BREVE
APUNTE SOBRE
“BALADA EN TRES TIEMPOS”, DE RAFAEL GUILLÉN
Balada en tres tiempos,
para saxofón y frases coloquiales,
de Rafael Guillén.
Editorial Visor Libros, 2015.
Rafael Guillén, Granada, 1933. Es Premio Nacional de
Literatura y Premio de la Crítica Andaluza. Fue uno de los jóvenes poetas que
vivieron bajo el peso y la ausencia de Federico García Lorca, contribuyendo a
la recuperación de la cultura poética en Andalucía tras la devastación de
la Guerra Civil. Su lucha literaria siempre ha
estado marcada por el compromiso y la honestidad. Un carácter que ha forjado
cada uno de sus versos y que ha guiado, junto con Antonio Carvajal y Luis
García Montero, los nuevos movimientos literarios andaluces y, por ende, de la
Literatura en Castellano.
Balada en tres tiempos para saxofón y frases
coloquiales es su último libro publicado en Visor Libros y supone
para el autor la antesala, según Mauriac, de la materialización de su contrato
con la realidad. Un compromiso que establece el escritor granadino convidando
en su discurso poético a ir más allá de los fundamentos de los poetas de los
siglos anteriores, dándole al amor un significado más cercano y más consciente
de los tiempos que vivimos. Y esculpiendo su inteligencia emocional, a pesar
del tiempo, a pesar del deterioro progresivo del cuerpo, a pesar de los
pesares.
Si bien es verdad que el poeta avanza en sus versos la
preocupación por el tiempo, abordando el pasado, el presente y el futuro, sabe
que existe algo más capaz de mover imperios, capaz de remover las vísceras
del mundo. El poeta lo sabe. Es testigo de ello. Y es consciente que su
universo cabe en el hueco que queda entre dos cuerpos juntos.
Ahonda en su preocupación por la imagen distorsionada que
la memoria puede dar del pasado y del entorno y aboga por la necesidad del
presente como la única y verdadera realidad incontestable y constatada. Como la
única referencia del cuerpo con respecto a la materia. Todo lo demás, no vale.
Es un arduo y tordo espejismo que sólo busca el dolor de los hombres y de sus
obstinadas y amargas ganas de recordar los fracasos. Y así pues, el poeta
sostiene que la nostalgia y el desamparo del hombre provienen de su constante
huida. De su decidida e irremediable costumbre de permanecer en el pasado, de
no moverse: de no avanzar. El ser humano no está concebido para ello. Y sólo la
ternura es quien salva a los hombres en su destrucción final. En ese proceso
que es la vida y que sólo aquellos que siguen manteniendo vivas las estancias
del cuerpo pueden llegar a salvar. “Quizás, quien viva en el instante viva
la eternidad; quien, al contrario, viva en sucesión de los instantes viva en el
tiempo. Al menos, así ocurre en el amor”.
Balada en tres tiempos es un viaje por las galerías
del ser humano, donde se nos invita a explorar los pasadizos del alma. Una
ventana hacia el interior que busca la voz del lector. Una onda arrebatada por
el viento, que rebote en las paredes del espíritu y que estalle como un haz de
luz entre la sombra. Así es como Rafael Guillén teje los poemas de este libro.
Un poeta incansable que lucha por sobrevivir en el mundo. Un lugar donde en
cualquier momento podemos recibir una llamada, unas notas musicales, un
estruendo ciego, una silenciosa voz que nos invite a encontrarnos con nosotros
mismos o que por el contrario nos devuelva a la vida, aunque el poeta sabe que
ya no es posible.
Es cierto que el ser humano
concibe el acto de vivir como una batalla o como un combate que apenas cabe en
la palma de una mano. En esa pugna interior del individuo, a veces, nos
preguntamos cómo es posible hallar algo diferente, algo más humano ante tanta
decadencia. El poeta lo sabe. Indaga en el milagro absoluto de la vida. Sondea
las notas y la musicalidad que, quizás hoy sí, en este preciso momento,
interpretamos y que sólo ustedes y él pueden oír.
