lunes, 8 de octubre de 2012

BIRUTÉ CIPLIJAUSKAITÉ: ENTRE EL SOL Y LA DESPOSESIÓN.



Presentamos para nuestra sección de Jizo del blog Ancile, un interesantísimo trabajo en forma de entrevista llevado a cabo por la profesora Joëlle Guatelli Tedeschi dialogando con la eminente hispanista Biruté Ciplijauskaité sobre la labor de traducción. Recomendamos su lectura por ser francamente amena en unos diálogos esclarecedores sobre cuestiones que van desde la poesía, la traducción y las propias experiencias vitales de la entrevistada.



Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile




BIRUTÉ CIPLIJAUSKAITÉ: ENTRE 
EL SOL Y LA DESPOSESIÓN.
DE LA LABOR DE TRADUCTORA DE 
UNA HISPANISTA SINGULAR




Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile

La conjunción de unos factores muy especiales hicieron que el pasado noviembre se me brindara la oportunidad de poderle hacer a la gran hispanista de origen lituano y afincada en Estados Unidos, Biruté Ciplijauskaité, una entrevista. Entrevista que quise se centrara en su labor como traductora, aspecto poco conocido aunque de sumo interés de su incansable interrogación del misterio literario desde esta literatura española de la que ha sido en la segunda mitad del siglo XX, una de las más distinguidas propaladoras. Se dio en efecto la circunstancia de que Doña Biruté (¿Quién más que ella se merece este título de deferencia en el panorama del hispanismo americano actual?) acudiera a Granada, invitada por el comité organizador del VII Encuentro de Mujeres Poetas, celebrado entre el 6 y el 9 de Noviembre y esto, justo en vísperas de un foro internacional organizado por el grupo de investigación, «La traducción como comunicación intercultural» (HUM-589) de la facultad de Traducción e Interpretación sobre «Direccionalidad en traducción e interpretación». Foro que retomaba el impulso investigador acerca del controvertido fenómeno de la traducción hacia una lengua no materna (TNMT: translation into non-mother tongue»), lanzado por el primer congreso que sobre este tema se había celebrado en 1997 en Lubljiana (Eslovenia).
Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile
La profesora Ciplijauskaité pronunció la conferencia inaugural del Encuentro, sobre poesía española de mujeres y presentó además su libro de traducción Entre el sol y la desposesión (Universidad de Cádiz, 2002), antología al español de dos poetas lituanas, Janina Degutyté y Biruté Pukeleviciuté. Como profesora de traducción y estudiosa de la poesía española, no podía sino apasionarme el caso de esta universitaria que, sin ser de lengua española ni poeta, se atrevía en contra de las normas imperantes en el mundo de la traducción literaria y más aún poética, a traducir a dos compatriotas suyas. Por otra parte, suscitaba mi interés la armonización en su labor hermenéutica de dos formas muy próximas de indagación del fenómeno literario. la traducción y la crítica ya que, como se ha recalcado a menudo, traducir es llevar a cabo la exégesis más atenta y más responsable, porque habiendo desbaratado el poema para llegar hasta sus intimidades, el traductor lo tiene que volver a montar para que siga siendo un «artefacto absoluto». Me parecía además de justicia salir al encuentro de la aventura traductora de la señora Ciplijauskaité que le otorga, al lado de su rango de investigadora destacada, la dimensión de creadora conferida por la labor traductora conseguida. Por fin, ella, que no se cansó de facilitar el acceso al mundo literario español, invitaba esta vez a que se la siguiera en el universo todavía muy desconocido de las literaturas bálticas, en esta «tierra de poetas» que es Lituania –según lo escribe– y ante tal invitación no cabía sino la aceptación más calurosa. De ahí que no dudase en importunarla con una entrevista que a continuación presento y que tuvo lugar bajo las poco frecuentadas frondas del Jardín Botánico.

