Para la sección, Microensayos, del blog Ancile, traemos el post titulado: El affaire sobre la bisexualidad, según la figura de Otto Weininger, por el profesor y filósofo Tomás Moreno.
OTTO
WEININGER (III).
EL AFFAIRE SOBRE LA BISEXUALIDAD
A principios de 1904, apenas un año
después de su muerte y tres años de su conversación con Freud, el fallecido Weininger ya estaba en boca de todos:
los periódicos vieneses se habían hecho eco de la historia, envolviéndola en un
cierto halo romántico y dramático
(“joven genio se quita la vida”), lo cual, unido a una buena campaña
publicitaria, había disparado la venta de su obra convirtiéndola en un sonado
éxito. Su probidad intelectual se vio, no obstante, seriamente comprometida por
un pleito por derechos de propiedad intelectual, instado por Wilhelm Fliess, famoso
otorrinolaringólogo de Berlín, amigo de Freud y autor de numerosos trabajos
científicos, quien denunció su libro, acusándolo de plagio.
Aun
reconociendo su valor y atractivo -al que calificaba de “perversamente
fascinante”- la obra de Weininger encerraba un pequeño problema: “la doctrina de la bisexualidad original de todos
los seres humanos, incluyendo la ley de la atracción sexual -de la que se deducía que los hombres femeninos atraían a las
mujeres masculinas, y viceversa- así como la explicación de la represión en la
histeria que de ella se derivaba”[1] no
era, en términos estrictos, propiedad intelectual del joven filósofo vienés. Aquellas
ideas, fuesen innovadoras o no, eran en realidad parto de su propio ingenio. No
obstante, en ningún lugar del libro de Weininger aparecía su nombre (el nombre
de Fliess)[2]. El propio Freud se vio envuelto en el grotesco pleito en torno al joven
pensador. En efecto, la denuncia de Wilhelm Fliess cuestionó la seriedad y
honradez intelectual del joven escritor desaparecido, acusando, con razón y muy dolido, a su antiguo amigo y
confidente, Freud, de haber comunicado, en el curso de una terapia
psicoanalítica, su tesis de la bisexualidad a su paciente, y también filósofo, Hermann Swoboda, íntimo amigo de
Weininger.
La
idea de la bisexualidad habría llegado, pues, al conocimiento del joven
Weininger a través de Swoboda. “El fallecido Weininger”, se lamentaba Fliess en
una irritada carta, “ha sido ladrón con una llave que ha encontrado”. Freud
habría prestado servicios de intermediario coadyuvante al robo intelectual. Efectivamente John Kerr comenta que W. Fliess al leer el best-seller de Weininger descubrió, deduciéndolo de un pasaje de la
obra, que los dos hombres –Swoboda y Weininger- eran íntimos amigos y que
habían comentado específicamente el capítulo de la obra que Weininger dedicaba a la histeria, escrito
por el joven Otto para obtener el favor del maestro Freud. Comprendió,
anonadado, que tanto Swoboda como Weininger se habían apropiado la esencia de
su inédita teoría y que Freud estaba involucrado en el origen del famoso libro,
aunque hubiera instado al joven Weininger a no publicarlo. Pese a ello, la
conducta de Freud había sido, en su opinión, del todo imperdonable. Indignado,
escribió a Freud el 20 de julio de 1904 acusándole de haber sido el
intermediario del robo de Weininger y lamentándose por el hecho.
A
Freud no le quedó más remedio que
confesar el papel que había representado. No obstante, se permitió advertir a
Fliess que las “ideas” no podían patentarse e insistió en que “el daño que le
ha hecho Weininger es mínimo, pues nadie tomará en serio su pésimo libro”. El
“pésimo libro” se estaba convirtiendo, sin embargo, con gran rapidez en un best-seller mundial y sería traducido
nada menos
que a dieciséis lenguas. Swoboda,
por otra parte, también habría de utilizarla en una monografía titulada “Los períodos del organismo humano y su
significado psicológico”, publicada en 1904, en ella hablaba de los ciclos
sexuales, contenía una versión chapucera de las teorías de Fliess; tampoco lo
citaba. Freud reconocería más tarde, con su sarcasmo característico, que cuando
Swoboda encontró a Weininger reflexionando sobre los problemas sexuales y le
comentara la idea de la bisexualidad original de todos los seres humanos, la
reacción de Weininger fue inmediata: “se dio un golpecito en la frente con la
mano y corrió a su casa a escribir su libro”[3].
Una
vez subsanado tan lamentable malentendido, Freud comunicaba en una carta a
Fliess que estaba a punto de terminar un nuevo libro, Tres ensayos para una teoría sexual, en el que intentaría, en la
medida de lo posible, evitar el tópico de la bisexualidad, si bien, ésta tenía
que aparecer en algunos puntos. La amistad entre ambos médicos ya era tensa
desde hacía tiempo; el conflicto en torno a Weininger no hizo sino partirla
definitivamente en dos, dejando a todos los implicados un amargo sabor de boca.
Todavía en el último año de su vida, el fundador del psicoanálisis se
justificaba diciendo que había sido el primero en “condenar” los excesos
verbales del joven y apasionado filósofo (cont.).
TOMÁS
MORENO.
[1] Punto de partida central del análisis de los sexos de Weininger y sobre las que éste edificaba
su extraña construcción ideológica.
[2] Cf. John Kerr, La historia secreta del Psicoanálisis, Crítica, Barcelona, 1995, pp. 87-89 y 104-105.
[3] Cf. P. Roazen,
“Freud y sus discípulos”, trad. cast., Alianza, Madrid, 1978, p. 113. Según Castilla del Pino (op. cit., pp. 11-12): “En todo caso tampoco la
tesis de la bisexualidad era absolutamente original de Fliess, pero para el
gran público pasó definitivamente como propia de Weininger”. La tesis de la
bisexualidad, muy cara a Freud, por su utilidad para la explicación de la
homosexualidad. Para la historia de
la tesis de la bisexualidad anterior a Fliess y Freud y, por supuesto, a
Weininger, véase: Freud, Tres ensayos de
teoría sexual, trad. cast., vol.VII de la edición de Amorrortu p. 130, nota
12.
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