viernes, 30 de diciembre de 2022

CURIOSIDAD Y CIENCIA: CIENCIA Y CURIOSIDAD

 Para nuestra muy apreciada sección de Ciencia del blog Ancile, traemos una nueva entrada que, espoleada por la inquietud fecunda de la curiosidad, nos habla de es mundo extraño fuera de las convenciones al uso, y que pone en muchas ocasiones patas arriba toda suerte de convenciones de sentido común, y así será bajo el título de:  Curiosidad y ciencia: ciencia y curiosidad.


CURIOSIDAD Y CIENCIA: CIENCIA Y CURIOSIDAD

 

 

Curiosidad y ciencia: ciencia y curiosidad. Francisco Acuyo

El sintagma, cuyo palíndromo intitula este nuevo post, nos acerca a uno de los fundamentos que estructura cualquier intentona de hacer verdadera ciencia. Pero, no solo ciencia. Cuando en anteriores entradas reclamaba vuestra siempre gentil atención, enunciaba reiteradamente la curiosidad de determinados conceptos y presupuestas realidades (véase el tiempo y el espacio), mas, lo hacía llamado por la singularidad y aparente capricho de dichas supuestas realidades al albur de la nueva física (y antiguas filosofías y místicas) y de las consideraciones que implican para el pensamiento, la filosofía, la literatura, la poesía o el arte mismo en general.

                La célebre historia del tiempo[1] que nos cuenta la ¿evolución? del universo por cosmólogo y astrofísicos parece empeñada en contener a su narrador, pese que a muchos de ellos pretenden escenificar un desarrollo cosmológico sin testigos, aunque esta apreciación no parece sostenerse. Parece inevitable la existencia de un testigo observador de esta narración cuya conciencia es imprescindible para que así lo atestigüe, si es que a buen fin no hay mal principio.

Curiosidad y ciencia: ciencia y curiosidad. Francisco Acuyo
                En otros ámbitos (como el de la conciencia y la sinestesia)[2] ya había apreciado con detenimiento cómo la razón y los sentidos, acompañados de todas sus inevitables convenciones, resultaban incapaces para una descripción profunda y realista de la materia y de la misma conciencia, así como de las interacciones entre ambas. Sobre todo, porque en la metodología de la ciencia no cabe la indagación de significados, sentidos, valores… por no mensurables, aunque estén todos ellos inevitablemente involucrados en el proceso de nuestra conciencia para evaluar la realidad, que se siente in completa por la intensa confusión de su fuerte desagrado al intentar completarla.

                En más de una ocasión he expuesto que la poesía acaso puede ser susceptible de establecer parámetros harto singulares para la posibilidad de una nueva epistemología, si es que ella misma es capaz de aportar un cierto conocimiento, cosa que no pongo en duda, en tanto que los significados (y toda la evolución semiótica de sus contenidos) ofrecen un dominio en el que estos significados y valores conviven pacíficamente con la realidad racional (e irracional) y con los reconocidos límites de los sentidos.[3]

                El reconocimiento, a través de las mismas estructuras que consisten la poesía (métricas, retóricas, gramaticales, …), como altamente dinámicas, orgánicas, complejas y no lineales,[4]  muy bien pueden establecer un franco cuestionamiento sobre la mecánica escisión entre materia y mente (rex cogitans y rex extensa cartesiana), que describen el funcionamiento de la poesía como una máquina lingüística.

Extrapolable nos parece este análisis al mismo entendimiento del sentir común de la ciencia sobre la realidad del mundo. Sucede con la naturaleza como con la poesía, que se resiste(n) a ser puesta(s) en el potro de la tortura positivista de Francis Bacon, pues todo indica una franca resistencia al análisis fragmentario de los supuestos engranajes y tornillería de su maquinaria, en una suerte, en palabras del psicólogo Sigmund Koch, de una epistemopatología desvirtuadora de la realidad orgánica del poema y de la realidad profunda de la misma naturaleza.

Con esta desazón indagadora seguiremos en próximos post del blog Ancile, tratando de cuestiones de grande interés para el espíritu curioso.

 

 

Francisco Acuyo

               



[1] Véase, por ejemplo, la de Stephen Hawking en su famoso libro a la sazón de esta terminología.

[2] Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo. Sinestesia: pincel del pensamiento, Entorno Gráfico Ediciones, colección Exagium, (en prensa).

[3] Acuyo, F.: ob. cit.

[4] Véanse como ejemplo la métrica en Acuyo, F.: De la proporción en lo diverso, sobre la simetría y asimetría endecasilábica, Universidad de Granada, 2007, y en 2ª edición aumentada y corregida, Jizo, 2009, Granada.


Curiosidad y ciencia: ciencia y curiosidad. Francisco Acuyo

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