martes, 25 de junio de 2013

LOS ANDES Y LA GRAN CONSTRUCCIÓN DEL PUENTE DE CHACAO, POR HÉCTOR VÉLIZ

Ofrecemos un par de relatos del autor Héctor Véliz (traído ya a las páginas de Ancile en la sección de Poetas invitados), esta vez como narrador (y pensador) singular. Incluimos también una reflexión destinada a su editor, en forma de correspondencia, que nos proporcionará una semblanza muy interesante sobre su autor y su concepción literaria y que muy bien puede servirnos de poética para su mejor entendimiento.


Los andes y la gran construcción del puente Chacao, Héctor Véliz, Ancile


LOS ANDES Y LA GRAN CONSTRUCCIÓN 
DEL PUENTE DE CHACAO, POR HÉCTOR VÉLIZ


Los andes y la gran construcción del puente Chacao, Héctor Véliz, Ancile


CARTA  A MI EDITOR, EL POETA SERGIO MANSILLA



Carta a mi editor, el poeta Sergio Mansilla
Valdivia, Chile, julio de 2010

“Me has pedido que haga una biografía de mi actividad literaria y debo confesar que si eso significa
algún “reconocimiento”, la verdad es que no he ganado ni siquiera una mención deshonrosa en ningún evento. Mi trabajo nunca ha estado supeditado a una recompensa de esa naturaleza. Yo escribo porque es mi forma de vida y no la voy a transar por un premiaje… de manera que si eso significa que no tengo biografía, los antecedentes los puedes  encontrar en mi escritura.
Por otra parte, estoy tranquilo en mi oficio y no tengo necesidad  de una aprobación literaria, porque no me estoy jugando un destino. Estoy viviendo mi destino.
Escribo porque es el juego más limpio y purificador que he experimentado en la  vida; es una actividad que no me ha defraudado; al contrario, me ha regalado muchos momentos felices y buenos amigos; y la capacidad de seguir soñando con un destino mejor;  más allá de aprehender la realidad a través de las palabras. Sé que en Chile se asegura como  una verdad matemática que nadie vive de la literatura; debo  desmentir ese enunciado: yo, un  hereje de la palabra, hasta ahora he logrado no sólo sobrevivir; además, tengo una familia que  he podido mantener, lo que avala mi trabajo cotidiano. Es mi oficio, tal vez no lo haga mejor  que otros, pero es mi trabajo y mi tranquilidad para caminar en medio de la multitud sin sentirme jamás un inútil. Pienso que este país necesita más poesía para tener mejores ciudadanos, más juego  de lenguaje para ser menos arrogantes, más ambigüedad para ser más humano; y, sobre todo, más lectura, para pensar mejor nuestra realidad. Si en eso la poesía contribuye en algo al  espíritu de nuestro pueblo, significa que no he perdido mi tiempo y estoy al lado de todos.”

