Bajo el título: Realidades experimentales y la verdad a la que puede acceder nuestra conciencia, traemos un nuevo post para la sección Pensamiento. del blog Ancile.
REALIDADES EXPERIMENTALES Y LA VERDAD
A LA QUE PUEDE ACCEDER NUESTRA
CONCIENCIA
¿Son iguales las realidades que podemos
experimentar perceptivamente y aquellas otras mediante las que se puede llegar
por la vía exclusiva de la abstracción mental? Mucho tiene que ver esta distinción o derivación con el planteamiento racional desde nuestras
conciencias contingentes y limitadas sobre la idea de un absoluto, y de este como algo en
esencia paradójico. ¿De dónde proviene esa intuición, concepto, pensamiento,
representación, imaginación o sospecha? Las realidades de nuestra experiencia
rechazan esas visiones o ¿ensoñaciones? de lo infinito o inconmensurable a lo
que estará vinculado inevitablemente cualquier noción de trascendencia. ¿Son pues
estas aproximaciones a lo trascendente realidades exclusivamente mentales?
Cabe
deducir que los fenómenos a los que accede y explica la ciencia y que son
propios y apropiados para su metodología y que tratan de dar respuesta al
origen y funcionamiento del universo mundo, explican muchas veces de manera
ampliamente satisfactoria cómo es y cómo funciona este mundo fenomenológico.
Sin embargo, la cuestión semántica (y que aparece trascendiendo el aspecto
sintáctico de manera inevitable) del mundo y de la vida y de la conciencia no
obtiene una clara respuesta. El significado, insistimos de lo que hay y acontece en el
cosmos acaba por imponerse pertinazmente en nuestras conciencias como una extraña necesidad.
Hay
una situación acaso hoy más que nunca de gran importancia por inaudita y
esencial que parece confirmarse a la luz de la razón filosófica, incluso
metafísica, que nos habla sobre los datos de la ciencia, y cómo estos no tienen
por qué resultar incompatibles con la idea de una realidad trascendente, al
margen de que sean susceptibles de otras exégesis variadas.
La
cuestión es que, ante la contemplación del universo, de la vida y de la
conciencia es inevitable rondar la idea del origen de aquellos, o lo que es lo mismo, la de
su creación, pero al tiempo, plantearse esta idea poiética es, en realidad, un proponer una noción de lo trascendente
que va más allá de la visión heideggeriana del teísmo como proyección humana, si es que aquella lo que hace es enturbiar más que poner en evidencia la realidad de dicha trascendencia, no obstante, puede ser útil en tanto que la crisis del espíritu es cada vez más manifiesta, pero ¿será en
verdad porque no satisface las necesidades perentorias de la existencia
humana? ¿O es que acaso no se está demostrando con esta crisis profunda de
valores en la actualidad la sintomatología de una sociedad
cada vez más enferma porque esta enfermedad proviene del mal de la alienación de las necesidades
de sentido y significación que son las que alimentan el espíritu?
Que
el mundo sea, que exista, nos lleva a un término harto debatido en este medio
en el que debatimos estas y otras cuestiones, cual es el de la nada.[1]
Esta relación es fundamental para poder hacer una explanación coherente de lo
que se presenta como inexplicable: ¿por qué existe el mundo? Esta coherencia es
fundamentada por la idea de creación que encuentra como el trasfondo más
enigmático la nada misma. Es así que, si bien todo lo que conocemos es y por lo
tanto tiene existencia, este hecho ontológico conlleva a su vez la interrogante
inevitable de, qué será aquello que origina el ser existencial de todas las
cosas.
Hecha esta aproximación parece ineludible cuestionar que lo único que puede existir por sí mismo sea ese ser de las cosas sin una referencia a lo trascendente como realidad última y creadora. Por todo lo antecedido en las reflexiones hechas parece totalmente lógica una nueva aproximación racional de lo trascendente (sobre todo en los ámbitos de la filosofía analítica) y como superación del deprimente posicionamiento del positivismo lógico.
Debatiremos
esta cuestión en próximas entradas del blog Ancile, así como otras
problemáticas afines a aquella.
Francisco Acuyo
No hay comentarios:
Publicar un comentario