Algunas aproximaciones al silencio y la intuición de la nada parala sección, Pensamiento del blog Ancile, y todo bajo el título: Introito sobre la noción e intuición de la nada.
INTROITO SOBRE LA NOCIÓN
E INTUICIÓN DE LA NADA
La poesía, en su grado más alto de significación,
paradójicamente, puede llegar a situarse en los mismos límites del lenguaje. De
esta apreciación inferí una suerte de indagación que, siendo poética, no deja
de sondear también los límites de la propia filosofía, si entendemos ésta como
reflexión y (proverbial) amor a la sabiduría. Este andar en los límites del
lenguaje y del conocimiento de la poesía me hace reflexionar sobre el lenguaje
poético frente a otra frontera no menos fascinante cual es la del silencio,
además de colocarnos en los límites mismos de la lógica de la expresión en una
era involucrada hasta la médula en la comunicación y, sobre todo, en la
información masiva.
La
poesía, como lenguaje, a pesar de todo, quiere ofrecerse como la otra cara del
ser y de la expresión lingüísticos, pues aspira a ser y expresar más allá de la
razón conceptual, reconociendo los límites de la construcción lógico gramatical.
Si en la música la nada del silencio es tan importante como el sonido mismo que
la configura, me preguntaba hasta qué punto esta nada del silencio no es
significante por sí misma, y cómo reconocerla en el ámbito de lo poético. Acaso
cuando la poesía indaga en aquellos límites del lenguaje es cuando más cerca
está de ese silencio, el silencio de lo innombrable, y
hasta qué medida este reconocimiento de lo que no se puede decir, no es también
una intuición poética, por ser profundamente creativa. Indagaremos sobre esta
cuestión última más adelante.
Desde
una óptica semiótica, podemos pensar, rastreando también por los fueros de la
filosofía del lenguaje, si los signos que a veces componen el discurso poético
no se sitúan en esos límites de lo fable y de lo inefable, y si en
verdad no se están un paso más allá del mismo lenguaje, puesto que deduce una silenciosa existencia que nos hace presuponer que hay algo más allá de la
palabra.
El
silencio en poesía, puede ser muy elocuente allí donde nos lo encontramos: pausa o silencio a final del verso, la puntuación (coma, puntos, puntos y
coma…) que puede(n) o no tener un sentido en sí mismo, pero hemos de reconocer que
estos silencios son parte estructural del lenguaje poético que, a mi juicio, y
aun considerado como parte de la propia estructura gramatical, alienta a otro
silencio nada conceptual.
Si en
la música es claro que el silencio y su peculiar vacío, en la poesía (la ausencia del mismo en
momentos rítmicos relevantes del verso) es muy importante no sólo para su
funcionalidad; ¿por qué no pensar que la estructura silábica métrica del verso y
sus peculiares ritmos y tempos no son también una manera altamente
expresiva del poema?, De estimarlo así, la presencia del silencio podría calificarse
como una cualidad significante del poema, aunque enigmáticamente quede en
muchos casos en el ámbito de lo innombrable, pues su nada deja una misteriosa
huella en nuestra conciencia, acaso porque ese silencio, esa nada, sea también
conciencia.
La
aseveración de este último párrafo puede parecer extraña. Lo es en verdad
porque puede que todavía no hayamos entendido el silencio, la nada del ser.
Como pueden contemplar, en esta cuestión puramente poética y lingüística, acabó
derivando este conjunto de textos a un lugar que va más allá del ámbito de las palabras y
que quiere indagar en las fronteras mismas de la palabra y, acaso, del
conocimiento. No soy filósofo, no soy científico en dominios como la física, ni de la la
neurociencia, pero desde esta plataforma altamente singular como es la poesía,
intento demostrar que se puede indagar en aquellos territorios que, de manera no tan rara como creemos,
parecen querer concurrir en el ámbito de lo poético. Entre ellos destaca el
ámbito del silencio, de la ausencia, del vacío, de la nada, en fin.
Si,
según Heidegger, la nada es lo que nos hace captar el ser, frente a corrientes
nihilistas u orientalistas, me parece del todo razonable (aunque parezca paradójico)
afirmar que la nada es conciencia. Se infiere que este y otros textos
posteriores están imbuidos de la noción o intuición enigmática que ofrece muchas
veces el concepto, o la idea, o la intuición de la nada.
Avanzaremos
algunas nociones más sobre este asunto, ya bastante trillado en este blog Ancile,
cosa que haremos próximamente.
Francisco Acuyo
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