martes, 15 de diciembre de 2020

MINIMALISMO POSITIVO Y LA HUIDA HACIA DELANTE DE LAS CIENCIAS DE LA MENTE

Para la sección Pensamiento del blog Ancile, y siguiendo con la temática del positivismo y la mente, traemos el post que lleva por título: Minimalismo positivista y la huida hacia adelante de las ciencias de la mente.



 MINIMALISMO POSITIVO Y LA HUIDA HACIA 

DELANTE DE LAS CIENCIAS DE LA MENTE



Minimalismo positivista y la huida hacia adelante de las ciencias de la mente. Francisco Acuyo


La antifilosofía positivista parece haber hecho su agosto en el ámbito de las neurociencias.

La negación sistemática de cualquier tipo de pensamiento fuera del ámbito experimental

sensitivo, como sucede con la metafísica, la filosofía, la lógica y la misma matemática

(pura o impura) no son más que subterfugios e ilusiones de un lenguaje si no mal utilizado,

desfasado de la ¿modernidad? Positiva, pues no hace sino dirigir equívocamente nuestro

pensamiento. Así la filosofía (¿también el arte?) empieza y finaliza en el mismo análisis del

lenguaje. La madre de todas las ciencias, según estas delirantes aseveraciones, será la

física, en virtud de que esta se fundamenta en la experiencia sensible, ¿sólo en esta

experiencia? ¿Qué sucede con las derivaciones de la teoría de la relatividad y de la

mecánica cuántica? El silencio wittgensteiniano fue en verdad muy mal entendido: en este

silencio radica el valor más importante y profundo de las cosas para el propio

Wittgenstein.


El minimalismo positivo se ha adueñado de la neurociencia y de la misma

psicología. No han aprendido nada de la nueva física ni de las matemáticas más

acendradas (estas últimas dejaron de ser incluso una ciencia)1, por supuesto nada del

desarrollo simbólico de las culturas antiguas y sus manifestaciones artísticas y religiosas:

todo eso pertenece al uso de un lenguaje periclitado, insuficiente e innecesario para la

aprehensión de la realidad.


La religión positivista malinterpretó incluso los principios básicos de la misma

física: el tiempo y el espacio relativos einstenianos pasaron a ser doctrina y dogma para

este minimalismo singular, cuando para Einstein solo era una declaración acerca del

mundo físico2. Rechazaban (cosa alucinante) que la matemática y la intuición pudiese

alcanzar la realidad última, solo la experiencia sensible es portadora de la verdad. Pero la

verdad es que en modo alguno hay razones por las cuales debamos tener menos

confianza en esta clase de percepción, es decir, en la intuición matemática, que en la

percepción sensible3.

Minimalismo positivista y la huida hacia adelante de las ciencias de la mente. Francisco Acuyo

Las nuevas ciencias de la mente adoptan el desvarío positivista para aceptar sólo lo

que se puede describir sensorialmente de todo proceso mental, por lo que no hay proceso

abstracto o intuitivo que pueda proporcionar comprensión de ese dominio: nada puede

decir la interpretación simbólica, matemática o no, sólo lo verificable mediante

mecanismos de experiencia sensible4 podrá ser estimado como real sobre lo que la mente

sea en su constatación orgánico cerebral. Todo lo que no sea constatable mediante la

comprobación empírica es rechazable (Ernst Mach), llevando el desvarío el despropósito a

la negación de las entidades atómicas simplemente porque eran invisibles al sentido

humano, y desde luego a cualquier forma de conocimiento estadístico o de probabilidad,

fundamentales en la física cuántica, que por cierto, tan extraordinarios resultados

prácticos da en forma de avances tecnológicos, desde luego bien palpables para

cualquiera que quiera que quiera ver la realidad.


¿Qué ha llevado a las neurociencias y a las tendencias modernas de la psicología a

arrostrar semejante prejuicio, incluso sin hacerse conscientes del mismo? ¿La ingeniería

genética y neurocientífica no aceptará nunca su gran equivocación positivista?

¿Reconocerán algún que los genios de la física (Einstein y los físicos de la mecánica

cuántica, por ejemplo) se sirvieron de la metodología postivista para defender

precisamente sus propósitos ¿filosófico-metafísicos? que describen la realidad del tiempo

y el espacio tan certeramente?


Una de las proclamas más enérgicas de la neurociencia es el rechazo de que cualquier

manifestación de la conciencia o de la psique (incluida la fe, sobre la que venimos

disertando en anteriores entradas), no son más que ilusiones de la única realidad material

de dónde proceden: el cerebro. Todo, en fin, queda reducido a la función de las

estructuras cerebrales. Parece que este órgano excepcional es la sede monolítica de

donde procede cualquier fenómeno psicológico, cultural, artístico o religioso. Todo está

escrito en la piedra suprema de la estructura cerebral. Parece que la plasticidad que

empieza a ser reconocida en dicha estructura neuronal significa poca cosa. Las

modificaciones del mismo cerebro provocadas por estímulos, acontecimientos, sucesos

exteriores materiales o no, no parecen merecer un grado de atención suficiente para

indagar sobre la verdadera naturaleza de la mente y de su receptor y emisor complejísimo

que es el cerebro.


Indagaremos en próximas entradas sobre todas aquellas circunstancias

(¿exteriores?) que son capaces de modificar la propia estructura cerebral y hacer de

nuestro entendimiento lo que es, una dinámica invisible que une todas y cada una de las

cosas para el proceso más importante del universo: la creación, o el impulso creativo.




Francisco Acuyo



Según Rudolph Carnap, acaso el más insigne positivista, las matemáticas no son siquiera un lenguaje capaz

de albergar pensamientos, sólo la sintáxis lógica del mismo lenguaje.

Yourgrau, P.: Un mundo sin tiempo, Tusquet, Metatemas, Barcelona, 2007, pág. 49.

Gödel, K.: Cellected Works, vol. 3 , Unpublised Essays and Lectures, Oxford University Press, Nueva York,

1995, Pág. 230.

4 Muy de moda están las medidas y gráficas del cerebro en su estructura y dinámica a través de la tomografía

por emisión de positrones, mediante la cual pueden constatar sensorialmente la complejidad de aquél.




Minimalismo positivista y la huida hacia adelante de las ciencias de la mente. Francisco Acuyo


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