Recuperamos para la sección de Poesía del blog Ancile, el poema intitulado: En el corazón del Bosco, que en su día dedicamos al recientemente desaparecido artista Miguel Rodríguez Acosta, y que en homenaje suyo traemos para la ocasión.
PARA MIGUEL RODRÍGUEZ ACOSTA:
EN EL CORAZÓN DEL BOSCO
pse dixit et facta sunt
Ipse mandavit et creata sunt
Salmos, 198,5
A Miguel Rodríguez Acosta
LIRIO finge y alhelí
febril la fantasía,
si del jardín no artífice
desliz de su delicia.
Finge la adormidera
sopor: casi ceniza,
de una llama que sueño
fue de la nieve y vida.
Rosa dicen y nardo
y magnolia y glicínea,
injurias de la carne
son, si alma en sus caricias.
Demoñuelos, quimeras,
brujas y sabandijas;
retruécanos, proverbios
en herético clima;
si burla es delirante,
de bestias dinastía,
y deleites sulfúreos
su horno de ígnea alquimia.
EL tormento del réprobo
en la grisalla pinta
para la iglesia (nunca
sinagoga judía),
ingeniosos caprichos
cuyas figuras híbridas
en el aqua vitae
se cuecen renacidas,
potajes y guisados
sermón híbrido pintan,
sueños de la razón
sobre la imagen bíblica
que en los celajes del óleo
sus monstruos exorciza.
La piel de la pintura
una luz acaricia
con temple musical;
la sombra ya matiza
el color de una música
que en el lienzo se irisa.
Busco el significado
de la esfera perspicua
en cuya transparencia
invisible designa
satirizante espíritu,
macabro moralista
que en el séptimo sello
del Dante se ensimisma.
*
Tu admonición es clara
sobre el oscuro enigma
que el: cave, cave dus vide,
panóptico nos mira.
Tabla de vana gloria
en bruma apocalíptica
que del kermes central
arde panoplia críptica,
o infierno musical
que el color adamita
figura sobre un fondo
que ymago mundis pinta.
Viste del más allá
la filiación divina,
y en la luz del empíreo
la sombra antagonista.
Satanás de la verde
mirada que, entre víboras,
escuerzos y dragones
la Comedia Divina
de la visio tundali,
en sus paneles tizna
vívidos, sobre un orbe
que el mundo totaliza.
Penitentes, esfinges…
en cromática orgía
no al adepto en su rito
ultraterreno inicia;
el refrán y el proverbio
son la topografía
de un pasaje que el tiempo
en el espacio estira.
Un ángel, entre tanto,
por el jardín omnímoda
forma niega o concede
según cambiar le incita:
entre figuras varias
la luz se reconcilia
para la sombra en alma
lejana cercanía.
El ángel, lirio entonces,
del fuego la delicia
hizo, si del jardín
no, de la ígnea ceniza:
vio en el jardín acaso
otro ángel que escribía
sobre las azucenas
coloreada una rima:
bate la eternidad
corriente infinita
en playa cuyas arenas
son del tiempo la orilla.
Francisco Acuyo