lunes, 12 de octubre de 2015

SOLIDARIDAD Y HUMANISMO: LA RAZÓN Y SIN RAZÓN DE LA NATURALEZA HUMANA

Ofrecemos para la sección, De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile la reflexión titulada: Solidaridad y humanismo: la razón y sin razón de la naturaleza humana.



Solidaridad y humanismo: la razón y sin razón de la naturaleza humana, Francisco Acuyo





SOLIDARIDAD Y HUMANISMO:

LA RAZÓN Y SIN RAZÓN DE LA NATURALEZA HUMANA










A tenor de los movimientos más o menos bien intencionados de repulsa ante la barbarie de la segregación,  aislamiento o violencia de determinados grupos humanos en la sociedad (diversa, contradictoria y compleja) de nuestros días, ha venido a resultar una (ya muy vieja) iniciativa para la denuncia y al tiempo para la solidaridad que en realidad esconde – o no- otras cuestiones egotistas inconfesables.

            Lo cierto es que nada hay más humano que la manipulación, la hipocresía y el cinismo manifiestos en la conducta individual de algunos y en la indiferencia de casi todos ante estos procederes, y no tanto a efectos de rasgarse las vestiduras ante las injusticias evidentes de nuestras sociedades, como para denunciar estos comportamientos sangrantemente farisaicos cuando no descaradamente impostores. Todos sabemos de los que, en virtud de la desgracia ajena, gustan de obtener la correspondiente imagen y publicidad de sus denuncias, reconociendo –porque en verdad nos cuesta creer que se sea tan majadero como para ignorar que nos damos cuenta, sin contar la insultante conducta para la inteligencia de quienes dudamos ciertamente de su sinceridad-  que la difusión (personal) a través de estos eméticos instrumentos de divulgación de sus supuestas excelencias éticas y estéticas funcionan resueltamente.

Solidaridad y humanismo: la razón y sin razón de la naturaleza humana, Francisco Acuyo            Que somos hijos de un proceso evolutivo singular sería uno de los rasgos que con mayor particularidad hablarían de nuestra naturaleza, pues, si somos una especie animal, hasta qué punto gozamos de excepcionalidad en este reino -animal- en particular, cuestión que se ha debatido –y creo que se seguirá haciendo durante bastante tiempo-, en cualquier caso, mostramos con extraordinaria frecuencia nuestro proverbial poco respeto con el resto de especies que pueblan nuestro común hogar planetario.

            La sociobiología se interesa en mostrarnos cómo las conductas sociales de los animales muestran colaboración, territorialidad, agresión… y que no son muy diferentes a las que les son propias al ser humano. O, ¿Sí?. La verdad es que es difícil constatar en otra especie esa entrega por la devastación de su entorno y la propia autodestrucción. Diríase que si hay una especie menos dueña de su destino (evolutivo) sería la del ser humano.
            La conducta altruis
ta de grupo observada en muchas especies para la selección inclusiva, en los seres humanos, se ofrece como una vía más para la autopromoción y el silenciamiento y la segregación de los que están fuera de sus presupuestos ocasionales y de sus intereses personales. Shakespeare en su tragedias supo sacar rédito como pocos de estas miserias humanas para encumbrar
Solidaridad y humanismo: la razón y sin razón de la naturaleza humana, Francisco Acuyo
lo más granado de la humanidad, a saber: su denuncia.

            Etnias amenazadas, refugiados a la fuga de las miserias de la guerra, emigrantes que huyen de la hambruna…. son las nuevas víctimas no solo de la desgracia objetiva que les cerca (hambre, guerra, persecución política…), sino de los buitres de los buenos sentimientos que se placen en las miserias de estos desheredados de la tierra para sacar copioso rédito a la sazón. Son la nueva plaga de un mundo en franca descomposición y que viven de su carroña cierta.

            No puede extrañarnos que la afirmación, la humanidad no existe, trascienda las fronteras de la teoría de la evolución, la sociobiología, la política, la filosofía… porque es una manifestación ética, o mejor, de ausencia de la misma, que pone en clara evidencia el mito del progreso, o es que acaso no es esta la mayor reacción al futuro de un mundo más justo, más igualitario, más razonable, en fin, ante la negación de un hecho incontestable, el constante conflicto de nuestra naturaleza, manifiesto en la inaceptable confrontación entre los individuos como tales y la sociedad como colectivo.

            El altruismo anónimo de tantas personas que en el mundo ofrecen sus dones materiales, personales y éticos sin esperar nada a cambio son, aun en su anonimato, el ejemplo moral que pone en duda el hecho constatable -hasta el momento- de que el progreso es un mito.



            Francisco Acuyo

            





Solidaridad y humanismo: la razón y sin razón de la naturaleza humana, Francisco Acuyo

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