En este caso mostramos la parte tercera entorno a las reflexiones sobre el discurso de Claude Levi-Strauss en referencia a su obra El pensamiento salvaje, y de lo que pudiere inferirse de su pensamiento en referencia al ámbito del discurso, dinámica y estructura de la poesía.
SENTIDO Y POESÍA
NO VENDRÍA NADA MAL A estas alturas de nuestra exposición concertar con aquel que, de manera más o menos asidua, toma contacto con el fenómeno poético, bien como lector, bien como (inopinado e ingenuo) estudioso, pues la poesía no es sólo un vehículo de afectividad donde creer equivocadamente donde «las ideas claras pueden nacer de emociones confusas»;(36) es en este punto donde creemos que la «lógica poética» debe ser atendida, pero más allá de aquella dialéctica tradicional que ofrece una oposición entre el pensamiento estrictamente lógico y el pensamiento que impulsa la idea poética (¿acaso de manera similar a como se inquiere a través del el mito?) como una suerte de «ciencia de la parodoja»,(37) cuyas unidades epistemológicas vienen a operar, a nuestro juicio, en un nivel superior al lingüístico, y que se muestran como diacrónicas y sincrónicas, como tiempo (estructura) reversible, mas también como tiempo irreversible (relato), pues la poesía, como el mito, nos hacen confrontar de forma peculiar el viejo problema del sentido de la significación.(38)
Cabe reflexionar sobre la poesía como fenómeno literario e histórico, y todo para contemplar que, desde luego no se agota aquella en este punto, pues diríamos que es algo consustancial al proceso mismo de pensar y aun de percibir el mundo. Obsérvese como el proceso del pensamiento poético no difiere tanto como cabía pensarse en un principio de aquel que otro que exhibe su estricta lógica, salvo en que las proposiciones pueden sustituirse por símbolos, imágenes, y variantes diversas por las cuales poder equiparse al rigor de una formulación matemática (véasen las relaciones de equivalencias jakobsianas de la función poética).(39)
Es pues inevitable que tengamos en este punto que concertar el mito y el poema, pues en ambos suceden grados de notable similitud: así veremos que si uno relata o repite un mito (o un poema acaso) mostrándose ignorante de su significado, y todo a resultas de que el mito (o la poesía) comunican sin que los hombres muchas veces sean totalmente conscientes de ello; idea esta que nos retrotrae al romanticismo y al surrealismo, donde el poeta no es quien utiliza el lenguaje, sino que será el lenguaje quien hable mediante el instrumento que representa el poeta (aun cuando éste, el poeta, tenga perfecta conciencia de su intrumentalización; cosa que no sucede con aquel que hace uso del mito); aunque tantas veces cabría preguntarse si el poeta, igual que el hombre que acude a una mitología sabe lo que esta significa; cuántas veces el poeta se acerca a la inscripción del poema sin saber lo que es la poesía.
Nos parece algo más discutible que, si el mito verdadero puede emparentarse con la música por intraducible, también pueda situarse muy cerca de la poesía, no sólo por las relaciones establecidas desde muy antiguo de aquella con la música, (41) (42) también porque la poesía participa en muchos momentos de aquellas características del lenguaje del mito: en ser a menudo una estructura inconsciente y presignificativa, amén de ser ambos, el mito y el poema, constructos verbales, uno está hecho de mitemas, otro de metáforas o equivalencias.(43)
Creemos que la poesía participa (como tantas veces el mito) con el espíritu humano para ser un punto de inflexión ineludible que obedece en todas la culturas y civilizaciones de forma activa a la ley de la perpetua transfiguración (o devenir) de las cosas y del mundo. Participamos de la opinión de Octavio Paz(44) respecto de la afirmación que hizo en su momento sobre Mallarmé sobre la poesía y forma de entender:(45) y es que aquella parte del pensamiento salvaje (lógica poética) hacia el lógico, mientras que Levi-Strauss, respecto a los mitos, lo hace del pensamiento lógico hacia el salvaje.
No obstante colegimos nosotros que la dialéctica entre «Le cru et le cuit»(46) como oposición, cabe observarla similar como acontece en la matemática, donde se suceden símbolos en contradicción, la percepción sensitiva (y cognitiva) se transforman en auténticas categorías lógicas que no sólo se acaban por convertir en una metáfora de la cultura, sino en un mediador esencial entre aquella y la naturaleza misma, garantizando el equilibrio necesario para la libre creación y el conocimiento más pleno.
