A vueltas con la tradición hermética, traemos un nuevo post que lleva por título: Todo sobre la nada en la tradición hermética y el vacío cuántico, para la sección de Ciencia del blog Ancile.
TODO SOBRE LA NADA EN LA
TRADICIÓN HERMÉTICA Y EL VACÍO
CUÁNTICO
Si es cierto que es más
difícil deshacer el Oro que hacerlo,[1] será situación que pondrá en evidencia la dificultad de separar el mixto que une los elementos que
configuran la naturaleza humana. El Oro de nuestra personalidad, lo corpóreo
que constituye nuestro ego es harto complicado de disolver, y esta
imposibilidad de vacío es cierto que nos impide acceder a aquellos estados
del ser profundo.[2]
Perder
el sustento sólido y estar súbitamente en el vacío, será como disolverse
vertiginosamente para el instinto de conservación del yo y acceder a la
conciencia vacía, acción que se precisa para la vena puramente creativa. Así lo entiende no
solo tradición mistérica de lo oculto, también la propia disciplina de la
mecánica cuántica. El vacío de la física es altamente creativo, pues en
realidad está rebosante, plétora, pues, todo lo que puede suceder, sucede.
La
nada del espacio cuántico se asemeja al vacío hermético, por otra parte,
necesario para perder el vínculo corporal (material) en pos de indagar y
fundirse con el alma, el espíritu de lo profundo del ser. Así, el vacío de lo
infinitamente pequeño esta abundante de la virtualidad de unas partículas (bosón
de Higgs) que no son sustancialmente, pero darán consistencia, masa, a otras
para hacer posible una interacción cuántica. O lo que es lo mismo, el vacío posee una opima
estructura compuesta por las posibilidades en las que las partículas pueden
aparecer o desaparecer.[3]
Personalmente
nunca me sentí demasiado a mi gusto con cualquier dualismo, pero es inevitable
que tanto unos u otros límites nos han de llevar o bien a la negación del ser o
bien a su ausencia. La tradición hermética y la física cuántica nos llevan al
límite mismo de todo lo que es, y este no ser es el que nos indica el límite.
La nada (el sunyata o la vacuidad), no obstante, no debe confundirse con
el no ser, puesto que en realidad es el don de nadie, el non natum
que es anterior al ser mismo.
En
ambas perspectivas (ciencia moderna y hermetismo) queda siempre latente la
potencialidad del ser, que ha de sobrevenir por la observación, o lo que es lo
mismo, por la conciencia que, nos pone en contacto con la vieja interrogante del ¿por
qué hay algo en vez de nada?, y sobre todo por el ¿de donde deviene ese poder que hace
consciente al ser para que sea? Pero lo que es aún más desconcertante, ¿de dónde
viene al ser la capacidad de negarse y entrever el no ser de la nada?
La
confianza en la mente es filosóficamente proverbial por extraordinaria, ahora lo comenzamos a ver y entender en la nueva ciencia, donde la primacía de la mente (nosotros decimos de la conciencia) es fundamento básico, pero la sabiduría arcana, quizá influida por oriente, baraja una
visión más profunda del límite del ser y no ser, pues en realidad de lo que
habla es de la nada que es anterior al Ser.
Tema
este complejo y de gran interés que, si vemos iniciativa de comprensión por
nuestros lectores seguiremos abundando en él.
Francisco Acuyo
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