Traemos un nuevo post para la sección de Editoriales amigas, que hemos denominado; Tajo a Fondo perdido, que el el título del nuevo libro de nuestro querido amigo Manuel Vergara, poeta y escritor que nos regala esta nueva colección de textos que ha editado con el buen gusto que le caracteriza la editorial Alhulia, para su colección Syl-laba, colección de poesía, y que nosotros extractamos con algunos textos, y donde la figura del admirado Rilke hace acto poético de presencia. Libro que recomendamos por la armónica conjunción de bella edición y extraordinaria literatura.
¿ENMENDAROS LA PLANA?
Fragmento
Aún a riesgo de equivocarse tiene uno la
impresión de que, hasta el intérprete más
autorizado, pudiera —con toda erudición (¿a
causa de ella?)—, errar el tiro al «explicar»
la obra de un poeta. Qué criterio seguir: ¿dar
por buenas sus
prosas, o comulgar sin más
con la poesía?
Haciendo sólo «la obra de los ojos», es
fácil separar corazón de pensamiento, sujeto
de objeto, yo de tú… ¿Cómo puede decirse,
por ejemplo, que: el continuo interpelar a un
«tú» sin nombre (es) el síntoma dramático de
un soliloquio alienante? (J. M. Cuesta Abad:
La Novena
Elegía. Lo decible y lo indecible
en Rilke) ¿Acaso el no tener enfilado un receptor
hace de la
oración/poema «emisiones sin
destino»?
En cuanto al
sujeto-emisor: ¿No hubo santos
—«locos de Dios»—
que iban como pollo sin
cabeza. ¿Acaso fue
lo suyo pura pose?
De qué puede servir que, en alabanza,
mi yo sea «yo» y reclame: Estoy hablando;
soy tu emisor ¡escucha!
¿De qué sirve visor,
televisor, una bocina si, abierto
lo Sin-No, ya tu palabra prácticamente es
dardo…, si la dejas —precomprensión—,
en paz? Soplo en el viento de Dios
¡Qué maravilla no ser tomada en serio!:
Despojada —corto de acá o allá—; de puro
ascua, sube del corazón viva centella.
Ni alienación ni drama: ¿No ha «inventado»
Rilke —«obra del corazón»— lo Abierto?
Pues así es como él se libra de lo que era
inevitable «destino: estar enfrente y nada más
que eso / y siempre enfrente.» Se acabó el
que
haya dos («partición originaria», para Hölderlin),
dentro del «yo»
reflejo. Y, sobre todo, se
acabó que el «Tú» de Dios deba estar
posicionado justo enfrente (emisor-receptor)
para que, a juicio del «censor», la oración
sea como dios manda…dentro de los límites
de la mera-puñetera-razón.
PALABRAS MENORES
Tú eres muy de palabras
menores;
suspendías
la Historia de
Inglaterra,las dos Gue-
rras Mundiales: Te interesan
sólo según qué cosas. Por encima
del número tú fluyes
el día a día: El tiempo
se hace más
canalsur.
Te llevo
viendo
la tira: Ya apuntabas
maneras; a aquel cuerpo,
—recuerdo que eras tú—, ya se le daba
domesticar el tiempo.
Aquí
me tienes:
Soy tu aprendiz
¿Ideas?:
ni claras ni distintas ¿cartesiano?:
todo fluye redondo; adiós muy buenas,
diosa Razón.
¿Palabras?:
Mi casa, corazón, bebe tu tiempo.
POR ENCIMA DEL
NÚMERO
«las montañas
abiertas
para entonar los
Salmos»
(Rilke)
Llevo anotado un
mundo en mi cuaderno
donde ser mi decir; mi predicado
verbal.
Soy
disco duro
de un mayo que mayea (azul a chovas
la aurora), la rondalla,
las voces infantiles y los velos
blancos inmaculados (¿y los besos?),
de aquellas, las distantes,
amadas. Era un sueño:
(en verdad gritaste puro); hay un aromo,
las calles empedradas.
Trepanaran
mi alma:
encontrarían
muros de piedra seca, manantiales,
aires quintaesenciados, geologías
heroicas y una casi
febril melancolía:
Por encima
del número está el ángel,
la dulce pura nada: Ensimismadas
—¡oh libertad, mi Ronda!—, desmesuras.
Manuel Vergara
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