Héctor Veliz Pérez Millán


LOS ANDES

Los andes y la gran construcción del puente Chacao, Héctor Véliz, Ancile


Cuando la humanidad estaba buscando los sueños de la vida y los huilliches únicamente disponían de piedras y lanzas para defenderse y poblar la tierra, divisaron a lo lejos una montaña preciosa que los sumió en una mezcla de asombro y devoción.
Era tan impresionante que la creyeron la morada de Ngenechen.
– Sería una locura no conquistarla y vivir junto a ella – comentaron con alegría –. Se ve que es el lugar más hermoso de la tierra.
Una vez en camino no encontraban cómo llegar a ella porque un mar de árboles, y más allá un lago, les impedían el paso. Sin embargo, aquellos indígenas comenzaron a desmalezar y construir rucas, dispuestos a tener esa comarca como cuna y consuelo; pues presentían que allí nunca les faltaría la comida ni la presencia de Ngenechen.
Pero una noche mientras descansaban se desató una tormenta de fuego y lodo.
La montaña rugía en la oscuridad arrojando lava que descendía como un río de fuego hasta el lago, destruyendo con sus piedras al pequeño poblado.
No obstante, lo que más atemorizó a cada uno, fue un trueno que les pareció una carcajada de los mil demonios.
– ¿Oyeron eso? – dijo alguien.
– Esa risa viene de allá – aseveró otro –. Es la montaña... y se está burlando de nosotros.
Y así, con el agua hasta el cuello y más temor que respeto, decidieron establecerse en el valle; y con la íntima convicción de que no serían obligados a salir de esta tierra, empezaron la reconstrucción.
Los años pasaron volando y los huilliches transmitieron a sus hijos el sueño de conquistar la montaña. Para ello construyeron amplios caminos y dalcas para navegar por el lago, pero no sabían cómo llegar a la cima.
Los ancianos caciques llegaron a la conclusión de que los culpables de todos sus fracasos eran los Andes, unos demonios que custodiaban la cumbre y que para no ser molestados, arrojaban piedras, provocando
Los andes y la gran construcción del puente Chacao, Héctor Véliz, Ancile
feroces avalanchas. Los caciques estaban en lo cierto.
Sin embargo, el poder de los Andes sólo residía en el imperio del miedo y nadie lo sabía.
Andando el tiempo, la gente del valle llegó a ser un pueblo avezado en el arte de la guerra, la cacería y la agricultura... Y naturalmente, la sensibilidad de las nuevas generaciones no pudo escapar al hechizo que ejercía aquel monumento casi sagrado e inaccesible para su pueblo. Pero los Andes, que observaban desde su refugio, se decían:
– ¡Pronto verán quiénes somos! De este pueblo arrogante no quedará nada.
De esta manera, los diabólicos seres comenzaron su destructiva jornada. Por las noches provocaban aludes de nieve y cantos rodados y – otras veces – atizaban el cráter, iniciando grandes erupciones. Cierto día, un joven valiente llegó a observar cada vez más cerca la causa de tanta actividad en la cima. Los demonios al verse sorprendidos por el hombre, comprendieron su fatalidad: su temor hacia los humanos había hecho realidad la profecía de Ngenechen cuando les encomendó la custodia de la montaña.
Entonces, oyeron de nuevo la poderosa voz de Creador:
– ¡Ahora permanecerán invisibles hasta que el miedo de los hombres los libere!
Con el lento paso de los años, el pueblo huilliche continuó progresando y construyendo sus casas cada vez más cerca del lago y la montaña. Los Andes, ante la perspectiva de una invasión, huyeron al norte del Continente, llevándose cada uno de ellos un pedazo de montaña a cuestas; pero solamente consiguieron transformarla en una extensa cordillera.
– ¡Señor! – dejaron oír su voz de trueno – Este es un pueblo bravo y aguerrido... Nos siguen a todas partes. ¿Cuándo volveremos a la región williche?
– ¡Nunca! – fue la última respuesta de Ngenechen.
Los siglos venideros pasaron destruyendo al tiempo. En toda la extensión de la Cordillera se instalaron otros pueblos, y los Andes creyeron ver el miedo en los hombres, pero a menudo recibían muchas visitas de insospechados montañistas.
El poblamiento continuó hacia el océano, los ríos y los canales, los cerros y los valles; y aun en medio del monte: era la invasión... Hasta que un día, los malvados espíritus decidieron recurrir a todas sus fuerzas y provocaron una erupción que pretendía aniquilar el valor de la gente de la tierra.
–Tendrán miedo – se decían – y reconstruiremos nuestra Montaña.
Pero se equivocaban de nuevo, porque tras cada desastre aumentaba la curiosidad y llegaban hombres de todos los rincones del mundo.



