Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, proseguimos con la temática de la anterior entrada, esta vez bajo el título de El ser humano y la nulidad del individuo en la actualidad.
EL SER HUMANO Y LA NULIDAD
DEL INDIVIDUO EN LA ACTUALIDAD
Pero, ¿cómo es que se falta el respeto a sí mismo el
ser humano en la actualidad, si ni siquiera se tiene en cuenta la primordial individualidad
de la persona, y sin leer con atenta detención y aprender de memoria su ser
existencial? Acaso deberíamos afrontar esta interrogante dirigiendo nuestra
mirada hacia aquellos hombres ejemplares que debieran ser modelo para
cualquiera que pretenda respetarse a sí mismo, y plantearse si hay alguno en lo
más prominente de la vida pública entre nosotros. Parece, a primera vista, que
no es nada fácil de encontrar en este ámbito social de responsabilidad pública.
Si, pongamos que los mandatarios, modernos y posmodernos, no se respetan a sí
mismos poniendo en contradicción continua el valor de su misma palabra (es
tristemente constatable que nuestros próceres políticos mienten más que respiran
con todo desparpajo y sin vergüenza alguna), ¿dónde hemos de mirarnos, no ya
como sociedad, sino como individuo particular para ser coherente con aquella dignitas
latina, y no digamos con el ethos griego?
Aquel
reflejo moral del mundo sustentado por el logos para llegar
al ethos mediante el que promover y educar nobles y muy
necesarias intenciones, precisa, como nunca antes, hablar consigo mismo
con total sinceridad e igual honradez con el mundo, y todo porque anhela ser
algo más que mero azar, caos, pues requiere un propósito justo para sí entre
aquellas circunstancias inevitables, y que sólo puede alcanzarse mediante la
dignidad de ser individuo digno de respeto.
Que la aspiración de aquel ethos era (y es), sin duda, el impedimento de la destrucción personal (y por ende social), sigue pareciéndonos igual de indiscutible ahora que entonces, y que ha de estar basado en la excelencia humana (areté) que indaga en la justicia, en la verdad y el bien, y que precisa de la aspiración sincera a la bondad, pero, ¿dónde ha quedado en nuestros días aciagos esta fundamental aspiración?
Estas y otras interrogantes intentarán ser despejadas en próximos post de este blog Ancile.
Francisco Acuyo
No hay comentarios:
Publicar un comentario