viernes, 23 de julio de 2021

SEMBLANZA DEL AGUA

 Para la sección Amistad y poesía del blog Ancile, traigo un nuevos post que lleva por título Semblanza del agua, dedicado al entorno del agua y jardines del Aljibe del Rey y las personas que con tanto cuidado y cariño cuidan de su mantenimiento.


Semblanza del agua, Francisco Acuyo
Fotografía de Juan Enrique Gómez 

                                                

SEMBLANZA DEL AGUA

 

 

Semblanza del agua, Francisco Acuyo
Fotografía de Alejandro Martínez

Al agua y jardines del Aljibe del Rey,
y las personas que hacen posible el mantenimiento
de su primoroso y mirífico  esplendor

 

 

Estos jardines, estas fuentes, estos   aljibes; esos mirtos, esa alberca, aquellos vivos, lueñes o cercanos cauchiles; todos para modular cantos nacidos, o para cantados, ser entre las criaturas que hubieron de surgir de las aguas como de sus propias cenizas, recobrando lo vital del universo mundo para regocijo de cualquiera conciencia que se distingue entre lo vivo. Y es que el agua ha sido cantada en los festines y los santos días, y en aquellos cantos, los que atentamente los hubiesen oído, hubieron de alzarse,  edificarse, levantarse, porque su objeto es hacer a las almas virtuosas y más maduras a la belleza, para, luego,  ser gastadas como fuego que se consume en provecho del espíritu sublime. Esa es el agua, dueña de todo lo evidente, mas también  de lo oculto en el más oscuro de los enigmas.

                ¿Cómo no va a sentir el influjo enigmático del agua cualquiera espíritu sensible que en ella apreste la atención? Verla, oírla, y aún tocarla, olerla o gustarla es constancia de una presencia que infunde por doquier una inmensa y delicada alegría: los astros todos en constelada asamblea hubieron de dotar al agua con sus más excelentes y misteriosas perfecciones. ¿Quién no desea probar en este entorno mirífico la fruta de su árbol celeste?

Semblanza del agua, Francisco Acuyo
Fotografía de Alejandro Martínez
       Aquí, por la noche, sin otro abrigo que el célico refugio de las estrellas, escucho el canto secreto del agua, pleno de  la ciencia del mundo y también del trasmundo. Contemplo en el destello pálido de la fuente nocturna el fuego sin mancha del misterio del amor. El agua contiene en estos patios y jardines las pupilas sin número de las estrellas que contemplan reflejadas los actos dignos e indignos de los hombres.


     Es el agua de estas fuentes y estanques, delicado y cristalino piano y, nuestros sentidos, el transparente teclado que pertoca intuitivo en la música de su luz celeste. ¡Cómo me gustaría quedar, aunque fuese con el fulgor melancólico de la palabra, para siempre grabado a fuego en los muros que observan de consuno el fulgor divino de tus aguas!

                Quisiera, a tenor del riguroso edicto que propaga el mandato del agua entre tanta belleza, permanecer mi alma con estos y otros versos diluida entre tus aguas y floreciendo en tus jardines, y es que mi alma está confiada a vuestra discreción en sus acciones y pensamientos más entrañables o escondidos, quisiera, en fin, al ver la divina proporción de tu belleza, mezclar mi aliento y mi sangre entre tus aguas, si es que del agua recibimos el ser y la vida, pues veo y siento en tus límites y cercanías una morada apacible y un hogar sereno.

                Son estas aguas líricos espejos donde muy bien pudieren aprender las almas sensibles el arte del poético tocado entre sus arcanos reflejos, con los que halagar el gusto en la más próspera belleza, y es que estas fuentes proporcionan en forma de delicioso testimonio serenidad, armonía y afecto que no envidia a los grandes y no desprecia a los pequeños.  Ved, oíd, oler, tocar, gustar el agua en estos patios y jardines en todo el orgullo de su gloria y poético apogeo.

 

 

Francisco Acuyo




Semblanza del agua, Francisco Acuyo
Fotografía de Alejandro Martínez


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