Con el título: El signo y el impulso creativo: el seguro azar de la poesía, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile.
EL SIGNO Y EL IMPULSO CREATIVO:
EL SEGURO AZAR DE LA POESÍA
Cuando Heidegger
advertía de que el lenguaje poético (con todo su despliegue singular: lingüístico, semiótico, retórico...) es una manera de encontrarse entre
las cosas[1],
exponía una vertiente conceptual y acaso fáctica de una realidad física
descrita a través del signo lingüístico, matemático e incluso detectable a través del experimento científico, de donde caben también deducirse las implicaciones de la matriz de todo lenguaje cual es la conciencia.[2]
El recurso a la simbología y al aparato retórico metafórico y poético nos ofrecen
una muestra palmaria de que los sistemas que los conforman hacen y rehacen el
mundo así como el recurso a las apreciaciones estéticas (también en las ciencias y
particularmente en las matemáticas) son cognoscitivos, si en virtud de ellos
manejamos los signos necesarios para obtener un conocimiento pertinente.
Decía
Paul Ricoeur que la metáfora (y todo el complejo desfile semiótico que puede
conllevar) es al lenguaje poético lo que el modelo al lenguaje científico[3] (en relación a lo real que cada cual quiere representar), pero, cuando además, los modelos (científicos) pueden
basarse, para su comprensión e idónea interpretación, en elementos semióticos
emparentados con los fenómenos metafóricos, se muestra además una potencia epistemológica en la que la poeisis creativa nos dice que la realidad no es nada sin la concurrencia de dicho impulso
creativo,[4]
apreciación que de nuevo nos retrotrae a
las reflexiones tan traídas y llevadas en estas entradas sobre el significado de
la conciencia en el ámbito material más básico: el mundo subatómico con sus leyes tan
particulares.
Aquellas
leyes que extrañamente nos hablan de comportamientos azarosos de los objetos
cuánticos exponían, recordamos, el valor fundamental de las probabilidades como vía de
acercamiento a la realidad última de aquellos objetos. La verdad es que a tenor de aquellas observaciones, y atendiendo a la semiótica del lenguaje más anárquico o desviado de la norma de la lengua, y
por tanto, de cualquier teoría de signos como es la poesía, siempre anduve con
mucha cautela a la hora de emplear el término azar en su dinámica y construcción.
Intuí una suerte de leyes del caos que de algún modo habían de intervenir a la hora
de escoger estos o aquellos signos (lingüísticos) equilibrados por el código
singular que estructura el discurso poético. No pude dejar de emparentar este
con los movimientos e impulsos que ordenan y hacen creativa a la propia naturaleza (de todo ello diserté ampliamente en lo que afecta al aspecto métrico de la poesía)*.
Es el caso que, lo mismo que
surgió con posterioridad una visión de la nueva ciencia de lo infinitamente
pequeño que cuestionaba el papel del azar porque todo objeto ocupa un lugar
concreto en el espacio, y que las leyes que le rigen son las mismas para todos
los objetos del espacio,[5]
observé que el azar (seguro) no se
constataba en los procesos de construcción del signo lingüístico y
poético, por lo que aquella óptica no distaba mucho en verdad del extraño
funcionamiento de la semiosis, que se hacía compartible y competente en prácticamente cualquier ámbito de
interpretación del mundo.
Francisco Acuyo
[1]
Heidegger, M.: El ser y el tiempo, FCE, México 1980.
[2] Mucho
hemos debatido esta cuestión en el ámbito de la mecánica cuántica y el papel
fundamental del observador.
[3]
Ricoeur, P: La metáfora viva, Trotta, Madrid, 2001,
p.316
[4] Acuyo,
F.: blog Ancile, Lenguaje terapéutico:
Metáfora y poesía, https://franciscoacuyo.blogspot.com/2018/02/lenguaje-terapeutico-metafora-y-poesia.html
* Acuyo, F.: De la proporción en lo diverso, de la simetría y la asimetría endecasílabica. Tesis doctoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario