martes, 11 de marzo de 2025

LA CASA DEL SER Y LA POESÍA

Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un post nuevo que lleva por título, La casa del ser y la poesía, prosiguiendo las reflexiones sobre el silencio y la palabra poética.


LA CASA DEL SER Y LA POESÍA



La casa del ser y la poesía, Francisco Acuyo



La poesía me enseñó (cuando reflexionaba sobre cosas diversas) y exhalaba mi aliento curioso hacia nubes extrañas, que el silencio de la nada no podía ser era sino conciencia. La intuía. Si no hay conciencia es imposible cualquier intuición. Ese orbe intuitivo creo que nos permite ver el límite del uso lingüístico, sostenido por sus reglas de convención y nos abre a cauces no hollados en ámbitos de expresión i-lógicos que, a su vez, abren parámetros de expresión que nos hablan de una necesidad de adopción a un cambio lingüístico para un uso no previsto.  Cambio, transfiguración que trasciende la razón estrictamente lógico formal, y que, en no pocas ocasiones, pone evidencia la profunda potencia del pensamiento salvaje (que no participa de las leyes del pensamiento lógico, sino que es dueño de una proyección en el mundo que participa).  A su vez nos muestra que hay también una necesidad perentoria de expresarse sin reglas: expone la condición ontológicamente incompleta de todo sistema formal o informal, que incluye no solo a la matemática, también al sistema de reglas mismo lenguaje.

La casa del ser y la poesía, Francisco Acuyo
Si el lenguaje está vivo, el lenguaje poético extiende su vitalidad allende a cualquier carácter normativo, pues su compromiso vital excede cualquier encorsetamiento de uso convencional. Una muestra de ello es precisamente su implicación en el orden del silencio lingüístico como prueba de su compromiso, al situarse entre la palabra y el silencio, entendiendo este como una panoplia infinita y silenciosa de posibilidades de expresión y entendimiento, superando el rol de vehículo de información y articulador social, donde lo innombrable puede ser en la nada del silencio que siempre le ronda.

    ¿Cómo significar por extenso, o mejor por intenso, nuestra afección por el silencio de la nada a través de la palabra, sino es a través de la palabra poética? ¿Qué son sino las analogías, las metáforas, las equivalencias, los elementos expresivos y eufónicos del verso que quieren ir al origen, al silencio, precisamente en su reafirmación expresiva, aun a costa de andar sobre el filo de las simas que están más allá del lenguaje? ¿Qué son en realidad estas maneras características de la poesía si no sendas y recursos que están más allá de la convención lógica del lenguaje? Es verdad que el poeta renuncia en muchas ocasiones a lo que es evidente en el lenguaje, pues renuncia a lo explícito, y esta renuncia es una ausencia, un vacío, un silencio que quiere rellenar con lo que no es posible hacer a través del concepto, para dar sentido y entendimiento a la incógnita de su origen (que bien pude ser la de cualquier origen) aunque esto lleve a imponer el principio de realidad de lo simbólico que se resiste a lo explícito   de los términos. Es algo casi proverbialmente reconocido que la ambigüedad del significante en poesía abre un amplio abanico de sentido que parece no poder ser encasillado para poder fluir en los límites mismos del lenguaje. La palabra poética se sumerge en lo subjetivo para expandirse en una infinidad de sentidos que se diría tratan de escapar a su vez de las diversas posibilidades de significación.





Francisco Acuyo




La casa del ser y la poesía, Francisco Acuyo


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