Bajo el título, Una sombra, una ficción, que es el mismo del último libro editado por nuestra querida amiga y admirada poeta Rosaura Álvarez, traemos un nuevo post para la sección, Editoriales amigas, del blog Ancile. Título editado impecablemente por la editorial de la Fundación Jorge Guillén de Valladolid, para su colección Cortaelaire, en su número 90, y que desde aquí recomendamos por la excelsitud de sus poemas y por la primorosa edición con la que nos acostumbra esta querida editorial vallisoletana. Una brevísima muestra damos con estos pocos pero hermosos poemas.
viernes, 28 de febrero de 2025
UNA SOMBRA, UNA FICCIÓN, DE ROSAURA ÁLVAREZ
martes, 25 de febrero de 2025
ANTIKARIA, POR MANUEL VERGARA CARVAJAL
Para la sección De juicios y apotegmas del blog Ancile, traemos una reflexión harto interesante de nuestro querido amigo,, Manuel Vergara Carvajal, escritor y poeta que intitula este apunte como Antikaria.
ANTIKARIA,
POR MANUEL VERGARA CARVAJAL
No puede uno sino darle la razón al arqueólogo
municipal, Manuel Romero, cuando te resume el tema de su especialidad diciendo:
“los romanos eran como nosotros”. La mejor prueba de ello, quiere uno pensar -y
esto será a primera vista poco académico-, es que aún nos gustan las mismas. La
Venus de Antequera (decir “de la estación” suena a renfe) es lo más exquisito
que guarda el MVCA: está muy lejos de ser un retrato realista al estilo romano;
es la expresión plástica de una “idea” en el sentido de modelo ideal, eterno e
inmutable (canon), tal como lo teorizó Platón.
Poner semejante figura en la isleta de un
jardín inundado hace de la Villa de la Estación algo diferente a un pretencioso
chalet por cuyo césped retozaran los siete enanitos: El orgulloso dueño romano
(Dominus) de semejante “domus” podría ser todo lo rico en olivos que se
quisiera, pero se remite modestamente a los griegos -pueblo conquistado por
Roma tres o cuatro siglos atrás- como a sus auténticos maestros.
A
nosotros, veinte siglos después, nos siguen gustando esas crenchas de pelo
levemente ondulado, la mirada melancólica, nariz recta, boca entreabierta,
barbilla voluntariosa. Esto es así porque, a través de Roma… venimos de padres griegos. Nunca se dirá lo bastante
la importancia de este hecho: “La tarea de la cultura, quiero decir de la
cultura antigua, es esencialmente una operación de nutrición” (Charles Péguy).
Es como mirar, en las viejas fotos de
familia, desde qué raíces crecemos.
Antequera 17/2/2025 Manuel Vergara Carvajal
jueves, 20 de febrero de 2025
EL MAL, AROMA DE LA NADA. EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO, DE FRANCISCO ACUYO
En el acto intervendrán el editor, Juan José Martín Ramos, que acude a Granada para la ocasión; el catedrático de la Universidad de Granada, Antonio Sánchez Trigueros; y el propio autor del libro, Francisco Acuyo.
EL MAL, AROMA DE LA
NADA.
(EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO)
Si para Ana Arendt, una de las manifestaciones del mal en el
mundo (el exterminio de judíos en la 2ª guerra mundial), no era sino una
muestra evidente de la banalidad del mal en, El mal, aroma de la nada,
el sufrimiento abarca un espectro mucho más amplio y se arraiga en las
profundidades de la conciencia humana, no tanto en la imposición de este por
otro ser humano, como en la presencia inevitable del sufrimiento en el mundo.
Es este un ejercicio, en cierto modo, de ingenuidad filosófica: es un poeta el
que reflexiona sobre el dolor en el universo en sus diversas y muy complejas
manifestaciones.
Para quien
les habla, el sufrimiento es acaso uno de los más grandes misterios con los que
tiene que confrontar la estirpe del hombre. Misterio que arraiga en los más
hondo de nuestras conciencias y que, paradójicamente, habilita para la
aprehensión de otros de los más extraños enigmas como es el fenómeno de la
belleza. ¿Cómo pueden convivir el dolor con la realidad incontestable de la
belleza manifiesta en la propia naturaleza, tan cruel, muchas veces, en el
impulso creativo del artista para generar hermosura en su producto artístico, y
un largo etcétera de maneras de presentarse entre tanto dolor esta apreciación
consciente de la belleza?