No es ninguna extravagancia extraer de aquellas reflexiones anteriores que, si ambos (la poesía y el mito) están conformados y «prefigurados» por el lenguaje, veamos en ellos el prisma necesario para la filtración de la realidad como signos, nombres y cualidades aptos para su comprensión, y donde el espíritu, como privilegiado intérprete, «vive» en la poesía (como en el mito), como singular mediador más allá del devenir y provisionalidad de lo que acontece, y todo para «conocer» y «ser» en el mundo.
ENTRE EL TIEMPO Y
EL SENTIDO POÉTICOS
EL SENTIDO POÉTICOS
NO ES, DESDE LUEGO, ASUNTO QUE PUEDA ESTIMARSE como novedoso, advertir digo, que la poesía, como el mito, son fenómenos que trascienden el lenguaje;(47) como tampoco la deducción nada original de la temporalidad de artes tales como la música, la danza y la poesía misma, que en esta relación pueden servirnos para analizar brevemente las características temporales de aquella (de la poesía, insistimos porque es la que nos interesa en esta exposición nuestra). En este sentido último, volvemos a encontrar analogías ciertas entre el mito y la poesía, en tanto que ambos se sitúan un paso más allá del mismo lenguaje, y desde donde también podemos estimar las afinidades con la música: deducidas desde las mismas unidades (equivalentes)(48) de estructuración verbal de los poemas y de desde donde, además, situarnos para observar ejemplarmente como la significación (el sentido) está intrínseca y estrictamente unida al sonido, por lo que tiene una singular equivalencia a un decir último, irrevocable, que hará que la interpretación del poema no será posible realizar a no ser desde el poema mismo, y donde la traducibilidad de aquel resulta a todas luces imposible, pues se diría que intenta fluir en aquellos parámetros donde fluyen, perviven y susbsisten los signos de la música.
Si la plenitud del lenguaje se alcanza con el verso, no es menos cierto que debido a ese culmen alcanzado, y tantas veces insondable al especialista, (nos referimos también a las «entidades extralingüísticas» que naturalmente exceden los límites de la poética y de la lingüística general)(49) nos ofrecen el poema como algo que cesa como lenguaje para «ser» más allá del sentido mismo que aquel ofrece.
Que la música (como el mito) necesitan de una dimensión temporal para manifestarse, es algo que parece hoy mucho más claro gracias a las reflexiones metodológicas de Levy-Strauss,(50) y al ofrecernos a través de ellas su peculiar relación con dicha temporalidad. Nos parece, con Octavio Paz,(51) también cierto que su interacción es curiosa y compleja en tanto que la afirmación del tiempo se hace para negarlo; pero nosotros quisiéramos hacer una más puntual apreciación, sobre todo en lo que el tiempo al fenómeno poético le relaciona, aun sabiendo que Strauss hacía esta apreciación de forma exclusiva con la música, pero no con la poesía.
Consideramos nosotros que la poesía se vierte como un fenómeno en el que se alterna lo diacrónico con lo sincrónico: como la música, se diría que «inmoviliza al tiempo que transcurre»:(52) «lengua y habla, estructura atemporal y tiempo irreversible de la elocución».(53) Aun aceptando que el tiempo del poema sea «cronométrico» y que sea partícipe de un tiempo sin movimiento(54) que es la negación de la sucesión, es para nosotros, no tanto una negación del tiempo, como una aprehensión del mismo como un eterno presente.
Será por tanto el poema en la creación (o lectura), no tanto el tiempo que, como en el mito, regresa (y por el cual «no todos los mitos son poemas pero, en este sentido, todos los
poemas son mitos»),(55) sino el tiempo que, como ser inmutable, se vive en un incesante presente. Así si podemos explicar la fluidez de un tiempo que es sólo cuando se sitúa para siempre fuera del transcurrir para después o antes de sí mismo.
poemas son mitos»),(55) sino el tiempo que, como ser inmutable, se vive en un incesante presente. Así si podemos explicar la fluidez de un tiempo que es sólo cuando se sitúa para siempre fuera del transcurrir para después o antes de sí mismo.
«El arte del tiempo»(56) poético se asemeja al del mito en la utilización de mecanismos métricos y procedimientos retóricos, también en que la materia misma de los mitos es muchas veces la de la poesía, así vemos las recurrencias, paralelismos, asociaciones, equivalencias varias y, sobre todo, su principio ecuacional dentro de la secuencia(57) que la caracteriza. Si el interés del mito es «palpitante»(58) en orden a las respuestas de orden fisiológico y psíquico que provocan, será en orden a una análoga dialéctica «de la sorpresa»,(59) se sucede entre lo esperado y lo inesperado y su acaso nunca suficientemente ponderada valoración.(60)
Debería ser claro a la altura de nuestra exposición que la «ambigüedad» será la singularidad más radical y distintiva de la poesía, pues la sitúa en contacto estrecho con otras artes, estableciéndola como propiedad de verdadera expresión artística, y que ofrece una curiosa relación de «oposición simétrica»(61) con la matemática: en poesía, los significados se ofrecen múltiples y los signos que la representan, inamovibles; en matemática, los signos serán mudables, aunque el significado, unívoco. También debemos reconocer que, tanto los mitos como los poemas, así como la propia expresión matemática (ecuaciones) en su simbología lógica, sus unidades operan como sistemas de equivalencias.(62)(63) y se asemejan en que se corresponden en este punto con aquellas unidades mínimas del poema (frase poética)(64) en que son siempre mayores que las del discurso mismo que constituyen.
MAGIA, CIENCIA Y POESÍA
QUE «LA PENSÉE SAUVAGE» NO ES CIERTAMENTE un pensamiento inacabado por primitivo, es acaso algo del todo, a la luz de las reflexiones de Claude Levi-Strauss, claro por evidente, pues será aquél una conducta mental que se ofrece como totalmente reconocible en cualquier sociedad y, que viene a manifestarse de forma primordial, en la práctica totalidad de las actividades artísticas.
Desde aquí exponer que la magia será un sistema no menos completo (y complejo) y aun coherente que cualquier otra sistemática científica (pues no son místicas o irracionales), no será ninguna exageración, en realidad, dicha coherencia se sitúa sólo al margen de poder establecer diferencias y semejanzas en referencia a la precisión o exactitud, no tanto de nuestros sentidos, sino de los instrumentos (más o menos sofisticados) de observación, al margen de la finalidad de una y otra forma de logicidad. Además, una y otra forma de conocimiento establecen la relación esencial entre aquello que es perceptible (sensible) por los sentidos y lo inteligible, pues, como significante y significado, pueden remitirnos a sus cualidades significativas (de signos) así como a integrarse de forma perfecta como sistemas de relaciones de oposición y semejanza.
Son, por tanto, bastantes obvias las analogías en el proceso de sistematización lingüística, el cual nos ofrece una visión, desde luego, muy alejada del hombre antiguo (primitivo) y su pensamiento como arraigado en lo netamente irracional, pues, al contrario, se encuentra en mundo donde los signos y los mensajes colman su mundo de reflexión y pensamiento.
La diferencia sustancial habríamos de situarla en un ámbito lejano al de la dinámica propia de un pensamiento lógico: estaría en el ámbito de la afectividad, campo que, como veremos, se sitúa en relación cercana con el sentir y razonar lógico poético, y es que el hombre «salvaje» se siente en íntima comunión con el entorno y la naturaleza, mostrando una clara desconfianza del conocimiento histórico, por ser este la causa de la desintegración de aquella fraternidad suya con el mundo vivido donde se integra.
Su pensar cibernético(65), de «categorías concretas»(66), se establece como un sistema de relaciones específicas que se incorpora como una oposición binaria. Esta conexión, como decimos, se sitúa al margen de la historia, y como anteriormente señalábamos, se relaciona con el totemismo que pone en funcionamiento un «modus operandi» de carácter universal(67) que manifiesta operaciones de estructuras mentales de tipo colectivo e inconsciente, cuyo procedimiento responde a un método de oposición y similitud. Podemos empezar a pensar en las analogías con el pensamiento y la lógica genuinamente poética.
