Enlace al blog de La noche en blanco de Granada
Traemos al blog de La noche en blanco de Granada al poeta y ensayista peruano
Miguel Ángel Zapata, que estará incluido en la antología para La luna en verso que se
llevará a cabo como ocasión del evento que se celebrará en la ciudad de la
Alhambra en 19 de octubre del presente año. Dejamos una muestra de sus versos y
de su trayectoria literaria en esta sección dedicada a la Poesía de La noche en blanco
de Granada.
EL POETA Y ENSAYISTA MIGUEL ÁNGEL
ZAPATA,
EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA
Miguel Ángel Zapata, poeta y ensayista
peruano, ha publicado libros de poesía, ensayo y prosa. Entre ellos destacan:
La lluvia siempre sube (Buenos Aires: Melón Editores, 2012), Fragmentos de una
manzana y otros poemas (Sevilla: Sibila- Fundación BBVA, 2011), Ensayo sobre la
rosa. Poesía selecta 1983-2008 (Lima, 2010), Los canales de piedra. Antología
mínima (Valencia, Venezuela, 2008), Un pino me habla de la lluvia (Lima, 2007),
Iguana (Lima, 2006), Los muslos sobre la grama (Buenos Aires, 2005), Cuervos
(México, 2003), El cielo que me escribe (México, 2002), Lumbre de la letra
(Lima, 1997), Escribir bajo el polvo (Lima, 2000), Brookings Hall (Barcelona,
1994), Poemas para violín y orquesta (México, 1991), e Imágenes los juegos
(Lima, 1987). Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano,
portugués, árabe y ruso.
UNO SE CANSA DE ESTAR SOLO
Uno se cansa de estar solo delirando
con su ventana en medio de la calle,
entre la nieve que arrastra
su blancor por los callejones olvidados.
Uno se cansa de salir a buscar la
misma mujer con el cabello
largo hasta los pies.
Tal vez en eso consista el arte de la soledad:
escribir repetidas veces la isla con su cielo lila
y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre
nuestro cabello alborotado.
Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria
para el tiempo que vendrá.
LOS MUSLOS SOBRE LA GRAMA
Escribo por la muchacha que vi correr esta
mañana por el cementerio, la que trotaba ágilmente sobre los muertos. Ella
corría y su cuerpo era una pluma de ave que se mecía contra la muerte. Entonces
dije que en este reino el deporte no era bueno solo para la alegría del corazón
sino también para el orgasmo de la vista. Al verla correr con sus pequeños
shorts transparentes deduje que los cementerios no tenían por que ser tristes,
el galope acompasado de la chica daba otra perspectiva al paisaje: el sol adquiría
un tono rojizo, su luz tenue se clavaba dando vida a la piel, los mausoleos
brillaban con su cabellera de oro, y volví a pensar que la muerte no era un
tema de lágrimas sino más bien de gozo cuando la vida continuaba vibrando con
los muslos sobre la grama.
LA VENTANA
Voy a construir una ventana en medio de la
calle para no sentirme solo. Plantaré un árbol en medio de la calle, y crecerá
ante el asombro de los paseantes: criaré pájaros que nunca volarán a otros
árboles, y se quedarán a cantar ahí en medio del ruido y la indiferencia.
Crecerá un océano en la ventana. Pero esta vez no me aburriré de sus mares, y
las gaviotas volverán a volar en círculos sobre mi cabeza. Habrá una cama y un
sofá debajo de los árboles para que descanse la lumbre de sus olas.
Voy a construir una ventana en medio de la
calle para no sentirme solo. Así podré ver el cielo y la gente que pasa sin
hablarme, y aquellos buitres de la muerte que vuelan sin poder sacarme el
corazón. Esta ventana alumbrará mi soledad. Podría inclusive abrir otra en
medio del mar, y solo vería el horizonte como una luciérnaga con sus alas de
cristal. El mundo quedaría lejos al otro lado de la arena, allá donde vive la
soledad y la memoria. De cualquier manera es inevitable que construya una ventana,
y sobre todo ahora que ya no escribo ni salgo a caminar como antes bajo los
pinos del desierto, aun cuando este día parece propicio para descubrir los
terrenos insondables.
Voy a construir una ventana en medio de la
calle. Vaya absurdo, me dirán, una ventana para que la gente pase y te mire
como si fueras un demente que quiere ver el cielo y una vela encendida detrás
de la cortina. Baudelaire tenía razón: el que mira desde afuera a través de una
ventana abierta no ve tanto como el que mira una ventana cerrada. Por eso he
cerrado mis ventanas y he salido a la calle corriendo para no verme alumbrado
por la sombra.
Miguel Ángel Zapata
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