J.G.T: Señora Ciplijauskaité es usted una hispanista de renombre con voz autorizada en los ámbitos de la crítica de poesía en lengua española. Buena prueba de ello es su presencia como invitada de honor en este VII Encuentro de Mujeres Poetas en Granada. Antes de todo, me gustaría, para poder entender mejor su faceta de traductora poética, que nos indicara a grandes rasgos cuál ha sido su trayectoria vital y su relación de políglota con los idiomas que usted habla.
Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile
B.C.: Primero decir que yo no soy autoridad en nada porque como pertenezco a varios países y hago muchas cosas, no lo soy. En cuanto a las lenguas nací y me crié con la lituana, con mi lengua. A la edad de 14 años me marché de Lituania pero ya en Lituania teníamos una «fraulein» y había empezado a aprender el alemán. Salimos pues durante la guerra a Alemania que era el único país de escapada. Terminé allí el bachillerato pero en un instituto lituano, porque como había tantos lituanos, teníamos nuestro instituto. Luego, y esos son los absurdos de mi vida, empecé a aprender francés... francés en Alemania y sin tener ninguna intención de pasar a Francia porque eran tiempos donde uno no podía moverse. Luego hubo la posibilidad de emigrar al Canadá y menos mal que había estudiado francés porque fui al Canadá francés. Allí trabajé porque había que ganarse la vida, aunque era muy joven, pero por la noche empecé un cursillo de español. Por fin, un verano pude permitirme ir a Europa. Fui a Francia y alguien sugirió «¿Oye y porque no vas a ver España?». Y fui a España... la verdad es que sólo sabía un par de palabras y de literatura y cultura, casi nada. Estuve en un cursillo de verano en Jaca, oí cuatro conferencias sobre poesía española del siglo XX y... ¡fue el flechazo! Se me quedó muy claro que sin esto ya no podía vivir. Antes no me gustaba la poesía... pero estas conferencias que eran increíblemente buenas me iluminaron. Por esto le doy tanta importancia al profesor, ya que si sabe despertar el interés llega a influir mucho, muchísimo. Creo en el docente, en el investigador, aunque a veces en América estas dos figuras no tienen la relevancia adecuada porque no generan dinero. Bueno, el hecho es que cuando volví a Montreal ya tenía claro que me quería dedicar al español. Pero en Canadá entonces aún casi no había programas para graduarse en literatura española. Con todo, saqué mi licenciatura en la universidad de Montreal y pedí una beca en los Estados Unidos para el doctorado. Me la concedieron. Cuando terminé, como en Canadá no había posibilidad de enseñar, me quedé en los EE.UU y fui a enseñar a la Universidad de Wisconsin donde por desgracia me quedé –y digo por desgracia ya que en el Medio-Oeste no hay mucho ambiente de estudio–. Yo creo que hubiera hecho mucho más en mi vida de haberme ido al Este... bien es verdad que había otras ventajas como por ejemplo el hecho de que la vida es mucho más tranquila y había más tiempo para dedicarse personalmente al estudio. Ahora bien, cuando fui al Este un semestre a enseñar en Harvard, resultó ser un período muy fructífero, porque allí las ideas circulan. Di mis seminarios y escribí tres artículos. Siempre he enseñado literatura española y esto va con las lenguas, porque la enseñanza en los EE.UU. tiene esto de bueno que la literatura se da en la lengua del país. No daba clases en inglés, por esto considero que no conozco el inglés y jamás traduciría al inglés... del inglés sí pero al inglés, no. En cambio, 40 años hablando, enseñando en español es mucho... y lo más importante: la lectura, toda la lectura la hago en español... en alemán, en francés también mucho, pero en inglés menos.