Conciencia,
creación, dolor, belleza, aparecen vinculadas de manera extraña en nuestro
tránsito existencial. El dolor parece afinar el sentido, la sensibilidad de
nuestra conciencia hacia la profundidad de otros ámbitos de nuestra misma
conciencia: la belleza aparece más nítida, la capacidad creativa en no pocos
casos, se desborda para buscar una razón de ser, un sentido, incluso una
trascendencia. El dolor nos pone alertadel supuesto
exterminio de nuestras respuestas naturales del espíritu para evolucionar,
crecer e incluso ser creativos ante las adversidades que, sin duda, llegan y
llegarán a nuestras vidas de muy diferentes maneras. La poesía, el arte, nos
enfrentan y nos inducen de manera integradora, sutil e inherente a nuestra
naturaleza y, a un tiempo, transigente a las problemáticas inevitables del
sufrimiento, pues nos ayudan confrontar con serenidad el devenir de todas
ellas.
Decía el poeta Novalis que, cada
desastre de la naturaleza es el recuerdo de una patria superior; es por eso
que el sufrimiento, en su extraña intercesión, muchas veces es el que inspira a
la humanidad a hollar caminos superiores y trascendentes, acaso sea ese el
significado más profundo del dolor, que es precisamente, el que fortalece la
voluntad para cumplimiento de alivio o de curación.
Cuántas veces la ciencia ha impuesto
un severo correctivo a la superstición y a la intemperancia de no pocas
creencias y folclores varios, pero, antes de proseguir deberíamos hacer una
seria reflexión: ¿Es cierto que la edad de los milagros ha pasado, y, por
tanto, es menester que admitamos que las cosas se perfeccionan y componen y se
realizan por sus propios medios obligados a la ley de la causa y el efecto?
Puede que esto no esté tan claro como en el juicio de la razón científica
prevalece. Más allá de la eterna
cuestión de si la vida tiene o no sentido, o si merece la pena vivirla en
virtud del significado que encontremos en ella, subyace un impulso arrollador
que no debe y no puede reprimirse, pues, es paralelo a la dinámica de la vida
misma que se resuelve creativamente: debemos realizarnos, conformarnos, en
definitiva, ser, y la senda del crecimiento creativo es esencial. Esto nos lo
enseña precisamente el mal del sufrimiento.
La crisis de la enfermedad y toda la progenie de
males que proviene y se engendran de diversas e inconscientes querellas y
disensiones, pueden manifestarse en la crisis del creador dando forma a su
obra, y esta, resultando auténtica catarsis con la que afrontar su trastorno o
la de enfrentar la obra de arte como alivio potencial. Esta energía creativa,
que puede ser terapéutica, está fundada en lo más hondo de la conciencia
(concepto amplio en el que nosotros incluimos los infamantes procesos
inconscientes).
Es en verdad paradójico que, con argumentos más o menos razonables, se haya dicho que el sufrimiento ha sido el que inspiró a la humanidad el sentimiento religioso. Sobre todo, cuando, por otra parte, ha sido el dolor de los justos e inocentes el argumento más utilizado para negar la existencia de Dios. De hecho, desde antaño, el sin sentido del sufrimiento, pongamos de la enfermedad, ha estado en manos de los dioses procurarlo o eliminarlo. Dicho esto, cabría reflexionar si, a día de hoy no nos ata todavía un ancestral vínculo hacia una potencial y enigmática curación natural, que sobrepuja ¿inconscientemente? sus expectativas frente al restablecimiento por mor del método netamente científico.
Este librito no pretende sino dar cuenta de la lógica del dolor y la irracionalidad del mal que, a mí, como a todo ser consciente, ha castigado mi devenir existencial, pero que también ha iluminado aspectos de la vida que permanecían inconscientes. Pero no se llamen a engaño, si esperan ver en es este título una posición de optimismo metafísico que por cierto ridiculizaba Voltaire en su espléndido Cándido), porque en el discurso del mismo, traslucirá su presencia la angustia, la incomprensión y el sufrimiento porque están patentes y, aunque no se aceptan, sí, sin heroísmo, trato de afrontarlos con la dignidad que me da el poder y la conciencia de distinguir la capacidad de deducir un ethos, una ética, para confrontarlos y superarlos en la medida de lo posible.No puede ser este un libro de filosofía,
fundamentalmente porque no soy filósofo, ni aspira a sistemática de pensamiento
alguno tras estas reflexiones, de hecho, es el fundamento poético en el que se
radican todos y cada uno de estos pensamientos, aunque incidan lógicamente en
el ámbito de la filosofía.
