Abundando sobre la cuestión de la nada traemos una nueva entrada para la sección, Ciencia, del blog Ancile, bajo le título: Conciencia, memoria y olvido: la realidad de la nada.
CONCIENCIA, MEMORIA Y
OLVIDO:
LA REALIDAD DE LA
NADA
Superada la idea de una
conciencia que proyecta procesos
mentales uniformes y fácilmente controlables exteriormente (visión mecánico
conductista de la mente), debemos plantearnos, antes de explicar la noción o
nociones que tenemos de algo tan intangible ¿abstracto? como la nada, cómo es
que somos conscientes del mundo que sí está ahí, material, tangible, medible,
sustancial; ¿son los sentidos los que perciben y hacen conscientes los datos
extraídos de aquellas percepciones los que conforman la conciencia de esa
realidad? ¿Esa información está dentro o fuera –en el mundo mismo- que hace ser
a nuestra conciencia?; ¿o, acaso todo lo que percibimos es una mera proyección
ilusoria de nuestra mente?
Parece claro
que hay fenómenos que no son perceptibles para el hombre (por ejemplo la luz
ultravioleta) y que para llegar a imaginarlos hemos desarrollado artefactos
abstractos tales como las matemáticas, basándose en el estudio de las propiedades invariantes que son
observables; por ejemplo, en el fenómeno de la luz, las cuales han dado lugar a
constructos como la teoría de grupos
que han sido muy útiles para el entendimiento de lo más íntimo e ínfimo de la
materia que estudia la mecánica cuántica. Estas teorías tratan de dar sentido
sobre aquellas estructuras ocultas que pueblan y construyen el microcosmos
atómico. Dichas abstracciones han demostrado, como decíamos, ser muy útiles,
pero no solo eso, nos ponen en antecedentes para saber qué es realmente un
objeto sin necesidad de observarlo, aprovechando la tendencia de nuestra mente
a completar la información incompleta.
¿Puede
sernos útil estas apreciaciones aplicadas al mundo de la materia –constatable
perceptivamente o de manera abstracta- para la ideación –no ya la percepción-
de la nada? Si las ideas no están en la
mente, sino que…unas y otras están en la unión de mente y materia[1] ¿qué naturaleza y realidad tiene la
idea de la nada? Si aceptamos que la percepción se hace realidad para poder
adaptarse y navegar por el medio del universo mundo, ¿qué papel juega
–psicológico- la nanidad y el vacío en nuestra conciencia? Si reconocemos que
toda percepción –física o abstracta- es siempre dinámica, activa y que actúa
contra el caos y el azar en forma de información que posibilita nuestra
estancia física y mental en el mundo, ¿qué pinta en nuestra conciencia la idea
de la nada?
El
horror vacui acaso viene unido casi
siempre al terror de perder la memoria.
El orden de la información (para que sea esta recordada) proviene de
aquella lucha contra el desorden –la entropía, decíamos en entradas anteriores-
que bien podrían sumirnos en el olvido, si es que en verdad el orden de los lugares conservará el de las
cosas (decía Simónides de Ceos). Acaso, sin memoria, no sólo perderíamos la
relación y pauta del recurso informático de orden para tener las cosas en su
sitio, sino la cosa misma en un lugar donde nada impone regla ni conducta para su realidad misma ¿Acaso el
olvido no es sino la nada que hace posible la pérdida de sintonización de la
conciencia -o- con el mundo? Desde luego
desde aquí no hablamos de la memoria como un proceso mecánico más o menos
automatizado, sino como una transformación evolutiva que está estrechamente
fusionada con otros procesos mentales que diríanse compenetrar eso que llamamos
conciencia y que se nos ofrece vinculada íntimamente con el mundo a través de
la información que aparece en nuestra mente consciente e inconscientemente.
Hasta aquí, todo lo que no es vacío, es orden, memoria, información,
versatilidad, resolución de incertidumbre, cambio, vida en definitiva. ¿Cómo
casamos la idea de la nada –lo que no es, lo que es estático, inamovible, en
nuestra conciencia? ¿Y por qué, no obstante de su inquietante indefinición y
naturaleza, acudimos a ella en sus diversas manifestaciones abstractas
(matemáticas, lógicas, metafísicas…)? Daremos cuenta de todo esto en post
posteriores en este blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Shaw, R.
y McIntyre, M.: Algoristic Foundations to Cognitive Psychology, en Cognition
and the Symbolic Processes, Lawrance Erlbaum Associates Wiley, Nueva York,
1974, p. 360.
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