J.G.T: ¿Entonces podríamos decir que la lengua española la siente usted casi como suya?
B.C: ¡No!, esto es lo malo... no tengo MI lengua. Salí de Lituania con 14 años. En casa sólo hablábamos en lituano y tenía un círculo de amigos lituanos... sólo cuando me fui a EE.UU. a estudiar para el doctorado perdí la práctica del lituano porque no tenía ya ni círculo ni tiempo. En América nadie nunca tiene tiempo y entonces me tuve que concentrar y pasé al español. Pero no puede ser lo mismo como en el caso de una lengua con la que se nace; uno no la ha vivido en la infancia, en lo entrañable, no la ha asimilado naturalmente. En cuanto al lituano, –que sigo considerando a pesar de todo como mi lengua–, lo que pasa es que no ha progresado desde que salí del país, no ha evolucionado de acuerdo con los tiempos. Cuando volví a Lituania, me di cuenta de que mi lituano era más puro, que mi pronunciación era mejor, porque los lituanos han acogido todos los rusismos y su pronunciación asimismo se ha resentido de la imposición del ruso. Ahora tengo que decir, en cuanto al conocimiento de la lengua que a mí, hoy, casi me resulta más fácil traducir al español que al lituano.
J.G.T: De esto precisamente quería hablar con usted. Es usted lituana, con formación en alemán y francés; el español ha sido el corazón de su quehacer profesional y su vida ha transcurrido en un país anglohablante. Ante tal riqueza idiomática, ¿cuáles han sido sus opciones de traducción?, ¿desde y hacia qué idioma ha ejercido su labor?
B.C.: Bueno, he traducido de muchos idiomas al lituano y he preparado, para la revista El Ciervo de Barcelona, dos números sobre las voces femeninas en poesía... uno era del oeste y el otro del este de Europa. Y ahí entraban muchas autoras, italianas, alemanas, francesas, inglesas etc. y esto se hizo hacia el español, como hacia el español traduje los poemas de mis compatriotas Degutyté y Pukeleviciuté. Por otra parte, también traduje poesía lituana al francés.
J.G.T.: ¿Cuándo empezó a traducir?... ¿Le entró pronto el «gusanillo» de la traducción poética?
Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile
B.C.: Creo que la primera cosa que traduje, o más bien que traduje con conciencia de que estaba traduciendo –y que resultó ser, creo yo, mi mejor traducción–, fue Platero y yo de Juan Ramón Jiménez al lituano en 1956. Todavía no estaba muy alejada de mi lengua y la traducción resultó muy bella. La hice a modo de regalo de navidad para mis amigos y luego se publicó en América.
J.G.T.: ¿Qué tipo de textos ha traducido... poesía, prosa literaria...?
B.C.: He traducido de todo... poesía por supuesto, prosa literaria y crítica literaria que es lo más fácil porque el lenguaje que usa es universal, no hay además ningún problema de belleza o ritmo, sino que lo importante es la claridad, la precisión . Ahora bien, no da nada, ni gusto, ni disgusto. En cambio, traducir un poema me cuesta muchísimo, pero si luego creo que lo he conseguido entonces el placer es muy grande.
J.G.T: Muy bien, pero en algunos de los casos a los que se ha referido anteriormente la traducción se hizo hacia su lengua materna. Cuando. en el caso del libro que presentó ayer, «Entre el sol y la desposesión», se trata de algo harto diferente, de una traducción que no está hecha hacia su lengua materna. ¿Qué es lo que la motivó a querer traducir los poemas de sus compatriotas a un idioma que no considera –así lo dijo hace un momento–, como algo propiamente suyo?

