martes, 7 de septiembre de 2021

NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA VISITA

 Un nuevo relato que hará las delicias de los lectores sirve como nuevo post para la sección Narrativa del blog Ancile, de nuestro amigo y colaborador Pastor Aguiar, esta vez bajo el título, Nos vemos en la próxima visita.



NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA VISITA


 

Nos vemos en la próxima visita. Pastor Aguiar


_ Si hubieras visto los melones que yo tuve al fondo del patio. Me parece verlos todavía, como toros cebados. ¿Ves ese sofá? ¡Así de grande eran! Mira que a mí no hay quien me gane comiendo melón; pero uno de aquellos daba para cincuenta hombres.

_ Quizás no eran muy dulces.

_ ¿Qué no? Ay compadre, te emborrachaban de la dulzura, y rojos como una jovencita avergonzada. No creas que eran pocos, las guías se arrastraban por la esquina derecha del patio tratando de llegar a la casa, y alguna, al chocar con cualquier arbusto, trepaba por él y podías acariciar al melón colgante, ja ja, que se me antojaba la teta de una nube verde… lo que uno llega a imaginar, carajo.

_ ¿No te los robaban?

Nos vemos en la próxima visita. Pastor Aguiar
_ ¡Qué va!, yo les regalaba a los vecinos, los tenía que rodar tipo barriles. Pero fíjate hasta donde llega la rareza del ser humano, cuando iba al negocio de Domitilo y veía sus melones, me daba por tantearlos para imaginar su sabrosura. Siempre apartaba el más grande, que al fin y al cabo ni le llegaba al tobillo a uno de los míos. Pura manía, porque terminaba abriéndolo a medio camino de regreso, le daba unas mordidas y lo tiraba a un lado.

_ Milagro no siembras melones ahora.

_ Me desencanté a los pocos años, y no por ellos. Más bien fue una pelea que tuve por cuenta de la gata Reuma y mi mujer.

_ No me digas, chico, ¿y cómo fue la cosa?

_ Sabes que trabajo tres noches a la semana en lo de las pruebas de sueño. Pues esta vez estaba yo durmiendo después de la mala noche, serían las once de la mañana. Recuerdo que estuve soñando con tantos melones en el patio, que no me quedó más remedio que tender puentes entre ellos para poder caminar. Gozando mis visiones estaba cuando escuché voces extrañas en el portalito trasero. Salí con mi short de dormir y sin camisa, olvidando la dentadura al lado de la cama. Lo que vi parecía otro sueño, eran dos tipos agarrando a Reuma por las patas y una mujer de blanco cosiéndole la herida de la castración, pobre animalito, se lo ganó por andar en celo permanente, despertando al barrio con sus quejidos de chiquilla con hambre, decía “mamá” clarito. Pero para no cansarte, ya los veterinarios terminaban y querían irse a resolver una emergencia. Pidieron el cheque de ciento diez dólares. Mi mujer vio los cielos abiertos cuando me asomé y comenzó con aquello de “viejo, busca la chequera”. Imagina, yo medio dormido, desubicado en tiempo y espacio, qué chequera ni un carajo, no tenía la menor idea y me fui a registrar gavetas maldiciendo. En una de esas miré por la ventana y ya el trío estaba subido en su carro todavía reclamando la paga.

Nos vemos en la próxima visita. Pastor Aguiar

_ No imagino qué tiene que ver todo eso con tu renuncia a los melones.

_ Ya vas a ver. Yo estaba acumulando vapor como una locomotora, hecho una fiera porque no encontraba los malditos cheques, porque lo de la castración había sido por sorpresa, porque ya los cabrones daban pitazos desde el auto y eso sí que me sacó de quicio. Lo peor fue mi intento de vestirme durante la búsqueda, coño, pero todavía desnudo seguí registrando, y el pito con su jodedera. No pude aguantarme y eché manos al machete, que a ese sí lo tengo siempre a la vista. Salí al frente rumbo al carro de los cabrones hecho un león, con los cojones al aire, y fue remedio santo. Se perdieron en un santiamén, no sin antes aplastar una gallina del vecindario.

_ Bueno, pero te habrás desahogado.

_ No, para nada, no hallaba forma de calmarme, y el machete pedía sangre. Yo nunca había perdido el control de tal manera… creo que tantos desvelos, Reuma maullando en un rincón. Salí como alma que lleva el diablo hacia el melonar y comencé a destrozarlo a machetazo limpio. Si vieras cómo se rajaban dando gritos, cubriéndolo todo de pulpa roja que se me antojaba sangre. Ya te había dicho que eran melones gigantescos, de lo que puedes visualizar el mar de pulpa que se fue levantando hasta sobrepasar mis rodillas, con los trozos de cáscaras a manera de peces entre las piernas que ya me flaqueaban, hasta que caí sobre la mitad del último melón, prendido a él como a un salvavidas. Para entonces llegaba la ambulancia con los loqueros. Lo demás lo sabes, esquizofrenia paranoide, electroshocks, pastillas que escondo debajo del colchón, y gracias a que tú me traes medio litro de ron en ese pomito con el letreo de jugo de manzanas. Bueno, creo que se acabó la visita, nos vemos la próxima semana.

 

 

 

Pastor Aguiar





Nos vemos en la próxima visita. Pastor Aguiar

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