Tengo que confesar, finalmente, que, sin
creyente convencido, ha sido la percepción del caos, del sinsentido, del dolor
que desgarra nuestras vidas, del hundimiento nihilista más profundo, navegando
sin rumbo en las procelosas aguas de la nada, donde he atisbado las hondas
contradicciones del discurso racional y de los propios límites inevitables que
debe afrontar la ciencia a la hora de dar respuesta a estas inquietantes
preocupaciones; sí estas son las que las me han llevado, desde su profunda sima, a intuir la luz de
una trascendencia que no sé explicar sino es a través del mito y de la
indagación de la poesía.
He aquí una semblanza muy resumida de lo que
el lector podrá encontrar en la brevedad de estas páginas que conforman este
libro y que no quieren sino ser compartidas sin ningún anhelo erudito sino más
bien, profundamente poético, que es decir emocional, pero también inocentemente
investido con un aura de cierta y muy ingenua trascendencia.
Francisco Acuyo
martes, 18 de febrero de 2025
ESPARCIMIENTOS, POR ANTONIO CARVAJAL
Para la sección de Extractos críticos del blog Ancile, traemos un texto de Antonio Carvajal y el poema de Rosaura Álvarez, Hotel del Duque, que Carvajal expone en versión con la amplitud necesaria, según escenario evocado y las vivencias añoradas, y todo bajo el título: Esparcimientos.
ESPARCIMIENTOS,
POR ANTONIO CARVAJAL
En lugares muy distintos y en circunstancias diversas he leído el poema “Hotel del Duque” de Rosaura Álvarez; la más reciente ha sido la versión que Manuel Titos ofrece en Poemas para Sierra Nevada y la Alpujarra, en cuya página 509 la disposición tipográfica no mantiene los espacios que enmarcan el verso “Por sus espacios, me he perdido plena”, con lo que se angostan los lugares y los tiempos evocados, como bien sabemos por los comentarios que Antonio Sánchez Trigueros hizo al rotundo “¡No!” que Rubén Darío le dirigió al presidente yanki Teodoro Roosvelt (certero cazador con rifle), cuyos amplios blancos le pedía al poeta a Juan Ramón Jiménez que cuidara en la publicación. En la reciente edición de Una sombra, una ficción (Valladolid, Fundación Jorge Guillén, 2024), cuyo calderoniano título desmiente el vivo y no deletéreo amor que la poeta manifiesta en el poema “Nupcias” (aprovecho para recomendar con fervor la lectura de esta obra), el verso respira libremente por delante, pero queda al pie de su columna en la página 56 y el alto engarce con la p. 57 parece ir de seguido. No es así. Leí el poema por primera vez, en casa del profesor Rosario Trovato, en la pantalla del ordenador, recién recibido en Misterbianco para incrementar la selección que conforma Meriggiare, la excelente antología bilingüe publicada por Algra Editore. Esta es la versión que ofrezco para que el poema se lea con la amplitud necesaria y se esparza con toda la amplitud que requieren el escenario evocado y las vivencias añoradas. La poesía hay que editarla con minucioso amor, no es un picoteo de consumo para pajarillos atrapados en las redes, sino solaz de la mente, como el profesor Trovato marca al elegir por título esta palabra en el uso de Eugenio Montale: “meriggiare pallido e assorto”, un sestear absorto a media luz.
EL HOTEL DEL DUQUE
(SIERRA NEVADA)
Enamorado desde niño estaba.
Su arte, nevadas cumbres, su historia
eran espejos de belleza pura
donde mirarse y ser, donde quedar.
Julio Quesada-Cañaveral y Piédrola
–amante de Granada el más fecundo–,
prócer de la nobleza, títulos ostentaba:
Duque de San Pedro de Galatino,
Conde de Benalúa, Señor de Láchar.
Con tenaz osadía,
vida otorgó a su más hermoso sueño:
Tranvía hasta la Sierra.
En su trayecto, hotel bello y oculto,
exuberante el verde,
la vista dilatada, sonorosas
las aguas, los aromas penetrantes,
perfecta su altitud. Proximidad
convenida al gran hotel del que fuese
subsidiario: suntuoso Alhambra Palace.
Prestante, el edificio aún conserva
arquitectura exacta. Sus estancias
fastos lujosos transpiran: placeres
de molicie, esparcimientos vedados.
Por sus espacios, me he perdido plena.
Aquí y allá: recónditos jardines,
esculturas de Navas, castaños abundosos,
el nogal, los cerezos, las moreras,
un águila real meciendo cielo.
En galería principal,
retrato ilustre del Duque.
Muere la tarde. Me asiento en el porche.