C.: ¡Ah, pues mire, yo me había prometido que jamás traduciría poesía al español porque yo no soy poeta... y la poesía es muy difícil de traducir! Pero, ¿dígame usted quien lo va a hacer, quién va a ponerse a traducir literatura o poesía lituana, si no lo hago yo a pesar de mis limitaciones? Es un sacrificio para mí, pero si no lo hago yo, nadie lo hará. Fue pues el deseo de dar a conocer, de ofrecer algo que creo que es muy bueno a gente que de otra forma no se podrían enterar de que esto existe ni siquiera. Lo hago por devoción por mi país, pongamos. Ahora bien, si hubiera mucha gente que lo pudiera hacer, entonces se lo dejaría a los poetas... ¿Para qué meterme si otros lo pueden hacer mejor?...
J.G.T.: Entramos aquí en el meollo de la gran polémica que se dirime en torno a la «traducción inversa», como se dice, o sea la traducción hacia una lengua extranjera. Se ha negado la posibilidad de que este tipo de traducción se pueda llevar a cabo por no nativos del idioma, se la ha tildado incluso de «desaconsejable» o más aún de «éticamente irresponsable», como así lo mantienen los anglosajones cuya lengua es mayoritaria y dominante. ¿Piensa usted que lo que acaba de decirme en cuanto a la pragmática necesidad de este tipo de traducción, corriente además en las culturas minoritarias, legitima sin más su empresa?
B.C.: Yo no diría que este tipo de traducción es éticamente irresponsable. Cada vez que se emprende la traducción de un autor con el que uno se siente compenetrado hay responsabilidad y legitimidad... ahí está la responsabilidad no en el idioma en sí. En esto de la necesidad de la empatía estoy con T.S. Eliot. Creo que si uno siente que puede hacerlo, que puede traducir en una lengua que no es la suya, lo debe intentar, la decisión es sólo suya. Sin embargo, sí que cada uno se pone sus limitaciones. Yo, por ejemplo, nunca traduzco poemas con metro y rimas, ni hacia el lituano ni hacia el español, porque creo que un poema rimado traducido sin rimas pierde su esencia, y pierde casi más imponiéndole la rima de otra lengua... mi sentido de la responsabilidad me impide pues traducir poesía métrica porque lo que daría a conocer no es así en la lengua de origen. Traduzco verso libre, tratando de quedarme muy cerca del texto. Lo que más satisfacción me da es coger el ritmo, ahí está el trabajo fundamental, no se trata del ritmo del idioma sino del ritmo del autor en cuestión. En este caso me responsabilizo de algo que puede ser equivalente en el fluir, en el movimiento rítmico, al texto original. Yo no soy traductora habitual sólo traduzco por gusto y en mis gustos respondo muy bien a lo que es la poesía lituana tradicional... sus imágenes, su temática en torno al culto a la naturaleza, la historia, la religión pagana antigua etc. Ahora sé muy bien que el lector, al no tener la misma cultura, los mismos referentes, no entenderá muchos de los poemas lituanos, así que otro criterio después de lo del verso libre es que los temas deben ser universales, que no tengan características muy nacionales... o sea que la traducción se rija por el criterio básico de lo posible. Siempre me pregunto a la hora de seleccionar si es o no posible la traducción del poema. Hay algunos que luego no se consiguen pero que en un principio parecían posibles, otros en cambio me parecen muy bellos pero me digo: «¡No, éste no porque lo echo a perder!», y esto, por supuesto, no puede ser.