LA GRAN CONSTRUCCIÓN DEL PUENTE DE CHACAO



Los andes y la gran construcción del puente Chacao, Héctor Véliz, Ancile


Cuando los ingenieros iniciaron la Gran Construcción sin duda tuvieron presente la contratación de un ejército de obreros y técnicos que Chiloé no poseía, porque la obra en sí, desde un principio demandó el esfuerzo de muchas generaciones, considerando el impacto social que este asunto traería para la comunidad.
La crónica dice que una vez hecha las contrataciones, las cuadrillas se repartían en diferentes funciones operativas, de acuerdo al programa de construcción sobre ese canal que fue durante milenios una frontera y un límite.
Al comienzo, el perfil general del puente proyectó la forma de un arco, en cuya base exterior se ven, a intervalo de una decena de metros, unos pilares tallados en roca viva, ajustadas con extraordinaria precisión.
Por cierto, los obreros que migraron con sus familiares creyeron venir por una temporada, mientras durara la faena, pero el tiempo se extendió y las circunstancias de ejecución de la obra hicieron cambiar ese primer impulso, y fue así como a lo largo de los años, las corrientes marítimas, los terremotos y las dictaduras, suspendieron sucesivamente la Gran Construcción, aumentando la impotencia y su presencia masiva que hizo cambiar el paisaje humano; permaneciendo atrapados en la fortaleza de una obra que se hizo eterna.
La Gran Construcción del Puente de Chacao, presentada por todos los mandatarios que visitaron la zona en todas las épocas, fue planeada – según ellos – para ofrecer las bondades de Chiloé a todo el mundo, y nunca hubo disonancias al respecto; sin embargo, para hacer más interesante el proyecto, se crearon grupos de presión que opusieron tenaz resistencia a lo que ellos consideraban una brutalidad.
Cuando finalmente lograron el interés y el apoyo de organismos internacionales, dejaron de protestar, y entonces, como estrategia paralela a la Gran Construcción, se dedicaron a edificar viviendas sociales, cabañas y reclamar patrimonios para la Humanidad… Así se apropiaron de la idiosincrasia autóctona para venderla como inagotable recurso cultural (por cierto, excluyendo a la población nativa por considerar los asesores que esa gente no sirve, que basta de romanticismos, porque lo mejor es cambiar el cuerpo social, trayendo gente del Exterior).
¿Negocio?...La monumental iniciativa a cambio de talar el bosque nativo, apropiarse de fiordos, lagos y ríos; en una palabra, reorganizar la economía local y continuar la colonización.
Para entender este relato hay que considerar que la Gran Construcción no fue proyectada para testimoniar la grandeza de los ingenieros que se dieron cita en este plan, sino para gloria del Estado, y así tomar posesión definitiva de esta unidad territorial, donde los chilenos parecen haber desplazado completamente a la comunidad autóctona que absorbió al componente hispano durante la Colonia; de manera que cuando llegue
Los andes y la gran construcción del puente Chacao, Héctor Véliz, Ancile
el momento de inaugurar el Puente de Chacao, éste será el último acto de Soberanía.
Sobre éste anhelo dominador se inspiraron realmente los ingenieros para la Gran Construcción, y sin duda tomaron como referencia muchos diseños a escala porque nunca antes en estas latitudes hubo un pueblo capaz de soñar una obra tan magnífica como la que están construyendo; y es posible que así como se presentaron miles de obreros y más tarde, profesionales, también se debió recurrir al oficio de muchos cronistas capaces de entender la esencia y el patriotismo de aquellos hombres venidos de tantas regiones, arrastrando también sus proyectos personales y su memoria.
Anoto esto porque en algún momento un filósofo del Archipiélago escribió una extensa obra referida al Puente, destacando el espíritu y visión de país de los legisladores en la aprobación de recursos, asegurando que eran ellos, en definitiva, los verdaderos constructores de tan magna obra. Como sea, el libro fue declarado material didáctico para testimoniar la fuerza de un sueño realizado por muchas generaciones, aun cuando a veces parecía decaer, forcejeando contra el viento, las corrientes oceánicas y el abandono.
Es posible que estas consideraciones sean una vulgaridad para la concreción de tan noble proyecto que con los años va mutando de su forma original – tal es el avance de la obra – pero no deja de ser interesante también manifestar el tesón de los gobernadores en simular un interés que a ratos parece decaer, pero que finalmente se levanta, triunfante.
Después de todo o nada, cuando todos vemos que la obra está en plena construcción, aún nos preguntamos: “¿Para qué?” ¡Fácil! ¡Para los pueblos del Norte! Incluso para las etnias de otros Continentes que deseen implantarse en Chiloé.