Al frente, pilar en piedra tallada,
lucir de las luciérnagas; al fondo,
susurros del Genil en el Barranco.
Es junio. Un leve sopor me enajena
dejando mis sentidos transportados.
Y en dulce ensoñación desando el tiempo:
Desde el salón de baile,
de un vals llegan compases,
los efluvios de habanos,
los caldos olorosos.
Es noche de S. Juan. Bajo la luna,
intensos brillos del lamé,
charol y risas compitiendo…
El alba ya se anuncia.
Cansancio de los rostros.
En fausto carruaje, el duque se retira.
Volviendo la cabeza lo contempla,
lo sabe fiel testigo de su gloria.
Próximo un mirlo, seducido,
nostalgias canta.
La poeta canta una nostalgia que el traductor omite porque a oídos sordos llegaría en Italia, la dedicatoria a Lolita Ibarra, amiga tan querida.
viernes, 14 de febrero de 2025
TODO ES SIEMPRE AHORA
Abundando sobre cuestiones diversas que atañen al concepto inventado (¿giro nuevo, neologismo?) de nanidad, para la sección de Pensamiento del blog Ancile, bajo el título: Todo es siempre ahora.
TODO ES SIEMPRE AHORA
Un intento poético célebre para significar esa intuición de la nada del silencio, pudo traducirse en una suerte de conciencia intemporal, acaso refleja en aquellos versos de Cuatro Cuartetos de cuerda: //O digamos que el fin precede al principio // y el fin y el principio estuvieron siempre ahí // antes del principio y después del fin// y todo es siempre ahora.*
Atendiendo al fenómeno de la sinestesia en la poesía, puede constatar que aquello que percibimos y creemos real puede no serlo. Se puede perder de vista lo que es o que puede que sea. No podemos afirmar con la percepción una evidencia entre la panoplia de posibilidades que abre (en su silenciosa nanidad) el verso sinestésico, en el que se diluyen o transponen los sentidos, como si ese silencio del vacío escapase a la propia conciencia personal y fuese genuina de una conciencia que personalmente no nos pertenece y que nos trasciende y no podemos siquiera nombrar, donde, en fin la sinestesia poética es satélite del silencio de la nada que disuelve ilusoriamente los lazos que creímos sensibles claramente en la existencia.
A través de la atención al fenómeno sinéstesico, paradójicamente podemos comprobar que las formas y atributos que podemos sensorialmente afirmar no son los que pudieran mostrar realmente lo primordial. Cada forma atribuida por la sensación no es más que un fantasma que impide saber realmente que es el ser que la constituye. No hay pues, constancia de objetos puros, porque lo que contemplamos no es sino un dominio de sombras que nos advierte el lenguaje poético, que indagamos en un territorio de frontera, donde ni siquiera la percepción de los sentidos se puede parcelar y cerrar en divisoria alguna. Pero también, que la diferencia de lo perceptible es la semejanza misma que conforma lo sensible. Por todo ello será que el poeta que acude a la sinestesia pone de relieve que es el silencio de la nada el que en realidad se observa, un vacío en el que se potencia lo que infinitamente puede ser conformado.
Francisco Acuyo
martes, 11 de febrero de 2025
SOLEDAD, SILENCIO, AUSENCIA: REFLEJOS DE LA NADA
Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevo pos en el que se reflexiona sobre la creación y el silencio de la nada, y todo bajo el título: Soledad, silencio, ausencia: reflejos de la nada.
SOLEDAD, SILENCIO, AUSENCIA:
REFLEJOS DE LA NADA
Es muy cierto que, cuando en ocasiones expresa el poeta sus emociones, anhelos, indagaciones íntimas…, aquello que denominamos soledad adquiere una fuerza pujante que se manifiesta necesidad mucho más que considerable, imprescindible, si es que el ejercicio creativo normalmente se realiza en una ausencia (¿de saber conceptual y lógico?) preponderante. De aquí, que me amonestaba muchas veces pensando en las relaciones de la soledad con la ausencia, con el silencio, con el vacío, con la nada. También que todas estas aproximaciones no perdían el norte de la subjetividad (que no es otra cosa que reflejo de la conciencia) y que en ella basaba sus límites y grandeza el propio ejercicio poético. Es más, el límite de lo decible poético es la certeza de un dominio inabordable que, no obstante, pertenece a la conciencia como algo que no es sino silencio, lo que es lo mismo, nada de lo que inútilmente tratamos de dialogar, y no es posible porque esa conciencia que creemos de nuestro yo, en realidad lo trasciende, con lo que la poesía, en ocasiones, excepcionalmente, nos pone en contacto. Pone aquella en evidencia que lo considerado en su realidad no son más que sombras de lo que no existe. La poesía es la negación de nuestro yo racional (sujeto al mundo de la distinción del que contempla y es contemplado, del objeto y del sujeto), pues nos sumerge en un fondo de conciencia mucho más profundo que aquel al que suponemos acceder con nuestro yo racional, porque será conciencia fuera de todo tiempo y de todo espacio.