J.G.T.: Traducir poesía en lengua no materna parece a ojos de muchos un disparate, pero al fin y al cabo para alguien tan penetrado de cultura literaria como usted, alguien que ha vivido en la intimidad del lenguaje literario, que lo ha conocido desde dentro, quizá sea más fácil traducir poesía que el lenguaje más coloquial de una ficción por ejemplo. ¿Conocer el lenguaje literario y sus entresijos es de por sí casi haberse criado intelectual pero también afectivamente dentro de su ámbito y adquirir –diría yo– rango de «nativo» con respecto a él?
B.C.: ¡Sí, es así! Cosas muy distintas son la lengua hablada y la lengua literaria o poética. Ahora bien, en la ficción –y pienso en el libro de Mercé Rodoreda, La plaça del diamant, que traduje al lituano–, hay mucho lenguaje oral, diálogos, lengua literaria oral. No fue fácil la traducción, yo quería conseguir una lengua oral de los años 30 sin que sonara arcaica, así que las «tournures» había que buscarlas y consultaba a menudo a mis viejos amigos que vivían en Lituania, porque sino resultaba falso.
J.G.T.: Cuando traduce a la lengua que no es la materna ni su lengua de uso habitual, sino su lengua de trabajo y –me atrevería a decir– su «lengua de pasión» o sea el español, ¿cómo procede... lo hace sola o trabaja en pareja con un nativo de español?
Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile
Drs. Soledad Gónzalez Ródenas, Emilia Cortés Ibáñez,   Drs. Anna Caballé,
and Mercedes Juliá, Graciela Palau de Nemes and Biruté Ciplijauskaité.
B.C.: ¡No, no, trabajo sola! ¡Trabajo sola completamente!... y trabajo mucho y sola hasta llegar al punto de que creo que esto a lo mejor se podría publicar y entonces lo muestro a un amigo español que por pura generosidad mira y lo lee, pero no lo hago para todos los poemas, sólo para algunos, y cuando llego a una versión que me satisface después de muchos tanteos, la someto a su criterio y él opina. Por ejemplo para los poemas de Degutyté, pensó que ya estaban, que no necesitaban retoques. En cambio cuando traduzco al francés, con mi amiga francesa, Nicole Laurent-Catrice, sí que llevo primeros esbozos. Tengo una manera de proceder distinta para el francés y para el español. En francés muchas veces el léxico y la gramática están bien pero basta que el orden de dos palabras difiera en algo para que el texto sea o no sea poema, y allí es donde Nicole me sirve de apoyo...
J.G.T.: ¿En el proceso de traducción, a qué fase concede mayor importancia. A la fase de lectura-comprensión o a la de escritura-reformulación? ¿Cambia el enfoque según traduce hacia su lengua o hacia la no-materna?
B.C.: Para ambos enfoques, las dos fases son igual de importantes. Está claro que es la lectura lo que me cautiva. Sólo busco reformular si la lectura me lo pide.
J.G.T.: He leído los poemas de su libro... y al no poder leer el texto lituano (que por otra parte no aparece al no tratarse de una edición bilingüe) los he leído como textos en español y así sonaban, como textos españoles.
