martes, 10 de diciembre de 2024

LA PALABRA, VERDAD EN EL SUFRIMIENTO

 Indagando en el orden (o en el caos) de lo sufrido, sondeamos la verdad que reside en el silencio, surge este post para la sección de Pensamiento del blog Ancile, y todo bajo el título de: La palabra, la verdad en el sufrimiento.

LA PALABRA, 

VERDAD EN EL SUFRIMIENTO


La palabra, la verdad en el sufrimiento. Francisco Acuyo



Recordaba en este punto la frase de Juan de Gante moribundo, en el Ricardo II de Shakespeare, cuando decía: Cuando las palabras son raras, raramente se gastan en vano, porque aquellos que exhalan sus palabras en el sufrimiento, exhalan la verdad. 1   En cierto modo, escuchar el silencio de la nada, al umbral mismo de la muerte, era entrever la dimensión de lo que otrora me pareció un misterio, y del que Leopardi, pensador y sobre todo excelso poeta, hacía admoniciones varias cuando hablaba de que, en la nada tiene el origen y el principio todas las cosas. 2 Considerar la nada como matriz fecunda, no menos me hizo reflexionar sobre la consideración del mundo como voluntad y representación,3  sobre todo al situar el silencio de la nada fuera de este ámbito secular, y siendo esta lo único que permanece, para determinar, al fin, la creación manifiesta en el arte como vía salvación y de contemplación desinteresada con la que superar el nihilismo angustioso de una nada que es lo que al fin prevalece, y por tanto su nativa residencia. Pero también advertí una contradicción: si el mundo es voluntad y representación, no será posible ni este ni aquella sin la advertencia de una conciencia que haga posibles a ambos. Y, seguía, coligiendo que aquella nada no podría ser sin ser a través de la misma conciencia; conciencia, no obstante, que no es ni puede ser egóica. Más adelante aclararé esta deducción que puede parecer cuando menos extraña.

La palabra, la verdad en el sufrimiento. Francisco Acuyo
Es muy cierto que, cuando en ocasiones expresa el poeta sus emociones, anhelos, indagaciones íntimas…, aquello que denominamos soledad adquiere una fuerza pujante que se manifiesta necesidad mucho más que considerable, imprescindible, si es que el ejercicio creativo normalmente se realiza en una ausencia (¿de saber conceptual y lógico?) preponderante. De aquí, que me amonestaba muchas veces pensando en las relaciones de la soledad con la ausencia, con el silencio, con el vacío, con la nada. También que todas estas aproximaciones no perdían el norte de la subjetividad (que no es otra cosa que reflejo de la conciencia) y que en ella basaba sus límites y grandeza el propio ejercicio poético. Es más, el límite de lo decible poético es la certeza de un dominio inabordable que, no obstante, pertenece a la conciencia como algo que no es sino silencio, lo que es lo mismo, nada de lo que inútilmente tratamos de dialogar, y no es posible porque esa conciencia que creemos de nuestro yo, en realidad lo trasciende, con lo que la poesía, en ocasiones, excepcionalmente, nos pone en contacto. Pone aquella en evidencia que lo considerado en su realidad no son más que sombras de lo que no existe. La poesía es la negación de nuestro yo racional (sujeto al mundo de la distinción del que contempla y es contemplado, del objeto y del sujeto), pues nos sumerge en un fondo de conciencia mucho más profundo que aquel al que suponemos acceder con nuestro yo racional, porque será conciencia fuera de todo tiempo y de todo espacio.


Francisco Acuyo




  Shakesperare, W.: Obras completas, Volumen VI, Ricardo II, acto segundo, Aguilar, Madrid, 1982, pág.21.
  Leopardi, G.: Zibaldone de pensamientos, Tusquet, Barcelona, 1990.
  Schopenhauer, A.: El mundo como voluntad y representación, Alianza Editorial, Madrid, 2010.




La palabra, la verdad en el sufrimiento. Francisco Acuyo


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