Ofrecemos para la sección, De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile la reflexión titulada: Solidaridad y humanismo: la razón y sin razón de la naturaleza humana.
SOLIDARIDAD
Y HUMANISMO:
LA
RAZÓN Y SIN RAZÓN DE LA NATURALEZA HUMANA
A tenor de los movimientos más o menos bien intencionados de
repulsa ante la barbarie de la segregación,
aislamiento o violencia de determinados grupos humanos en la sociedad
(diversa, contradictoria y compleja) de nuestros días, ha venido a resultar una
(ya muy vieja) iniciativa para la denuncia y al tiempo para la solidaridad que
en realidad esconde – o no- otras cuestiones egotistas inconfesables.
Lo cierto es que
nada hay más humano que la manipulación, la hipocresía y el cinismo manifiestos
en la conducta individual de algunos y en la indiferencia de casi todos ante
estos procederes, y no tanto a efectos de rasgarse las vestiduras ante las
injusticias evidentes de nuestras sociedades, como para denunciar estos
comportamientos sangrantemente farisaicos cuando no descaradamente impostores. Todos
sabemos de los que, en virtud de la desgracia ajena, gustan de obtener la correspondiente
imagen y publicidad de sus denuncias, reconociendo –porque en verdad nos cuesta
creer que se sea tan majadero como para ignorar que nos damos cuenta, sin contar la insultante
conducta para la inteligencia de quienes dudamos ciertamente de su
sinceridad- que la difusión (personal) a
través de estos eméticos instrumentos de divulgación de sus supuestas excelencias
éticas y estéticas funcionan resueltamente.
Que somos hijos
de un proceso evolutivo singular sería uno de los rasgos que con mayor particularidad
hablarían de nuestra naturaleza, pues, si somos una especie animal, hasta qué
punto gozamos de excepcionalidad en este reino -animal- en particular, cuestión
que se ha debatido –y creo que se seguirá haciendo durante bastante tiempo-, en
cualquier caso, mostramos con extraordinaria frecuencia nuestro proverbial poco
respeto con el resto de especies que pueblan nuestro común hogar planetario.
La sociobiología
se interesa en mostrarnos cómo las conductas sociales de los animales muestran
colaboración, territorialidad, agresión… y que no son muy diferentes a las que
les son propias al ser humano. O, ¿Sí?. La verdad es que es difícil constatar
en otra especie esa entrega por la devastación de su entorno y la propia
autodestrucción. Diríase que si hay una especie menos dueña de su destino
(evolutivo) sería la del ser humano.
La conducta
altruis
ta de grupo observada en muchas especies para la selección inclusiva, en
los seres humanos, se ofrece como una vía más para la autopromoción y el
silenciamiento y la segregación de los que están fuera de sus presupuestos
ocasionales y de sus intereses personales. Shakespeare en su tragedias supo
sacar rédito como pocos de estas miserias humanas para encumbrar
lo más granado
de la humanidad, a saber: su denuncia.
Etnias
amenazadas, refugiados a la fuga de las miserias de la guerra, emigrantes que
huyen de la hambruna…. son las nuevas víctimas no solo de la desgracia objetiva
que les cerca (hambre, guerra, persecución política…), sino de los buitres de
los buenos sentimientos que se placen en las miserias de estos desheredados de
la tierra para sacar copioso rédito a la sazón. Son la nueva plaga de un mundo
en franca descomposición y que viven de su carroña cierta.
No puede
extrañarnos que la afirmación, la
humanidad no existe, trascienda las fronteras de la teoría de la evolución,
la sociobiología, la política, la filosofía… porque es una manifestación ética,
o mejor, de ausencia de la misma, que pone en clara evidencia el mito del
progreso, o es que acaso no es esta la mayor reacción al futuro de un mundo más
justo, más igualitario, más razonable, en fin, ante la negación de un hecho
incontestable, el constante conflicto de nuestra naturaleza, manifiesto en la
inaceptable confrontación entre los individuos como tales y la sociedad como
colectivo.
El altruismo
anónimo de tantas personas que en el mundo ofrecen sus dones materiales,
personales y éticos sin esperar nada a cambio son, aun en su anonimato, el
ejemplo moral que pone en duda el hecho constatable -hasta el momento- de que el
progreso es un mito.
Francisco Acuyo
No hay comentarios:
Publicar un comentario