Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevo post que reflexiona sobre algunas peculiaridades de la lógica poética, y lo hacemos bajo el título: Presencia y referencia poéticas.
PRESENCIA Y REFERENCIA POÉTICAS
No es raro advertir, si se presta la merecida atención al caso, que no son extrañas las ocasiones en las que aquello a lo que se refiere la palabra poética (si se supone que designa una cosa) puede estar más cerca de un referente prelingüístico, que lingüístico al uso, pues, se sitúa en una condición verdaderamente especial, ya que su signo lingüístico no solo expresa y significa, sino que pretender ir más allá del principio de representación: porque nos advierte de la ilusión de la presencia. La subjetividad (de nuestra conciencia personal) nos hace dudar de la objetividad o exterioridad, y el verbo poético se ofrece como si no hubiera otro lugar de realidad que la propia nanidad del silencio del que, entonces, hubo de nacer, en empeño de su ejercicio de expresión prelingüístico, tratando de llevarnos al vasto e inefable dominio donde el espacio y el tiempo no tienen el más mínimo sentido. Es, en fin, el lugar sin sitio ni tiempo donde la palabra pone en controversia el principio lógico de referencialidad mediante el que funciona cualquier sistema de signos. Es como si el tiempo y el espacio fuesen consumidos o disipados en el devenir poético de una frase.
En poesía, aquel nombrar no es mostrar, sino que adquiere tintes verdaderamente fascinantes porque, si bien se precisa nombrar las cosas, se pone de relieve que el referente no se establece necesariamente en virtud de lo que es perceptible (sensorialmente reconocible), sino que la palabra poética (véase la sinestesia) lo que hace es poner en evidencia la realidad de la conciencia del que nombra y que la realidad de lo nombrado, de la cosa, no es tan clara, pues llega a mezclarse o a intercambiar unos sentidos por otros en la prodigalidad de su función lingüística a la hora de la búsqueda una denominación. Nos parece bastante claro que en atención al fenómeno poético de la lengua se hace preciso una óptica que supere la formal y lógica convencional.
Francisco Acuyo
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