miércoles, 6 de abril de 2022

BACO CABALGANDO UN TIGRE, DE MANUEL VERGARA

 Abundando con una nueva entrega sobre Como te iba diciendo (Cartas a cielo abierto), de nuestro amigo y profesor Manuel Vergara, para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevo post que lleva por título: Baco Cabalgando un tigre. que seguro será de  muy grato recibimiento.



BACO CABALGANDO UN TIGRE,

DE MANUEL VERGARA


 


Baco Cabalgando un tigre, Manuel Vergara

                    

 

Esta otra carta es del viajero Nietzsche: Lo suyo es el dios griego de la ebriedad, Dionisos, el Baco de los romanos, cabalgando un tigre. Hay preciosas versiones de este tema (mosaicos de Delos; o de Pella: en éste cabalga un guepardo). Pero he preferido que conozcas uno mucho más nuestro: “El don del vino”, del Museo Histórico Municipal de Écija (gracias, Director).

En un formato enorme (¿doce metros?), contiene -elegantísimos, como podrás ver-, todos los tópicos del tema; pero hay, además (ángulo inferior derecho), unas tinajas idénticas a las que, -hasta bien mediado el S.XX- hemos estado usando en nuestros lagares: no ya de barro (aunque aún hay “vino de tinaja”), desde luego, sino de hormigón, hechas por especialistas de Aguilar de la Frontera. Te parecerá un detalle menor, que por lo demás, no vendría muy a cuento; pero no he podido resistirme ¡qué mundo nuestro, la Bética!

En todo caso, lo “dionisíaco” original del mito griego quedó muy atenuado, nos dicen, con este Baco de uso puramente suntuario. En los salones de estas grandes casas romanas nunca se viviría, probablemente, una salvaje bacanal de sexo y sangre como aquellas que Roma -horrorizada-, tuvo que reprimir eliminando a centenares de “brujas” alucinadas. Es Nietzsche el que se llevará el agua a su molino:

Baco Cabalgando un tigre, Manuel Vergara
 …el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sus sueños del lomo de un tigre… ("Sobre verdad y mentira en sentido extramoral")

Si hemos de creer a Robert Graves: La guía principal de la fábula mística de Dionisos es la difusión del cultivo de la viña por Europa, Asia, y el norte de África (…) El triunfo de Dionisos consistió en que el vino sustituyó en todas partes a las otras bebidas alcohólicas (“Los mitos griegos”).

Visto así, como un bello motivo bucólico exento de dramatismo (caso de Écija), el triunfo báquico no tenía nada de salvaje. Con todo, en el prólogo a la segunda edición, Graves matiza lo del “vino”: La ambrosía del banquete de los dioses (en realidad reyes y reinas antiguos mitificados, dice), sería algo mucho más fuerte: La amanita muscaria, el hongo alucinógeno es lo que en realidad usarían para “colocarse” en los ritos de Orfeo y Dionisos.

Con estas mimbres se teje la fábula mística -que rescata Nietzsche, ya hemos dicho-, de una divinidad premoral que con su ejército de sátiros y ménades renace ritualmente cada primavera con frenesí salvaje. Tanto que su antiquísimo culto no fue aceptado en muchas ciudades griegas hasta muy tarde, y no sin la oposición de ciertas divinidades -digamos “de orden” (Apolo, Hera, Perseo)-, que siguieron prefiriendo “sacrificios sobrios(Ob. cit).

                            ¿Lo sobrio o lo ebrio; en qué quedamos?

 Esta es la cuestión: La reflexión de Nietzsche viene a traducir toda tendencia al orden y a la moralidad de nuestra civilización (el sobrio ideal ascético)…, como síntoma de incapacidad para aceptar las cosas de la vida en su brutal e inocente realidad: Esa moral es la respuesta vengativa -la impotencia resentida de los débiles, viene a decir-, ante el horror y el dolor de la existencia.

Venganza: aversión de la voluntad contra el tiempo y su “fue” (Así habló Zaratustra) De ahí que los débiles quieran decretar (corrompiendo así a los “pobres” fuertes), que esta existencia nuestra -pasajera-, es un valle de lágrimas…, hasta la Vida eterna.

Pero, el hombre del futuro, el superhombre, dice nuestro autor, pasará del horror a la alegría (La gran salud, la llama) cuando comprenda que la vida no tiene por qué dar explicaciones. No hay respuestas para ningún ¿por qué?: La Vida -unidad pletórica en su acopio salvaje de poder-, se quiere y se perpetúa eternamente como es. Y el (super)-hombre tendrá incluso que aprender a…querer hacia atrás, amando hasta el fue del tiempo.

Nietzsche profetiza un hombre sin horizonte en Dios (hasta ahora: su “Mar”, su “Sol”). Y no obstante -en la indiferencia de su inocencia-… pendiente en sus sueños del lomo de un tigre. He aquí el invento contemporáneo: la “salvación” conquistada. ¿Cómo? ¿Al precio de una conducta intachable, a imagen de Sócrates? No, más fácil (es un decir): ¡No poniéndole pegas a la Vida-Muerte!  

Se quita de encima el más pesado fardo, quien ya está lo bastante transformado por dentro (esa es la transvaloración, que decía él)  para atreverse a vivir -¡sin nada a cambio!- el enorme instante de la vida:

Baco Cabalgando un tigre, Manuel Vergara

… ¿cómo tendrías que estar a bien contigo mismo y con la vida para no aspirar a nada más que a esta última, eterna confirmación y sanción?
("La gaya Ciencia").

Ese peculiar estar en un abrazo con el imperativo de la Vida es lo que, en ese preciso momento de su trayectoria poética, canta (imperativo), el muy nietzscheano-existencialismo de Rilke:

Quiere la transformación. Oh, entusiásmate por la llama, (…)                                                                          

Adelántate a toda despedida, como si la hubieras dejado

atrás, como el invierno que se está marchando.

Pues bajo los inviernos hay uno tan infinitamente                

invierno que, si lo pasas, tu corazón se sobrepondrá.

                                                         (…)

Sé, y sabe al mismo tiempo la condición del no-ser

el infinito fondo de tu íntima vibración

para que la lleves a cabo del todo, esta única vez.

                                                                (Sonetos a Orfeo II. 12 y 13)

¿Te das cuenta?: Se ha quitado un peso de encima quien haya trascendido -sobreponerse; eso es todo, decía Nietzsche-, el miedo a la condición del no-ser (el infinito invierno) y ya, feliz…, como una fuente se derrama (S. II, 12)

La inocencia de esta “santidad” atea contemporánea dice dormir tranquila  porque, al parecer, contiene ya la muerte toda entera:

                  (…) Pero esto: contener tan suavemente la muerte                                 

                       la muerte entera, aun  antes que la vida

                        y no ser malo

                        es indescriptible.                   

                                                               (Rilke, Elegía IV) 

 

  ¿Ha quedado claro lo que era cabalgar un tigre? Desde luego, no es celebrar honestamente las alegrías de la vida desde el lujo de tu casa romana de Écija (gente, seguro, de sacrificios sobrios). Sino llevar hasta el final el ideario ateo (prometeico), de la modernidad.

  Toma ahora las ventajas materiales de la modernidad…, y sácate los excesos de exaltación y pose ideológica (el tigre): Caerás suavemente en la pos-modernidad (“nihilismo sin tragedia”); capaz de contener la muerte//y no ser malo…Pero, eso sí; puede que un poco más aburrido. Volveremos.


Manuel Vergara

 

 

Baco Cabalgando un tigre, Manuel Vergara

 

 



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