento poético célebre para significar esa intuición de la nada del silencio, pudo traducirse en una suerte de conciencia intemporal, acaso refleja en aquellos versos de Cuatro Cuartetos de cuerda:  //O digamos que el fin precede al principio // y el fin y el principio estuvieron siempre ahí // antes del principio y después del fin// y todo es siempre ahora.

Atendiendo al fenómeno de la sinestesia en la poesía, puede constatar que aquello que percibimos y creemos real puede no serlo. Se puede perder de vista lo que es o que puede que sea. No podemos afirmar con la percepción una evidencia entre la panoplia de posibilidades que abre (en su silenciosa nanidad) el verso sinestésico, en el que se diluyen o transponen los sentidos, como si ese silencio del vacío escapase a la propia conciencia personal y fuese genuina de una conciencia que personalmente no nos pertenece y que nos trasciende y no podemos siquiera nombrar, donde, en fin la sinestesia poética es satélite del silencio de la nada que disuelve ilusoriamente los lazos que creímos sensibles claramente en la existencia.

A través de la atención al fenómeno sinéstesico, paradójicamente podemos comprobar que las formas y atributos que podemos sensorialmente afirmar no son los que pudieran mostrar realmente lo primordial. Cada forma atribuida por la sensación no es más que un fantasma que impide saber realmente que es el ser que la constituye. No hay pues, constancia de objetos puros, porque lo que contemplamos no es sino un dominio de sombras que nos advierte el lenguaje poético, que indagamos en un territorio de frontera, donde ni siquiera la percepción de los sentidos se puede parcelar y cerrar en divisoria alguna. Pero también, que la diferencia de lo perceptible es la semejanza misma que conforma lo sensible. Por todo ello será que el poeta que acude a la sinestesia pone de relieve que es el silencio de la nada el que en realidad se observa, un vacío en el que se potencia lo que infinitamente puede ser conformado.


Francisco Acuyo






Eliot, T. S.: Cuatro cuartetos de cuerda, Rialp, Madrid, 1951.





Todo es siempre ahora. Francisco Acuyo


martes, 11 de febrero de 2025

SOLEDAD, SILENCIO, AUSENCIA: REFLEJOS DE LA NADA

Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevo pos en el que se reflexiona sobre la creación y el silencio de la nada, y todo bajo el título: Soledad, silencio, ausencia: reflejos de la nada.


SOLEDAD, SILENCIO, AUSENCIA: 

REFLEJOS DE LA NADA


Soledad, silencio, ausencia: reflejos de la nada. Francisco Acuyo






Es muy cierto que, cuando en ocasiones expresa el poeta sus emociones, anhelos, indagaciones íntimas…, aquello que denominamos soledad adquiere una fuerza pujante que se manifiesta necesidad mucho más que considerable, imprescindible, si es que el ejercicio creativo normalmente se realiza en una ausencia (¿de saber conceptual y lógico?) preponderante. De aquí, que me amonestaba muchas veces pensando en las relaciones de la soledad con la ausencia, con el silencio, con el vacío, con la nada. También que todas estas aproximaciones no perdían el norte de la subjetividad (que no es otra cosa que reflejo de la conciencia) y que en ella basaba sus límites y grandeza el propio ejercicio poético. Es más, el límite de lo decible poético es la certeza de un dominio inabordable que, no obstante, pertenece a la conciencia como algo que no es sino silencio, lo que es lo mismo, nada de lo que inútilmente tratamos de dialogar, y no es posible porque esa conciencia que creemos de nuestro yo, en realidad lo trasciende, con lo que la poesía, en ocasiones, excepcionalmente, nos pone en contacto. Pone aquella en evidencia que lo considerado en su realidad no son más que sombras de lo que no existe. La poesía es la negación de nuestro yo racional (sujeto al mundo de la distinción del que contempla y es contemplado, del objeto y del sujeto), pues nos sumerge en un fondo de conciencia mucho más profundo que aquel al que suponemos acceder con nuestro yo racional, porque será conciencia fuera de todo tiempo y de todo espacio.

A través de la poesía fue que supe que aquello que creía que era el ser de las cosas, no era algo evidente. Más bien al contrario. No sabía lo que era ser ni tampoco su significado, no obstante, de no poder separar mi existencia de la experiencia que deviene conciencia personal del mundo, para comprender juntamente que el Daisen (el ser ahí heideggeriano) era en verdad el silencio de la nada, pero que, a diferencia de lo que pensaba Heidegger, en realidad es pariente de una conciencia que se sitúa más allá del tiempo y del espacio fenoménicos, que es en donde se ubican todas las potencialidades de ser.



Francisco Acuyo



Soledad, silencio, ausencia: reflejos de la nada. Francisco Acuyo