martes, 1 de enero de 2019

LA NADA O LA CONCIENCIA, LA CONCIENCIA Y LA NADA


Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos el nuevo post que lleva por título: La nada o la conciencia, la conciencia y la nada.


La nada o la conciencia, la conciencia y la nada. Francisco Acuyo



LA NADA O LA CONCIENCIA, 

LA CONCIENCIA Y LA NADA








Si la mente, la vida, la conciencia, según la ciencia convencional no son más que epifenómenos de la materia, ¿que sería, o dónde se ubicaría la nada? ¿Será una simple-o compleja- abstracción? ¿Qué sería el enigmático fenómeno de la conciencia y dónde habría de encontrar sustento, si su materialidad no es materialmente constatable sino en virtud del concepto de conocimiento en el que parece concluir, y si de ella es, al fin y al cabo, de donde parte su idea? La conciencia, aún más si unida al concepto de la nihilidad, por su intangibilidad no deja de resultar algo profundamente extraño a ojos de la visión reduccionista  -mecanicista- de la ciencia positiva, no en vano sigue siendo motivo de grandes controversias entre psicólogos neurocientíficos e incluso físicos.

La nada o la conciencia, la conciencia y la nada. Francisco Acuyo                No obstante, lo que puede llamar la atención en esta primera  aproximación de estas reflexiones es el hecho de emparentar el vacío, la nada con el fenómeno de la conciencia. Iremos tratando de enlazar un discurso coherente al respecto. En primera instancia es conveniente advertir que la misma ciencia de la física fue la que introdujo el supuesto caballo de Troya del subjetivismo, y que algunos consideran muy peligroso elemento, extraño para el mismo método científico, me refiero, claro está, a la importancia capital de la conciencia en el ámbito de la disciplina medular de la ciencia actual como es la física –cuántica-, donde esta y no tanto la materia, pudiera inferirse, fundamenta la realidad de todo ser.

                Que emparentemos ahora la nada con la muerte, y esta con la pérdida de toda conciencia, puede ayudarnos a encaminar nuestros juicios en pos de una coherencia en la que pueda regirse nuestro discurso y que, de hecho, emparente con el bloque de reflexiones llevadas a cabo con anterioridad en entradas de este mismo blog sobre la temática de la nihilidad. La muerte, decíamos, como cesación de la vida, parece indicar una cesación de la conciencia, si esta se fundamenta en la vida, y en ella, el ego, el yo, es donde habitualmente identificamos la conciencia. Sin embargo, no parece del todo claro que el yo convencional sea el que sustente del todo el sorprendente fenómeno de la conciencia. No entraremos a fondo en esta discusión psicológica, porque no es el tema que pretende centrar estas reflexiones; seguimos en la línea de contemplar las analogías de la nada, la información, la materia y ahora la conciencia. En cualquier caso remitiremos al interesado en temática tan fascinante a la discusión entre el idealismo monista platónico, en el que la conciencia es la luz única que nos conduce a la contemplación de la verdad, y el monismo materialista que no viene a decir sino que todo lo que es real proviene de la materia, seguros de que encontrarán en esta visión confrontada una vía de controversia seguro muy enriquecedora.

La nada o la conciencia, la conciencia y la nada. Francisco Acuyo                Pero sigamos atendiendo a la nada y su relación negativa con la conciencia. La conciencia –atada a una determinada personalidad-  ha de entenderse (por razones idealistas o materialistas) como algo vivo, pero lo que exponemos nosotros en este punto es que esa conciencia –aun vinculada a una personalidad- está inevitablemente  relacionada con ese extraño estado que venimos denominando como nada. La conciencia –personal- está fundamentada en esa nihilidad absoluta [1] que no debería obviarse tan ligeramente, aunque estemos tratando de situar científicamente (o al menos dentro de la denominada filosofía de la ciencia) los fenómenos físicos del vacío ya expuestos en anteriores entradas y la realidad de la nada que muy bien puede encontrarse en la frontera misma de la ciencia y la filosofía, e incluso en la frontera de un entendimiento trascendente.

                El hecho de emparentar la muerte (la no conciencia) con la nada es una constante no solo en las tradiciones místicas, también lo es en la filosofía, si es que la nada reside incluso más allá del ser de Dios[2], por lo que el vacío, la vacuidad es la forma real de la realidad,[3] y la conciencia el sustrato mismo de la realidad de la nada o de lo sustantivo de la nihililidad. Insistimos que en este ámbito las fronteras de la filosofía y la ciencia (y aun de la misma noción de lo trascendente)  se diluyen, no obstante, seguimos pensando que este post está justificado al situarse en la sección de ciencia de este blog, por razones que iremos exponiendo en posteriores post de este medio.



Francisco Acuyo



[1] Nishitani, K: op. Cit. p. 124
[2] Echhart, op.cit. 78-91.
[3] Nishitani, K: op. Cit. 127

La nada o la conciencia, la conciencia y la nada. Francisco Acuyo


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