martes, 8 de junio de 2021

REALIDAD, CIENCIA Y CREENCIA EN LA MODERNIDAD

Abundando sobre la razón e instinto de trascenderse, traemos un nuevo post para la sección Pensamiento del blog Ancile que lleva por título: Realidad, ciencia y creencia en la modernidad.



REALIDAD, CIENCIA Y 


CREENCIA EN LA MODERNIDAD



 

Realidad, ciencia y creencia en la modernidad. Francisco Acuyo



 

Hablábamos en anterior entrada del cierre categorial del saber científico sobre cualquiera otra manera de comprensión o entendimiento del mundo. La clausura epistemológica es tan estricta como violenta, en tanto que cierra cualquier aproximación a la realidad que no sea deducida desde su seno metodológico ¿infalible?. Nihilismo, escepticismo, deconstrucción… son entre otras las claves para afrontar lo que la realidad sea en la posmodernidad.

                El injustificado rechazo al  pensamiento simbólico conlleva, a mi juicio, más déficits que beneficios. Es claro que su rechazo deja aún en más evidencia las deficiencias del rigor epistemológico de la ciencia para atender a las necesidad profundas del ser humano que, por cierto, acaba por poner sobre la mesa las carencias de la misma razón al pairo exclusivo del método científico. Mas, entonces, por qué habremos de creer en una ciencia que no puede dar respuesta a interrogantes que se muestran a lo largo de los siglos como necesarias para, cuando menos, una higiene mental razonable que nos ponga en armonía con el mundo del subjetivo que, a mi juicio, trata de solventarse con resoluciones y dictámenes netamente profanos.

                Si atendemos a aquel asombro extasiado (y extasiante) de Einstein[1] ante la contemplación del universo nos habla de este asombro por el conocimiento de las cosas como un fin en sí mismo (Goethe), mas no instalado en un placer o una visión hedonista de la contemplación de tanta belleza, sino como puerta para la realización de las grandes preguntas y la posibilidad de encontrar respuestas.

                El desiderium sciendi (Tomás de Aquino) no se detiene, como decimos en el mero gozo de belleza sino de entendimiento.[2] Es clara que la curiosidad del funcionamiento intrínseco de las cosas anima la curiosidad, y deja evidente su funcionalidad práctica, científico-tecnológica, que no puede dejar entrever otra necesidad acaso mentalmente aún más perentoria: el significado o el sentido de las cosas.

                Proponemos en este espacio que la realidad, la ciencia y la búsqueda de significados no tienen por qué está en franco enfrentamiento y ser fuente de continuas controversias. Acaso el reconocimiento del espacio que la ciencia ocupa no debe estar en guerra perpetua con la indagación de aquellos significados.

                ¿No estaremos entrando un momento peligroso para la propia ciencia al intentar indagar más allá de las estructuras y metodología para las que fueron consideradas y construidas? Creo que el inquietante reconocimiento de sus límites, por cierto, base fundamental metodológica para ser ciencia, abre un horizonte de incertidumbre por no reconocer la verdad científica, si bien es exacta, es también incompleta y penúltima,[3] y todo porque acaso lo fundamentalmente último será el valor y el sentido de las cosas.[4]

                Seguiremos indagando en posteriores post de este blog sobre estas consideraciones por su interés revelador para intentar acercarnos a la realidad a la que pretende acceder la ciencia, mas, también otras maneras de aproximación a la misma.

 

 

Francisco Acuyo




[1] Einstein, A.: Mis ideas y opiniones, A. Bosch, Barcelona, 2002, pág. 35.

[2] Aquino, T.: Summa Teológica, Tecnos, Madrid, 2014.

[3] Gasset, O.: Obras completas, t. VIII, Taurus, Madrid, 2004, pág. 263.

[4] Dewey, J,: La búsqueda de la certeza, Fondo de Cultura Económica, México, 1952.




Realidad, ciencia y creencia en la modernidad. Francisco Acuyo


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