La Historia señala que los colonizadores desde siempre han penetrado por el canal. Esta afirmación sólo es verdad por la cercanía del Continente. Sin embargo, lo que sabemos de esa gente no los cubren las leyendas inventadas acerca de ellos. En el pasado buscaron la Ciudad de los Césares y traficaron esclavos para construir obras menores indignas de nuestra memoria, asunto que ellos agradecen cuando a esta zona vienen a contar otros relatos, lejos de la épica sangrienta con que han escrito sus hazañas, sus constituciones y sus tratados de paz. Además nunca sabremos si lo que ellos dicen es verdad, aunque sí sabemos que han heredado el botín histórico obtenido con artes de guerra sucia en otras regiones. Pero como ellos dicen: lo heredado no se roba.
Tal vez sea ese el miedo ancestral por la que los paisanos escapan de su terruño, cuando ellos, los nuevos colonizadores, deciden instalarse en la Isla. En términos generales, sólo ellos hablan maravillas del Archipiélago, dicen que es la región más transparente (para los otros, es claro), que es el espacio ideal para instalar empresas sin pago de impuestos y con muchas ventajas comparativas.
Por cierto, desde el inicio de la Gran Construcción ha quedado de manifiesto que los isleños no disponemos de organizaciones sociales y políticas capaces de solucionar los problemas generales a partir de la puesta en marcha del proyecto, puesto que todo está relacionado y desconectado, o sea, los poderosos capitales han rendido culto folklórico a las instituciones y símbolos ancestrales, pero estratégicamente han puesto sus intereses económicos por encima de cualquier consideración.
Esta afirmación la puedo hacer, por cierto, desde la intemperie porque en la comunidad existe sobrada claridad sobre este asunto, por eso cuando se detiene la continuidad de la obra, los políticos organizan mesas de diálogos para entregar el Puente en las próximas elecciones.
Es el ritmo de la estrategia.
Tiempo que desanima a los trabajadores y sus familiares que han migrado. Entonces ocupan su tiempo en crear vínculos, soñar con volver a sus lugares de origen o algunos, muy pocos, se instalan con sus propios colegios e iglesias a espaldas de la comunidad, donde crían sus vástagos para que no se contaminen con la masa infesta de sangre aborigen para que en pro de blanquear la imagen país no destruyan el producto nacional.
El origen del proyecto -según los Anales del Archivo Nacional- fue un plan secreto del Consejo de Seguridad Nacional que luego saltó a la arena política. Entonces el Palacio de Gobierno, en su afán de dar curso social a esa orden primigenia, destruyó todos los muros de resistencia con su discurso histórico, y así se sucedieron varios Dictadores durante el siglo pasado, quienes, tal vez fascinados por la inmortalidad,
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quisieron arrogarse la paternidad del proyecto para imprimir sus nombres en el libro de oro donde reposa la orden de ejecución.
Según los doctores de ciencias políticas, las grandes construcciones requieren grandes sacrificios sociales y en nombre de ésta fábula, todos los crímenes se justifican porque la epopeya en su marcha forzada engrandece al espíritu humano.
Las batallas de esta historia no son cosa nueva para nosotros. Acostumbrados a ver el lento avance del proyecto (que sólo la mala conciencia impide apreciar en toda su magnitud) sabemos también de las persecuciones malvadas contra quienes rehuyen su responsabilidad y contribución a la Gran Construcción del Puente de Chacao.
“La medida del Puente – según el Discurso Oficial – es la distancia exacta que nos separa del Desarrollo en circunstancias que muchos otros pueblos ajenos a las bondades de la Civilización no han tenido la oportunidad histórica de avanzar en una generación lo que a la Humanidad le costó siglos de creatividad y esfuerzos para acceder a la actual maravilla que nos brinda la Globalización”.
Guardo mi opinión en mi complejo aldeano, pues nunca he salido de mi provincia, pero todos los antecedentes en la elaboración de este relato están dictados por la determinación necesaria del gran proyecto para que la influencia de una historia común llegue directamente a cada ciudadano de este apartado Archipiélago.

(Nota: Este puente ha sido presentado como proyecto político desde el año 1933 por casi todos los Gobiernos de Chile, cada vez que hay campañas presidenciales).

Héctor Véliz Pérez-Millán

Los andes y la gran construcción del puente Chacao, Héctor Véliz, Ancile

1 comentario:

  1. Excelente narrativa de un escritor a quien admiramos. Gracias Fracisco, por traerlo nuevamente.
    Un cordial saludo.

    Jeniffer Moore

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