lunes, 28 de enero de 2019

LA DISTANCIA EXISTENCIAL ENTRE EL YO, LA CONCIENCIA Y LA NADA


Con el título: La distancia existencial entre el yo, la conciencia y la nada, proponemos nueva entrada para la sección, Ciencia, del blog Ancile.



La distancia existencial entre el yo, la conciencia y la nada, Francisco Acuyo



LA DISTANCIA EXISTENCIAL ENTRE EL YO,

LA CONCIENCIA Y LA NADA




Hay quien dijo con mucho fundamento que: la vida universal, la conciencia, la razón y la personalidad emergen de las profundidades del mundo para llegar a ser inmanentes e individualizadas en cada ser […],[1] exponiendo que en realidad estamos separados desde la óptica de la nada, del vacío, que en verdad es, más que un más allá, un más acá absoluto desde el que se realiza el ser y en el tantas veces nos enclaustramos en un estrecho y vigoroso autoapego que nos hace confundir tantas y tantas cosas. Por eso, la muerte, es entendida –racionalmente- siempre como disolución y fin de todo, y  no tanto como en realidad lo que supone, si el fin que acompaña a la nada de nuestro yo,  es verdad creación y por tanto ser separado que es vida sin nombre y potencial de todos los nombres. Desde aquí podemos atisbar la naturaleza de esa vacuidad o nanidad a la que nos referimos , que en verdad no puede estar o ser en algún sitio sino como conciencia, en tanto que esta es la que hace que se manifieste la forma de lo que es como identidad original.

                Debemos decir que esta conciencia no es aquella que postula desde el ego la objetividad desde una entidad subjetiva. Se revela contra la paradoja de la representación y de la aporía de la conciencia del yo en el mundo. Esta conciencia es nihilidad que accede a la verdadera realidad que no excluye mediante sujeto y objeto, sino que integra más allá de la paradoja de la representación donde las cosas son una en su propia existencia.

La distancia existencial entre el yo, la conciencia y la nada, Francisco Acuyo

                La cuestión de la nada nos obliga a replantearnos la manera de entender, aprehender las cosas, si siempre las entendemos en la distancia de la sensación o de la razón como objetos, ya que aquella, la nada, nos obliga a reconsiderar la sustancia misma de las cosas un paso más allá de la razón misma, ya que la cosa y su ser no puede ser expresado de forma lógica, sino paradójica, ya que no es esa cosa, porque es esa cosa, entramos en el ámbito al que nos referíamos en la anterior entrada con explicación física (mecánica cuántica)[2], como potencialidad que solo puede ser en la nada y será en virtud de la conciencia de su entidad. La nada será el fuego que no quema el fuego, pues en realidad no hay dos mundos, ya que en esta nanidad se da el ser más elemental de las cosas así como su fundamento originario, porque la esa nanidad o vacuidad son las cosas, o lo que es lo mismo: su ser es ilusión en su verdad y verdad en su ilusión[3].

                La potencia de la nada que se desarrolla como conciencia (atención a este concepto de conciencia, que no es en modo alguna el de conciencia personal) es la fuerza, la energía, que hace posible la actualidad –factualidad material- del mundo. La interacción de esta conciencia vacía, potencial, de infinitas probabilidades, ya que esta conciencia vacía es el fundamento del ser, por lo que la distinción, la distancia entre el objeto observado y el yo que lo observa no es más que una ilusión, pura apariencia. Nos trae de nuevo a colación en estas reflexiones la denominada jerarquía entrelazada que encuentra sustento en los entresijos del mundo de la física cuántica, y que en su funcionamiento circular sujeto y objeto simultáneamente se crean y recrean sincrónicamente. Si la nada como conciencia unitiva de las cosas, en fin,  el fundamento y origen potencial de lo que es, ¿qué papel juega la conciencia personal, actual, autorreferencial del que  cree ver algo distinto fuera de sí en los objetos discernibles como sustancia supuestamente ajena a ella –a la conciencia personal- que observa ?  Según la propia mecánica cuántica, la de hacer sustanciales las potenciales probabilidades del ser –probabilístico- de la dualidad onda a la materialidad corpuscular de la partícula.

                En cualquier caso, la nada, la muerte, el vacío, el sunyata…  diríase que son no más que un sumario de cualquier proceso creativo. El contacto con la nanidad, con la muerte, con la disolución definitiva es el encuentro con la nada y su conciencia no local abierta a infinidad de potenciales realidades creativas. Sería no sólo interesante, también muy necesario incidir sobre lo que aquí denominamos creatividad, si la estamos vinculando a esa conciencia de la nada donde todo está potencialmente dispuesto para ser sustancialmente realizado, y si no existe una contradictio in terminis en relación a lo que entendemos como creativo (nuevo, nunca antes visto…), si ya esa sustancialidad estaba ya en la potencia creativa. La naturaleza de lo creativo es singular, y de ello hablaremos en la siguiente entrada de este blog.




Francisco Acuyo




[1] Nishitani, K.: op. Cit. p.158.
[2] Acuyo, F.:Blog Ancile, La nada en la conciencia del ser mismo.
[3] Nishitani, K.: op. Cit. p.207.




La distancia existencial entre el yo, la conciencia y la nada, Francisco Acuyo

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