Me complace enormemente traer para la sección Narrativa del blog Ancile, el relato de nuestro colaborador y amigo Pastor Aguiar, en esta ocasión bajo el título: Sucesos.
SUCESOS
Entre un pueblo y el otro, la costa. Yo no veía los pueblos ni supe sus
nombres, simplemente iba caminando con los pies desnudos por los charcos que
dejaban las olas sobre las depresiones del litoral. Era una extensión rocosa,
no recuerdo árboles.
Detrás de mí alguien
hablaba de vez en cuando, mas no me volví a mirarlo; era un hombre y me bastaba
su voz haciendo comentarios a propósito de las aguas.
Cuando avanzaba así, me
fijé en una agitación apenas a diez pasos al frente. El líquido parecía hervir
con tantos peces, que supuse sardinas.
_ Quién tuviera anzuelos
para esa carnada viva, carajo_ Me dije desencantado.
Entonces anduve con
cautela, tratando de no asustar al cardumen, y ya sentía el golpeteo de los
cuerpos contra mis piernas. Metí ambas manos hasta los codos y pude atrapar un
pez gris rosado de libra y media. Como era tan resbaloso, le hundí índice y
pulgar en las agallas. Su blandura me asombró, ni siquiera las aletas hincaban.
Su lomo se deshizo y fui comiendo la carne dulzona sin detenerme más. No tenía
espinas, ni las escamas me molestaron en la lengua.
Al rato lancé los restos
del animal hacia el océano y me dediqué a sacar hilachas de masa de mi
dentadura postiza y de los escasos dientes naturales. Después tomé un buche de
agua para enjuagarme la boca.
Los pájaros volaban en
todas direcciones, chocando entre sí como si estuvieran ciegos, y algunos caían
lastimados, pero no se me ocurrió aprovecharlos, ya no tenía hambre.
Alguien sin rostro
definido se acercó en sentido contrario y me dijo:
_ ¿Qué tal el panorama?
¿Va de pesca?
_ Ojalá; no tengo avíos.
Agarré una buena pieza con las manos. Parecía un parguete, pero blando y dulce
como el pan de gloria.
La figura desapareció y
volví a escuchar al que siempre vino detrás de mí.
_ Unos vienen y otros
desaparecen, así es la vida.
Di por cierto lo que
decía, y supe que debía seguir, apurar el paso hasta la ciudad venidera, si en
realidad había población alguna por aquel rumbo, porque muy bien todo podía ser
costanera, hervor de peces y pájaros tontos chocando sobre mi cabeza. El futuro
me lo iba a verificar alguna vez.
Muchas gracias mi amigo. Lo había visto en la tablet, pero me es mejor comentar cuando estoy en la laptop, cosas de guajiro. El mar, la pesca, son como órganos especiales de mi ser. me honra tu gesto de publicarme acá. Abrazos nuestros
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