A través de la poesía fue que supe que aquello que creía que era el ser de las cosas, no era algo evidente. Más bien al contrario. No sabía lo que era ser ni tampoco su significado, no obstante, de no poder separar mi existencia de la experiencia que deviene conciencia personal del mundo, para comprender juntamente que el Daisen (el ser ahí heideggeriano) era en verdad el silencio de la nada, pero que, a diferencia de lo que pensaba Heidegger, en realidad es pariente de una conciencia que se sitúa más allá del tiempo y del espacio fenoménicos, que es en donde se ubican todas las potencialidades de ser.
Francisco Acuyo
jueves, 6 de febrero de 2025
ALQUIFE, HERENCIA DE UNA MIRADA UN HOMENAJE VISUAL Y EMOCIONAL AL FOTÓGRAFO Y MAESTRO FRANCISCO FERNÁNDEZ
Nos complace compartir con nuestros seguidores, para la sección de Noticias del blog Ancile, la primicia que ofrecemos en nuestro medio y que tiene que ver con la exposición que se celebra en la sede de La Corrala de Santiago, bajo el título: Alquife, herencia de una mirada,Un homenaje visual y emocional al fotógrafo y maestro Francisco Fernández, en homenaje al maestro de la fotografía Francisco Fernández, insigne artista y entrañable amigo, a quien echamos de menos cada día. Se inaugura el 6 de febrero y durará expuesta hasta el día 9 de marzo. Está patrocinada y producida por la Corrala de Santiago y la Universidad de Granada, con la colaboración del Centro Mediterráneo bajo el comisariado de los profesores Francisco Sánchez Montalbán y Rafael Pérez Cano. Os invitamos desde aquí para que busquéis un hueco y para disfrutar de una exposición fotográfica de referencia.
Esta exposición es un homenaje visual a las Minas de Alquife (Granada) a través de los ojos de fotógrafos que, bajo la dirección de Francisco Fernández, exploraron fotográficamente este espacio con una sensibilidad única. Reúne el trabajo de 16 fotógrafos pertenecientes al Taller de Fotografía de Autor, organizado por la Facultad de Bellas Artes y el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada: Carmen Giménez, FRAMUGAL, Gregorio Cervera, José Antolín Blanco, José Irinjo, José Manuel García Montes, José Vives JOVISUR, Juan Ramón Ferreiro, Mª Ángeles Jiménez Pino, Mª Isabel Montoya, Manuel Valenciano, Mariano Hernández Sánchez, Pepa Morente Barrera, Pilar Soler Peillet, Rafael Hoces y Teresa Montellano.
La exposición incluye, además, seis fotografías tomadas por Francisco Fernández en Alquife. Estas imágenes sirven como un punto de referencia y de fuente de inspiración para los componentes de este grupo. Francisco Fernández fue mucho más que un maestro; fue inspiración en el arte de captar lo esencial de la vida a través de la fotografía. Por eso, esta exposición quiere mostrar el alma de las minas de Alquife, a través de su legado y hablar de la memoria de un lugar que ha sido tan significativo en la historia de la región. El proyecto nace con esta idea de capturar emocionalmente la grandeza industrial y la dimensión humana del lugar para rescatar historias ocultas en los detalles o en las diferentes formas de mirar y expresar fotográficamente.
Las Minas de Alquife son un lugar emblemático y simbólico del auge industrial y todavía hoy se percibe lo que fue su importante proceso de transformación en la comarca, pero, a la vez, es también un lugar donde el tiempo parece haberse detenido y donde los fotógrafos encuentran motivos para reflexionar sobre el pasado y, sobre todo, descubrir narrativas en los vestigios de su memoria, en las historias de los hombres y mujeres que allí trabajaron y vivieron. Aunque cada fotógrafo ha tenido un enfoque propio, todos han compartido una voluntad común: dar testimonio de un pasado que sigue vivo en las fotografías y en la historia que cuentan.
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Francisco Fernández, por Javier Leal |
martes, 4 de febrero de 2025
PARA MIGUEL RODRÍGUEZ ACOSTA: EN EL CORAZÓN DEL BOSCO
Francisco Acuyo