lunes, 8 de julio de 2024

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, OBRAS COMPLETAS, POESÍA

 Hemos seleccionado un puñado de poemas del maravilloso volumen, el quinto, de las Obras Completas de José Jiménez Lozano, para la sección de Poesía del blog Ancile, editado con la calidad y belleza acostumbradas por la Fundación Jorge Guillen de Valladolid. Introducimos dichos poemas con el párrafo inicial del prologuista de este volumen, Fermín Herrero, para que, con esta breve muestra, pueda nuestro lector hacerse una idea de la hermosa totalidad de este volumen y de todos los demás que componen estas Obras completas, las cuales recomendamos con verdadera pasión, dada la excelsa calidad del autor y la no menos impresionante factura de la edición.












De la obra de José Jiménez Lozano puede decirse, como Borges afirmara de la de Quevedo, y aun con más razón, que constituye toda una literatura. Y qué literatura, sin igual en nuestras letras, tan extensa como intensa, de una hondura y, al mismo tiempo, verticalidad trascendente, en verdad asombrosas. Salvo el dramático, Jiménez Lozano frecuentó todos los géneros, con la particularidad de que en cada uno de ellos parece un escritor distinto —a tal punto se ciñe a las poéticas correspondientes— y por com­pleto original, difícil asimilarlo específicamente, ni en sus relatos, ni en sus novelas, ni en sus diarios, con ningún autor, pese a que su escritura se integra y fructifica en la tradición del castellano, a la que siempre se atuvo.


Fermín Herrero

Prólogo (fragmento)











LA LUNA ROJA


Cuando la luna es niña

su alto y plateado rostro

te observa imperturbable

como el ojo de un dios.

Mas luego crece roja

 y es un volcán de ira.

Asomada a las bardas

de tu jardín te increpa,

te urge, te interroga

o incendia la cresta de los pinos.

Se torna justiciera

cual los hombres.











DESAYUNO EN EL JARDÍN

 

Mira, cada mañana

la umbría del tilo, el olmo,

el sauce, la morera,

el castaño y el pino

¡cuán perfumada y pura!

Sobre la hierba consolada

por la noche, nueva,

el olor a Génesis te acoge;

y las tostadas, el periódico,

el bordado mantel, la taza

del café y Hesíodo.

Estrenas, ahora, el mundo,

¿me oyes ? Sé digno enteramente

 de esta hora. Y luego

 de las otras más duras

 como puntas de lanza.




LOS BÁRBAROS

 


¿Y si vienen los bárbaros?

¿Cómo podría defenderme

con un puñal lleno de herrumbre,

un libro amarillento,

el jardín de las lilas y alhelíes,

o la luz de Rembrandt ?

Mas, si llegan al alba,

estaré esperándolos vestido

con el té perfumado en la tetera

azul de China y con Erasmo.

Al menos el rocío, su repulsa

de irisado cristal elevará

 contra los borceguíes que lo pisen,

y yo tendré cien ejércitos de ojos,

 implacables testigos.




EL GATO

 



Mira a monseñor el gato,

cuando, adormilado, abre

de vez en cuando un ojo.

Es un discípulo de Berkeley,

sueña el mundo, y, a intervalos

vigila por si se ha ido.

Aunque no le importe nada; lo hace

por puro hábito de escuela.







EL GATO DE SPINOZA

 

En Ça qui conceme les choses

humaines, ne pas rire, ne pas

pleurer, ne fas s’indigner, mais

comfrendre.

 

Baruch de Spinoza

 

 

La casa de Espinosa

es particular,

no tiene tristeza

como las demás.

El viejo judío,

cuando pule lentes,

se fuma una pipa

y escribe papeles.

O se está tranquilo

el mundo resbala,

y un gato le espera

sentado en la sala.

Es doctor político,

y también teológico,

no caza ratones,

ni lee los periódicos.

Sólo hace preguntas,

alzando la cola

—geometría y ética—

se pasan las horas.








VÍA LÁCTEA

 

Un gorrioncillo se esforzaba

por quebrar la gélida corteza

de un jardín de invierno, en busca

de un gusano, una semilla.

Como los hombres contra el cristal del cielo

miran encandilada la Vía Láctea,

por si esa luz viene de lo Alto,

según pensaban los antiguos.

Vanamente.




NOCHE DE ESTÍO


Una noche así, en su negrura,

 la lámpara de plata iluminando

 mi duda y un poco de esperanza,

 es como un antiguo santuario ya en desuso.

 Pero ahí, aún se oye, lento,

 el paso cansado de los dioses.

¿O es sólo el cárabo en vigilia

 de mis pensamientos ?





José Jiménez Lozano







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