Para la sección Extractos críticos del blog Ancile, traigo un nuevo post que lleva por título: Brevísima y elemental aproximación a "Las suites del último ilusionista".
BREVÍSIMA Y ELEMENTAL APROXIMACIÓN
A LAS
SUITES DEL ÚLTIMO ILUSIONISTA
y en su prosaica redacción , seguramente limitadas y muy torpes,
las cuales no sé si aclararán algo de sus dudas.
Si la suite se compone de piezas breves musicales (en música clásica y
jazz) de carácter dancístico, en este libro se reproducen métricamente
siguiendo o mejor remedando el esquema musical, guardando la misma tonalidad en
su relativo menor, pues están fundamentados los versos en el esquema que
se conoce en métrica como el arte menor silábico (8, 7, 6, 5), queriendo imitar
las formas diversas de danza como la alemanda, zarabanda, giga, gavota, etc…; y,
si entendemos el ilusionismo como el arte de producir fenómenos que parecen
contradecir los hechos naturales, tenemos el esquema básico formal y temático
de este libro.
La idea partió de una dedicatoria que
hace tiempo me escribió el maestro filólogo Antonio Carreira, cuando me decía
que era un poeta crepuscular, literalmente, habida cuenta de lo que hoy, con la
supuesta modernidad y posmodernidad se mal entiende como poesía.
Así como la illusio-ionis latina,
ilusión, engaño, acaba derivando en el verbo illudere, formado con el
prefijo in- y el verbo ludere, jugar, de esta suerte el conjunto
de poemas es en verdad un juego que sigue la etimología a pie de la letra y
quiere significar jugar contra, o hacer mofa de la propia ilusión que
puede parecer la vida, y como toma cuerpo de realidad vívida a través del amor
y de la amistad.
El último
ilusionista, quizá porque me siento como el raro que todavía cree en la
sustancialidad de la poesía para hacer de ella un camino, una vía de sentido y
significado, y donde la búsqueda y la percepción de la belleza es una senda de
verdad que nos comunica con la realidad de lo bello (junto al sufrimiento) como
lo más genuino del mundo.
He aquí que,
en el desfile de personajes en forma de dedicatorias, son el ángulo (Alehp) borgiano donde cada persona puede
ver y entender el mundo como una singularidad exenta de cualquier ley física
que me comunica que la vida es, ante todo, un cometido, una encomienda, una
misión.
Durante los
días de confinamiento puede oír como nunca antes el silencio atronador, que es
vital para la vida de los hombres, Puede escuchar y contemplar lo que creí yo el
eco de tantos otros silencios fundamentales. Vi germinar las flores del balcón
y secarse otras y entender que la observación, la contemplación, era el paso
genuino hacia la creación. En este teorema de percepción y vida creativos se
sustentan todos y cada uno de los poemas que habrán de conformar la unidad de
este librito.
Supe de la
naturaleza, en fin, de este ilusionista (quizá el último que lo reconoce) que
sabía el truco, la estratagema, la prestidigitación de la mente, que en modo
alguno es una entidad por sí misma, pues, nada puede conocer ni entender fuera
de ella misma. Sus representaciones, los poemas, ofrecen las impresiones de un
mundo que se presenta así mismo como una ilusión, eso sí de una profundidad
prolífica y opima. Supe, en la contemplación de todos aquellos personajes que
forman parte del libro en forma de dedicatoria, que ellos conmigo formaban porción
de lo que creía una exterioridad, cuando en realidad yo ya formaba fracción
imprescindible de ella.
Supe de la
lógica ilusa de la identidad porque nada hay discontinuo entre lo que
percibimos y aquello que nuestra (la conciencia) percibe. Son manifestaciones
de este ascesis el amor, la amistad, el dolor compartido, la aspiración a lo
trascendente…, que están ahí para crear lo verdaderamente nuevo. Hablamos, escribimos,
y ese lenguaje nos constituye, pero lo que lo hace universal es precisamente el
vigor y el impulso de ese amor, de esa amistad, de ese dolor compartido, de esa
aspiración a lo trascendente…
Gracias a
estos poemas y sus figuras (personales, animales, vegetales…) pude dejar en su
construcción imaginativa de ser yo, para ser el universo todo que aquellos constituían,
y supe, además que todas y cada una de las ilusiones me instruía, me amonestaba
de la realidad de la conciencia que, paradójicamente, las advierte.
Una vez más
entendí que la poesía podía ser la ciencia de la paradoja en la que las leyes
que creemos construyen el universo no son inmutables mecanismos, sino un suerte
de organismo vivo que interacciona y cambia, y que la lógica, cuando es poética,
nos enseña a desconfiar de las supuestas excelencias de ella misma.
Francisco Acuyo
Totalmente de acuerdo.Abrazos
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