viernes, 9 de abril de 2021

HILO DE VOZ, POR ANTONIO CARVAJAL

Proseguimos la misiva de Antonio Carvajal en torno al verso de 13 sílabas que, por cierto, no tiene desperdicio y recomendamos vivamente su atenta lectura; carta, digo, que incluimos en la sección De la métrica celeste del blog Ancile, y que lleva por título: Hilo de voz.



Hilo de voz.


HILO DE VOZ,

POR ANTONIO CARVAJAL

 

Querido Francisco Acuyo: Tiempo le ha faltado a ése hirsuto granadino (con tilde en el señalador, para señalarlo mejor: lo subrayado consta de 13 sílabas) para reprocharme que en mi carta anterior no mencionara a nuestro buen amigo y excelso teórico don José Domínguez Caparrós (las consonancias y asonancias en ó son rebeldías del idioma; pero es curioso que, dando el nombre de nuestro admirado profesor un eneasílabo eufónico, con el tratamiento alcanza un decasílabo nada común, con acentos en 3ª, 5ª y 9ª y de gratísimo son al oído. Esto de considerar las señas de identidad modelos de versos da cómodas alegrías, como que del tuyo puede arrancar un romance o una espinela, y alguna pesadumbre como que del mío, un eneasílabo con acento en 6ª, no broten decires garbosos). Pues bien, imitando el habla de Cantinflas, debo reconocer que hay bastantes impacientudos que lo estropean todo. Era mi propósito escribir tres cartas sobre el tridecasílabo, la que ya tienes, esta que va creciendo y una tercera en la que habría de recomendar la lectura del estudio que el Sr. Domínguez Caparrós dedicó a los sonetos tridecasílabos de don Miguel de Unamuno a la vez que recupera, defiende e ilustra las teorías de don Sinibaldo de Mas, presunto inspirador de ciertos metros de Rubén Darío. Pero el desabrimiento granadí altera mis planes, por lo que paso a decirte que el Sr. Domínguez Caparrós me hizo volver a los libros de don Miguel de Unamuno. ¡Cuánto se lo agradecí, cómo me ha rejuvenecido! Con don Miguel aprendí casi a pensar y mucho a discutir. Pues bien, suelen citar un poema de Don Miguel en Teresa para ilustrar el uso (sin abuso) del tridecasílabo, la rima 38, que comienza así:

Cada vez que tu nombre pronuncio, Teresa,

viviendo deshecho,

me parece que el cielo la boca me besa;

renace mi pecho;

 

Ay, se han saltado el 22, que empieza diciendo:

 

Como el último vuelo de un pájaro herido

que vuelve a su nido

cantaba,

y su hilito de voz por el aire sereno

de dulzores lleno

surcaba.

 

Qué preciosidad, qué bien mantenía el poeta la pulsación del compás anapéstico uniforme, sea en el poema 38:

       Cada vez/ que tu nom/ bre pronun/ cio, Tere/ sa, vivien/ do deshe/ cho,

                   3               6                   9              12            15            18    

sea en el 22:

Como_el úl/ timo vue/ lo de_un pá/ jaro_heri/do que vuel /ve_a su ni/ do canta/ ba,

               3              6                   9             12                15             18              21

¡Con razón, Teresa es un homenaje vivo a Bécquer!:

y_estas pá/ ginas son/ de_ese ‘ him/ no caden/ cias que_el ai/ re dila/ ta_en las som/ bras

               3              6                   9             12                     15         18                    21

Como te gustan los números, anota que Bécquer acoplaba 10+12 y Unamuno lo hizo con 13+6+3; total, 21+1=22, o sea, el canto agudo de los campanilleros, pero a lo llano:

A la puer/ta de_un ri/ co_avarien/ to llegó/ Jesucris/ to_y limos/ na pidió

                         3              6                   9           12            15               18           21

 

aunque don Miguel no se ataba demasiado cuando no le convenía ponerse redicho y sometía el compás a la idea, se desnudaba el uniforme y quedaba mixto por su propio mero imperio:  

y su_hili/ to de voz/ por el ai/ re sere/ no de dulzo/res lle/ no surca/ba.

           3              6             9         12                16         18            21

Las cosas del rector de Salamanca, mantiene el pulso en el tridecasílabo, difícil verso poco usado, y falla en el comodísimo hexasílabo. O no falla. La quiebra de compás en el propio tridecasílabo ya la dibuja don Sinibaldo de Mas en su teoría y en su práctica, así, por ejemplo:

Las modestas vïolas rapazuelos tiernos

              3          6               10       12 

y, por otra parte, como no era don Julio Herrera y Reissig ‒ni Antonio Carvajal‒, puso dulzores habiendo podido poner almíbares, pero no quiso, aunque ya se sabe que los de Bilbao pueden nacer donde quieran y hacer lo que les plazca. Por ejemplo, sabía elaborar muy bien los versos alejandrinos a la española sin necesidad de recurrir a la francesa para remediar desajustes que algunos críticos ven cuando no quieren oír los tridecasílabos de sus sonetos. Basta leer el poema 27 de Teresa, cuyos son estos ocho pareados iniciales:

Eran dos medallones tallados en la piedra;

medio ocultos estaban por un manto de yedra.

Ella y él enlazados por guirnalda de rosas

que, como una balanza, partía de las fosas

de los ojos vacíos de calavera pura

que la yedra vestía con su pía verdura.

Era la hechura dura; la piedra era granito;

el dintel de una puerta perdida al infinito.

Pareados que me sirvieron de modelo para uno de mis poemas de Tigres en el jardín, que son evidentemente alejandrinos, modernos como es debido, con sus manifiestas consonancias internas ad libitum y que resuelven las dos únicas dudas métricas que el texto plantea, la díéresis en ‘ruina’,

ojo de la ruina, rebojo de la gloria,

porque, como le ocurre al ‘suave’ del citado verso de don Sinibaldo, si no se pronuncian con azeuxis las vocales contiguas ni su verso es de 13 sílabas ni el de don Miguel lo es de 14, como hay que respetar las reglas españolas que prohíben la sinalefa entre los hemistiquios del alejandrino para que lo sea, y no un tridecasílabo, el que cierra ese su poema:

respondiste mirando al señero dintel.

Como te digo, el estudio del Dr. Domínguez Caparrós sobre los sonetos tridecasílabos del Sr. Unamuno es impecable, no tiene desperdicio y, en mi opinión, sirve para entender la elección del tridecasílabo por el autor para impedir la recitación autómata de sus poemas, que entiendo que han de ejecutarse como sonetos y no como sonatinas. Se lee en el prólogo a Teresa, edición de Renacimiento, Madrid, quizá 1909:

En Unamuno se ve la necesidad que urge al alma del verdadero poeta, de expresarse rítmicamente, de decir sus pesares y sentires de modo musical. Y en esto hay diferentes maneras, según las dotes liricas del individuo; y no porque una música no se parezca a la del autor por vosotros preferido, hemos de concluir que no es buena. No todas las aves tienen el mismo canto, como todas las flores no tienen la misma forma ni el mismo perfume. […] Unamuno es un fuerte poeta […] Para expresarse así hay que saber mucha armonía y mucho contrapunto.

Rubén Darío lo escribió y lo firmó. Yo seguiré en los trece.




Tuyo,

Antonio Carvajal

Desde Motril, a 4 de abril del 2021



Hilo de voz. Antonio Carvajal




No hay comentarios:

Publicar un comentario