Nos encontramos ante un pensamiento analógico que basa su razonamiento y capacidad clasificatoria, como decíamos, en la relación entre lo sensible y lo inteligible, presentando una sistemática que muestra coherencia y capacidad ilimitada de extensión, además, capaz de una lógica simbólica que pone en relación (u oposición) la categorías sensibles para construir un sistema de equivalencias (formales) entre signos.(68)
La clasificación totémica mencionada en capítulos anteriores de esta exposición, en su oposición a la historia, se muestra como un ejemplo de singular importancia para equiparar al modo de aprehensión de la poesía, pues ofrece mas que un «canon intemporal»(69) que impida la fuga del grupo hacia la historia, un instrumento donde reconocer la naturaleza del «ser»; donde el ayer y el hoy son la misma cosa; donde el fin y el principio conviven en un instante único e infinito, pues se sucede espontánea e instantáneamente para reconocer el reino ilusorio de la impermanencia en un eterno presente.
Que la escritura, como invención y por tanto como artificio, se situase bajo sospecha (70) como el propio Levi-Strauss señala, y se alzase como el instrumento por excelencia de dominación y esclavitud,(71) veremos que, en el ámbito de la poesía verdadera (inspirada), (72) pretende en realidad restaurar (de lo desnaturalizado que la escritura comporta) el diálogo no sólo con los hombres sino con el mundo todo; ser, en definitiva, el vehículo con el que acercar al que habla (y escribe) y el que oye (y lee); por todo lo cual es conveniente reivindicar su carácter esencialmente pacífico, y reconocer que donde la poesía se mueve natural y fluidamente será en la relación que se traduce genuinamente: en la personal (de hombre a hombre), con la naturaleza y con nosotros mismos.
Notas.-
(37) Francisco Acuyo: «Fisología de un espejismo», Artecittá ediciones, Granada, 2010.
(38) Octavio Paz: Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo: Ver nota 34.
(39) Roman Jakobson: Lingüística y Poética. Ver nota 19.
(40) Octavio Paz: Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo: Ver nota 34.
(41) Platón: Fedro. Obras completas. Aguilar 1977.
(42) Aristóteles: Poética. Retórica. Gredos. Madrid 2001.
(43) Roman Jakobson: Lingüística y Poética. Ver nota 19.
(44) Octavio Paz: Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo: Ver nota 34.
(45) S. Mallarmé, Stéphane Poética de Mallarmé. Madrid : Editora Nacional, 1977.
(46) Claude Levi-Strauss: «Lo crudo y lo cocido». Fondo de Cultura Económica. Mexico 1987.
(47) Octavio Paz: El arco y la lira. Fonde de Cultura Económica. México 1956.
(48) Roman Jakobson: Lingüística y Poética. Ver nota 19.
(49) Roman Jakobson: Ensayos de lingüística general: Ver nota 18.
(50) Claude Levi-Strauss: «El pensamiento salvaje». Ver nota 1.
(51.) Octavio Paz: El arco y la lira: Ver nota 47.
(52) Claude Levi-Strauss: «El pensamiento salvaje». Ver nota 1,
(53) Octavio Paz: Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo: Ver nota 34.
(54) Francisco Acuyo: «Fisología de un espejismo»: En prensa: Ver nota 37.
(55) Octavio Paz: El arco y la lira: Ver nota 47.
(56) Francisco Acuyo: «El arte del tiempo»: Jizo de Artes Plásticas y Literatura. Granada 2001.
(57) Roman Jakobson: Lingüística y Poética. Ver nota 19..
(58) Claude Levi-Strauss: «El pensamiento salvaje». Ver nota 1.
(59) Roman Jakobson: Ensayos de lingüística general: Ver nota 18.
(60)POE, Edgar Alan: Ensayos y crítica: Alianza, Madrid, 1973.
(61) Octavio Paz: Claude Levi Strauss o el nuevo festín de Esopo: Ver nota 34.
(62) Roman Jakobson: Ensayos de lingüística general: Ver nota 18.
(63) Claude Levi-Strauss: «El pensamiento salvaje». Ver nota 1..
(64) Roman Jakobson: Ensayos de lingüística general: Ver nota 18.
(65) Francisco Acuyo: «Fisología de un espejismo»: Ver nota 37.
(66) Claude Levi-Strauss: «El pensamiento salvaje». Ver nota 1.
(67) Octavio Paz: Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo: Ver nota 34.
(68) Roman Jakobson: Lingüística y Poética. Ver nota 19.
(69) Octavio Paz: Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo: Ver nota 34.
(70) Platón: Fedro: Gredos. Madrid 2002.
No hay comentarios:
Publicar un comentario