B.C.: Esto es precisamente lo que más placer me ha dado... ya desde la primera antología (Voces en el silencio –1991–), un traductor profesional lituano dijo que algunos de los poemas traducidos no sólo eran buenos sino mejores que en su lengua de origen. Pukeleviciuté, una de las dos autoras que traduje y que no entiende español pero que es una mujer que tiene mucho sentido musical, me escribió comentando cómo yo en tal o cual verso había encontrado algo que le parecía mejor en español. Así que no puedo estar más contenta. Igual me pasó con la novela que traduje del lituano al español (La hierba de la raíz amarga de V. Jasukaityté). Varios amigos me han dicho «Mira, no te decimos nada de tu traducción porque no se lee como traducción».
J.G.T: ¿Entonces, no proyecta usted sus traducciones poéticas como metatextos para que se entienda lo que es la poesía que traduce en una perspectiva más bien pedagógica sino que intenta, de entrada, dar un «analogon» del poema en una perspectiva artística de recreación?
B.C.: Yo no tendría la pretensión de decir que mis traducciones son obras de arte, pero no traduzco conscientemente para reproducir una traducción. Lo que tengo delante ya lo pienso en la otra lengua. Mi objetivo es hacer un poema, no quitar al poema lo que tiene de poético.
Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile
J.G.T.: En traducción se ha hablado mucho de dos tendencias fundamentales que son, para volver a la terminología de Lawrence Venuti, la traducción «domesticadora», que atrae al orbe de la lengua y cultura de llegada el texto o al contrario la traducción «extranjerizante», preocupada por dejar asomar lo que hay de radicalmente distinto, «extraño», en la cultura y lengua de partida. ¿Dónde se sitúa con respecto a estas tendencias?
B.C.: Diría que intento dar ambas cosas... no tengo inclinación hacía una u otra. Me doy cuenta de que algunos traductores profesionales que por ejemplo traducen al lituano textos extranjeros no producen una traducción perfecta ya que no conocen lo suficiente la otra lengua, les falta este dominio profundo que es imprescindible. Además, le voy a dar otro secreto, como no hay diccionario lituano-español, para llegar a lo que busco muchas veces voy del lituano al inglés, del inglés al alemán, del alemán al español y entonces todos los matices se aclaran... pero para esto necesito mucho tiempo. Los poemas no son como los ensayos que se traducen en seguida, necesitan un tiempo de reposo... los hago, los dejo, los vuelvo a sacar, los releo, los rescribo, es un proceso de meses. Para Entre el sol y la desposesión, el cálculo es difícil porque algunos poemas estaban hechos, venían de la primera antología Voces en silencio.
J.G.T: Además del español, usted, en su libro «Vingt poètes lituaniens d’aujourd’hui» (1997), ha traducido al francés como lo dijo antes. Hay poemas que han sido vertidos a ambos idiomas por usted y su amiga Nicole Laurent-Catrice con quien trabaja en estrecha colaboración. ¿La traducción al español influyó sobre la versión francesa?
B.C.: Bueno, aquí tengo que decir que juego con una ventaja y es que Nicole es licenciada en lengua española; sacó su tesis sobre Juan Ramón Jiménez. Yo le leo mis textos en español y en francés y comparamos. El texto español que ha sido escrito primero no tiene una influencia total, ya que en francés pienso de forma distinta, los mecanismos productores son diferentes y creo que los poemas resultantes son diferentes. Hay lo que se llama «le génie de la langue» y creo en esto.

