Con el titulo de: Conciencia e información: ¿evolución de la nada?, proseguimos para la sección, Ciencia, del blog Ancile, sobre la temática fascinante de la nada o el vacío en ciencia.
CONCIENCIA E
INFORMACIÓN:
¿EVOLUCION DE LA NADA?
La mente crea información, en
realidad inunda el mundo con ese material singular y extraordinario. Las reglas
mediante las que la información se propaga manipulan símbolos (como el
lenguaje, la matemática…) y dichas gramáticas pueden considerarse como lenguaje
(o algoritmos que afirman sobre afirmaciones
en tanto que evolucionan y son dinámicas y complejas en sus
resoluciones. Estas metaafirmaciones son las que han producido al ser humano y
han caracterizado, por supuesto, al fenómeno de
la conciencia.
Todo parece
indicar que la elaborada actividad mental ya detectada en los hombres
primitivos no puede ser producto de una simple adaptación evolutiva.[1]
La comprensión de este hecho puede explicarse si nos acercamos a una teoría del
lenguaje que trascienda sus apariencias de palabra hablada (esto lo sabemos muy
bien los poetas), donde lo que se puede decir es de mayor interés que lo que en
realidad dice,[2] y esto
adquiere particular carta de naturaleza cuando el uso desviado de la lengua y
de sus códigos hace aún más amplia su interpretación. La ambigüedad esencial de
la poesía es acaso el instrumento más poderoso que posee para comunicar
trasformando al receptor mismo de
su mensaje.
Resulta
realmente fascinante que el conocimiento adquirido –mediante los diferentes
tipos de información- que llegan al intérprete consciente, sean posible no solo
los adquiridos mediante la experiencia del mundo, ya lo advertía Kant, sino que
hay una facultad -¿mental, de la
consciencia?- que aporta información más allá –o más acá- de la experiencia.
Estas codificaciones de la información a través de las reglas de la gramática o
de las matemáticas –algoritmos- que se
encuentran fuera de la percepción empírica
de lo que acontece, tengan un sustrato no experimental y que contenga rasgos
universales y necesarios, y que diríase apartarlos de la necesidad material
local y accidental. Mas, ¿dónde radica
esa realidad mental o de consciencia? Si tenemos claro que cualquiera cosa
percibida experimentalmente esta un
sustrato material, temporal y espacial ¿Dónde ha de situarse este entendimiento
universal? ¿En la mente? ¿En la consciencia? Este lugar es tan indefinido que
muy bien pudiéramos situarlo en un vacío o nada de la que habría de surgir para
entendimiento de lo que percibimos experimentalmente y lo pensamos, deducimos,
imaginamos en nuestra interioridad.
Es claro que
este ser mental o consciente, para el materialismo más recalcitrante es, o
mejor, tiene su origen en la materia. En este caso en el cerebro. Es así que
toda alternativa de acceso a cualquier conocimiento y por lo tanto de
información, debe provenir de la materia, por lo que todos estos fenómenos de
entendimiento a priori, son epifenómenos de la misma materia. No obstante, hay
quien insiste en que estos lenguajes que nos permiten comunicar y acceder no
solo a mundos experimentales sino a universos imaginarios, son espejos de la mente.[3]
Queremos
reseñar la importancia de que las reglas o leyes que contienen los códigos del
lenguaje (esto es especialmente visible en el lenguaje poético) no son tanto
leyes lógicas sino psicológicas. La universalidad (no experimental) del
lenguaje es lo que hace que este sean en verdad universalmente accesible y por
qué son posibles otras gramáticas (las poéticas, o las musicales) para una búsqueda
más amplia de información y por tanto de conocimiento. De donde provengan estas
maneras de entendimiento no experimental es motivo de no poca controversia,
aunque la ciencia Estas estructuras
no experimentales nos hablan de la configuración, de la armadura de la mente.
Mas, insistimos, ¿está sustentada dicha estructura de manera exclusiva en el
soporte físico, biológico, material del cerebro?
Francisco
Acuyo
[1] Campel.
J: Op. Cit. p.220.
[2] Chomsky,
N.: Syntactic Structures, Mounton and Co, La haya, 1957.
[3] Chomsky,
N.: Relection on Languaje, PAntheon Books, Nueva York, 1975, p. 4.
[4] Lakoof, R.:Languaje,
Crítica de libros, 1978, p.386.
No hay comentarios:
Publicar un comentario