Una de las dudas que subyace en
el autor y que poco a poco va desvelando según avanza el libro es si el amor
es, no sólo correspondido, sino si también es igual que la misma intensidad y
que la misma concesión que existe entre los dos cuerpos. Sobre todo desde la
segunda voz poética, desde ese tú inexplorable que a pesar de sus muestras,
dudamos por la sencilla razón que es otro el que existe y que ni siquiera
nosotros tenemos la certeza de nuestra existencia.
Balada
en tres tiempos
contiene, sin duda alguna, parte del nutrido y enriquecedor universo poético de
Rafael Guillén, donde sus páginas van descubriendo en este libro, en este
brindis a la vida, nuevos conceptos simbólicos donde una vez más el poeta
entrelaza un nuevo orden conceptual. Si bien es verdad que Todorov aseveraba la
existencia de la dicotomía entre significación y simbolización, Rafael Guillén
es capaz de persuadir con sus versos de tal manera que el lector descifra sus
mecanismos cognitivos y se adentra en su universo alegórico, seducido,
embriagado de los sortilegios ofrecidos por el poeta. Así, el saxofón
transforma la idea manriqueña de la despedida o del fin último del hombre como
un instrumento de la vida destinado a emitir unas notas, unas ondas, una
musicalidad que sólo aquellos que están vivos pueden interpretar. Dentro de la
inquebrantable voluntad del ser humano de combatirla o, más bien, de
escucharla, de sentirla, pues es la única manera que tiene de afirmar que está
vivo. Y mientras que la conciencia de la trivialidad del hombre y de la vida
exista, el ser humano existe. Aunque a veces parezca que la existencia declina
su huida. Así, el ser humano se enfrenta a su “breves
sunt dies hominis”. Esclarecedora, a veces; temida, otras; esperada,
en muchas más ocasiones de las que realmente sabemos o quisimos entender.
Rafael Guillén tiene el don de llegar siempre en el momento
preciso. Y Balada en tres tiempos logra el efecto. Y quizás, entre
otras, es una de las premisas que debe primar en un texto poético. Tener la
capacidad pragmática de poder reflectarse en el otro ser, en el lector: en el
destinatario último del poema y crear una dependencia de supervivencia. Crearle
al lector la necesidad de seguir leyendo sus poemas, de existir en ellos, aunque
sólo sea por una vez.
Quizás, una de las razones de las que deriva la competencia moral
y vital que sustenta el autor en su discurso poético es que Balada en tres
tiempos supone una presentación de intenciones donde el ser humano
establece un diálogo profundo e insondable entre las estribaciones del tiempo y
la condición innata del ser. Una búsqueda del individuo que le llevará a
indagar más allá del alma. Presentando sobre el poema, un hombre honesto y
humilde que afronta el torrente vital con una capacidad de reflexión que sólo
es capaz de dar la experiencia de vivir: nada se escribe en vano. El poeta es
consciente y actúa en consecuencia.
“Balada
en tres tiempos” es un canto épico donde la vida es el mayor acto heroico
al que puede aspirar un ser humano. Tierno, doliente e incluso mustio, quizás,
en ocasiones, donde el hombre lucha contra lo cotidiano, lucha contra el
doloroso día a día, más que nunca, con más determinación que nadie, para
salvarse. Dejando a un lado los dogmas,
apartado de los misticismos, para enfrentar al hombre solo. En un acto que no
termine en defraudarse a sí mismo. Con la convicción de no perder aquellos
principios y valores que siempre se han sustentado sobre sus dominios.
Rafael
Guillén, un hombre bueno, como cualquier otro hombre, humanizado, desterrado de
las banalidades y las futilidades, dispuesto a dejarse la piel en cada verso,
como un soldado de la palabra que realiza su juramento más íntimo ante la
patria más próxima, ante la única bandera que ondea en su pecho: el amor.
Balada
en tres tiempos presenta
a uno de los poetas de la Generación del 50, inquebrantable e indestructible, a
pesar del deterioro progresivo del ser humano, en un discurso poético y
misericordioso que necesitamos leer, donde el autor aboga por su salvación y la
del hombre.
Guillermo de Jorge
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