G.T: ¿Cuál es el sitio del editor en la producción de una traducción poética?... Existen por parte de la editoral unas pautas que debe asumir el traductor en sus estrategias de traducción?
B.C.: Para nada, ya que yo me pago todos mis libros. No son encargos editoriales. Cuando traduje La plaza del diamante al lituano, en cambio, sí que hubo intervencionismo por parte de los editores. Cuando me mandaron las primeras pruebas, vi que había palabras que yo no había puesto, porque querían modernizar la lengua y las habían cambiado. Pero les dije que esto era una novela sobre los años 30 y 40 en España, es decir los años en que me crié en Lituania y sé qué lituano se usaba y ellos me habían puesto palabras que no se usaban, palabras modernas. Insistí y lo quitaron. Pero tuve que pelear. Esto es el sistema soviético donde se quitaban palabras y el pensamiento que no gustaban y que sigue teniendo una incidencia... desde luego yo ya no quiero trabajar bajo tales condiciones. Ya basta con el tiempo, el esfuerzo que cuesta una traducción para que alguien venga a manipular mi texto. En cambio, el trabajo para esta última antología ha sido una delicia. La directora de esta serie, «Textos y Estudios de mujeres», me consultaba acerca de todo, de una coma, y mostraba un interés total, un total respeto a la labor del traductor. Además es tan bello el libro, hecho con tanto gusto, la impresión, la letra, los márgenes... todo esto es tan importante. Yo, a la profesora Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier, nunca le podré dar bastantes gracias.
J.G.T: Después de leer con sumo cuidado sus textos de introducción a la traducción, me llamó poderosamente la atención el hecho de que jamás se refiere al proceso de traducción en sí. Da la sensación de que el texto que se lee no proviene de una mediación lingüístico-cultural y la traductora se hace totalmente transparente. ¿Por qué esta desaparición del traductor y esta –diría– casi ocultación de la operación translativa?
B.C.: Yo soy una traductora intuitiva, no sé nada de teoría de la traducción. Cuando empecé a traducir consultaba mucho más las gramáticas, los libros de sinónimos etc. Pero, hoy por hoy, los escollos de traducción para mí son las expresiones idiomáticas, porque éstas no se traducen, hay que conocerlas... entonces a buscarlas y a encontrarlas, pero sin teoría. No pretendo reflexionar sobre el fenómeno de la traducción en sí.
J.G.T.: Sí, lo entiendo, pero una traducción no es el texto en sí, el texto como tal. Por esto me parece importante que el traductor haga referencia a su trabajo, porque no puede ser invisible, ha actuado sobre el texto...
B.C.: Pero si lo que pretendo es ser invisible, trato de ser lo más invisible posible...
J.G.T.: ¿Pero cuál es la invisibilidad del traductor?
B.C.: Se logra, cuando se acerca más al original... cuando reproduce en cuanto sea posible las características del texto extranjero... a medio camino entre lo que usted llamaba «lo extranjerizante» y «lo domesticador».
J.G.T.: ¿Qué diferencia siente entre su traducción al lituano de los poemas de María Victoria Atencia («Trances de Nuestra Señora») y su traducción al castellano de los poemas de Degutyté y Pukeleviciuté?
B.C.: No puedo hacer comparaciones, porque son dos cosas muy distintas, pero como le dije, me causa más trabajo traducir hacia el lituano, en español me resulta más fácil. Tardé mucho en traducir a María Victoria porque es muy densa, pero el poema más difícil que traduje en mi vida, ha sido el poema de Sara Pujol que se ha leído esta mañana... es para mí de su generación la mejor poeta... tan densa y formalmente tan perfecta que no se puede destruir la perfección y tampoco se quiere perder la densidad; así que sólo traduje de ella un poema, pero me costó dar muchísimas vueltas. Tanto en el caso de Sara como en el de María Victoria quedé sin embargo bastante contenta con el resultado.
J.G.T.: Se ha dicho en numerosas ocasiones que la traducción es la exégesis perfecta y que nadie se acerca tanto a la verdad de un texto como el traductor. ¿Qué opina usted como crítica que es y traductora?
B.C.: Solía decir que uno empieza a entender un texto explicándolo en la clase. Pero mucho más traduciéndolo.
J.G.T.: ¿Después de haber pasado por la experiencia de la traducción, ha cambiado su percepción de la lengua española, su vínculo con ella?
B.C.: Sí diría que en un detalle, al leer, tal vez ahora me fije más en expresiones idiomáticas poco usuales.
J.G.T.: Muchísimas gracias Doña Biruté. Tengo la sensación de que demasiadas cosas se me han quedado en el tintero, pero sé que le urge volver a esta hermosísima sala del paraninfo de la facultad de Derecho donde da auténtico gusto verla asistir a las intervenciones del congreso sentada entre las dos grandes poetas que son Rosaura Álvarez y María Victoria Atencia. ¡Quede servida la poesía y la literatura, tanto desde la labor de crítica que sigue desempeñando (a punto de salir está su «La construcción del yo femenino en la literatura») como desde esta exigente labor de traducción que para siempre queda entre el sol del pleno sentido recobrado en el texto meta y la desposesión de tantos matices que no se pueden desarraigar del texto fuente.           



Biruté Ciplijauskaité, entre el sol y la desposesión.De la labor de traductora de una hispanista singular, Ancile


2 comentarios:

  1. Excelente entrada, querido Francisco Acuyo. Estaremos esperando "La construccion del yo femenino en la literatura" de tan admirable autora, sin duda, un libro de referencia para los más exigentes.
    Muchas gracias! y un fuerte abrazo, desde Miami.

    Jeniffer Moore

    ResponderEliminar
  2. Me he dado un delicioso banquete con esta entrevista, y enriquecido con el conocimiento de la Señora de origen lituano. Muchas gracias, amigo Acuyo. Un abrazo.

    ResponderEliminar