martes, 3 de octubre de 2023

DEL MONISMO DUALISTA DEL MATRIMONIO CIELO E INFIERNO HERMETISTA A LA DEUDA DE LA CIENCIA CON ESTA UNIÓN MÍSTICA

 Siguiendo las directrices argumentales y temáticas de anteriores entradas, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile que lleva por título: El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión.


DEL MONISMO DUALISTA DEL MATRIMONIO

CIELO E INFIERNO* HERMETISTA,

A LA DEUDA DE LA CIENCIA

CON ESTA UNIÓN MÍSTICA


 

El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión. Francisco Acuyo

Sin contrarios no hay progresión, inferían los iniciados y estudiosos del hermetismo. Algunos poetas (Yeats), inspirados en la tradición hermética (Boehme) afirmaban que la concepción de un solo principio que actúa a través de los contrarios, era el fundamento de todo conocimiento, principio del Corpus Hermeticum: Solo hay una religión de Dios, y consiste en no ser malvado. Cuando la ciencia empezó a desechar este entre otros principios de la tradición, y a alejarla del sentido y significado de aquella, de la ciencia digo, y cuando el azar manifiesto en forma de accidentes se impuso para responder a una vida sin sentido, se abrió una nueva etapa para la ciencia positiva y mecánica, y cerró la puerta a cualquier aproximación holística y simbólica que, por cierto, no pocos sectores de la ciencia moderna de nuevo reclaman.

                Del empirismo radical proviene gran suerte de confusión al negar toda influencia de la mente per se en la realidad del mundo, pues la imaginación creativa no era sino hija, o mejor, esclava de la experiencia mensurable. Para el iniciado la experiencia no es más que el resultado de la dualidad que no tiene contradicciones, pues Hermes va y viene del cielo al infierno, de la materia al espíritu, siguiendo una visión única, cuyo fundamento analógico y metafórico hace de la mirada del poeta hermético que se vea simultáneamente viendo a través de lo que ya vemos.[1]

El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión. Francisco Acuyo
                Esta consecuencia implica el intento de un monismo característico del hermetismo y del que la ciencia actual es deudora, a pesar de los intentos de ocultar dicha deuda por la dogmática cientificista, que se olvida de lo fundamental: reflejar el universo en la mente para adquirir un conocimiento universal, que no puede estar desvinculado de la conciencia imaginativa, si está en armonía y comunicación viva, continua y organizada con el cosmos.

                La objetivación, la literalización, la mecanización de la dinámica integrada de la mente y la materia, es la que ha llevado a la incomprensión y a la falta de sentido de los descubrimientos de la nueva ciencia; insistimos en el ejemplo de la mecánica cuántica, que se encuentra en la fase de una búsqueda de significado a sus profundas e inquietantes (para la ciencia mecánica) paradojas. En cualquier caso, para muchos, la conciencia impregna totalmente la estructura y la dinámica del mundo, en cuyo seno, el matrimonio entre mente y materia es una unidad inseparable.

                La ciencia positiva trata, en cierto modo, de hacernos olvidar la memoria de un inconsciente (¿colectivo?, que diría Jung, que se encuentra perfectamente activo en la iniciación hermética, la alquimia o la Cábala, todas las cuales pretenden relegarse a un olvido imposible, si es que permanece en el inconsciente vivo de aquella memoria.

                Hasta qué punto la ciencia positiva no es la negación de la aletheia, si esta es o significa el no olvidar, según Platón, así sucede mediante la anamnesis o rememoración.[2] ¿Podrá la ciencia nueva, ante las raras paradojas que se observan en los mismos limites que alcanza su conocimiento, que es probable que en realidad es más que una búsqueda de ese saber, un reconocimiento de lo que siempre estuvo ahí? El cisma al que se enfrenta la ciencia y la propia epistemología es que la experiencia es una visión extremadamente parcial de la realidad, porque la conciencia ya estaba ahí, antes de cualquier experiencia. Todo parece indicar que el Anima Mundi está acaso más viva que nunca, y a la que pertenecemos (Platón) y a la que de un modo u otro regresamos en un proceso paradójico de ser antes y crear lo nuevo alternativamente, donde lo que haga el futuro el observador determinará lo que ocurra en el pasado[3], que decíamos en el anterior post sobre esta temática.

                Fascinados por el futuro que parece escribir en el espacio de la conciencia, postergamos a nueva entrada de este blog Ancile, nuevas aproximaciones.

 

 

Francisco Acuyo

               

                 

 



*Matrimonio del cielo e infierno, título del libro de William Blake.
[1] Harpur, P.: ob. cit. 322.
[2] Ibidem: Pág. 336.
[3] Acuyo, F.: Observadores y participantes, una paradójica genealogía del universo.

El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión. Francisco Acuyo


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