Después de pedir autorización a mi muy entrañable amiga, poeta y escritora Jeniffer Moore, y obtenida por mor de su muy benévola aquiescencia, la publico en la sección Extractos críticos, del blog Ancile, aunque muy bien pudiere haber sido incluida en la de, Poesía y amistad, que así me sonaba, a verso, esta preciosa carta que tuvo a bien enviarme con motivo de la publicación del libro, Elogio de la decepción, y que yo tengo el gusto de editar, porque es modelo de elegancia, sensibilidad y, muestra de uno de las fuentes de virtud más inapreciables del que es capaz de ofrendar el ser humano, la amistad sentida y verdadera, y que yo guardo como singular tesoro y que aquí os ofrezco, para quien quiera gustar de tan deleitoso y sublime fruto nunca suficientemente ponderado.
SOBRE ELOGIO DE LA DECEPCIÓN
Querido
y entrañable amigo:
No
puedo más que regocijarme en la plenitud del espíritu por haber hallado en el
concierto de la humanidad, los acordes singulares y llenos de sabiduría de tu
generoso pensamiento expuesto en el Elogio de la decepción.
No
pocas veces he meditado sobre la decepción, y más aún experimentado su
influencia desde temprana edad y en diferentes momentos del desarrollo de mi
ciclo vital, común a todos los humanos. Y en ese devenir convulso y personal he descubierto que la amistad es el escenario
donde con frecuencia se la ve desplegar sus mejores interpretaciones y de cuya
comprensión inteligente depende que sea una bendición para alcanzar la madurez, o un
azote que nos empuje a la soledad sin remedio.
Hay
un punto, una delgada línea donde pararnos para acceder a la comprensión más
alta que las explicaciones corrientes. Y es, a mi modesto criterio, la opción
de la humildad.
Como
bien dices, en la sabiduría a la que has llegado por el camino del amor y la
ciencia, es por ella (la deceptio) que
nuestros ojos descorren las cortinas de lo superfluo y ven lo verdadero, con
los pies asentados firmemente sobre una realidad que nos disgusta. Y la amistad,
en mi modesta opinión, permanece en el tiempo cuando entendemos estos
misterios. No esperar la perfección del amigo, no pretender de él más que el
fruto de su humana condición, igual a la nuestra, factible de errores,
desaciertos, omisiones y que es el fruto común que producimos como conjunto
social, como civilización a través de los tiempos, si es que tenemos un concepto sensato de
quienes somos, más
allá de toda singularidad, vanidad y egocentrismo.
Me
ha conmovido profundamente la actitud que se percibe a lo largo del alegato que
representa el Elogio de la Decepción. Las antiguas y sagradas Escrituras
bíblicas hacen mención de las características del hombre sabio y una de ellas
es que aprecia la reprensión del amigo, mucho más que las palabras de adulación
de quienes no tienen la intención verdadera de beneficiar al otro. Así es como el sabio Salomón dice: “Mejor es
oír la reprensión de los sabios, que la canción de los necios” (Eclesiastés
7:5).
Pareciera
ser que la deceptio forma parte de las lecciones necesarias de la vida y
comprenderla permite trascender la mera existencia. Sin embargo, probablemente
sea uno de los sentimientos de más impacto negativo y difícil retorno. Tal vez,
porque infinitas conexiones íntimas se entrelazan en el complejo sentir que la
constituye. Lo que parece más evidente es que todas esas conexiones se enraízan
en el ego y como tal, toda decepción es vivida como una agresión directa a
nuestra esencia, en ese plano de confianza que habíamos dispensado, y en el
cual, sólo se colocan en la balanza las acciones del otro.
Me
pregunto si es honesto el amigo decepcionado. La intensidad de la frustración
ante lo inesperado nubla la razón y
anula la capacidad de observar hacia adentro con absoluta franqueza y humildad.
Pero aún si lo fuera, si en el supuesto caso que se hallara una persona tan
pura y recta, sin falla alguna, sufriendo una decepción: ¿No sería el perdón
una cualidad natural de tal individuo,
conducta ética que pasa por alto la ofensa y da una nueva oportunidad al amigo?
Por
ello, entiendo, estimado Francisco, que cuando la maravillosa experiencia de la
amistad supera la decepción, el ser alcanza una dimensión más humana, que si pudiera extrapolarse a las diversas y
multifacéticas relaciones sociales propias de la civilización contemporánea, sería
posible vislumbrar un tiempo nuevo de
euritmia universal sobre la tierra.
Debo
agradecerte nuevamente, querido amigo, la inmensa satisfacción que me produjo
la lectura de tu texto Elogio de la Decepción, el alegato exhaustivo, apasionado en defensa de la autenticidad de la
amistad sin reservas, vapuleada por los embates de la envidia y la ignorancia, el
razonamiento profundo y mesurado acerca de un concepto complejo para el lector
desprevenido, y especialmente, la
posibilidad de descubrir esa actitud fraternal y amorosa del amigo (quien
pudiera haber estado con justicia, igualmente decepcionado) que da razones expresas
a quien debiera haber comprendido sin palabras, pero que vienen al fin, a dar
fruto en todos nosotros, lectores ajenos a la situación específica que motivó
el texto, brindándonos la oportunidad de injertarnos a través de la palabra, en
ese tronco por donde fluye generosa la sabia perenne del entendimiento, la
humildad y la sabiduría.
Finalmente,
me atrevo, con la certeza de la abundancia que habita en tu corazón, a rogarte
que continúes en esta huella fecunda y nos alegres y beneficies con nuevos
aportes sobre el tema, los cuales son tan necesarios para la noche que nos toca
vivir como civilización que tropieza repetidamente en la misma piedra.
Con
un abrazo fraterno, quien se siente honrada con tu amistad:
Jeniffer
Moore
Miami,
FL. USA
Sin dudas un texto que además de homenajear la obra en cuestión, aporta puntos de vista de propios sobre el tema de la decepción. Creo que mediante la comprensión de la naturaleza humana del tiempo de esta vida, uno puede aliviarse un tanto de los embates emocionales, pues al fin y al cabo vamos de paso, un paso efímero hacia el otro lado, donde quizá desaparezca la angustia de ser. Un abrazo y gracias, amigo.
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