Seguimos indagando sobre las paradojas y los significados de las mismas a la luz de las nuevos paradigmas de la ciencia, y todo para la sección de Ciencia del blog Ancile, esta vez bajo el título de: El lenguaje de la paradoja y sus muchas y cautivadoras curiosidades.
CUANDO el filósofo Christian de
Quincey enunciaba, respecto a la observación científica de la conciencia, que
uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan filósofos y científicos
de la conciencia es encontrar los conceptos, las palabras y las metáforas
adecuadas[1] para
explicarla, exponía una cuestión de capital importancia, pero acaso de rancio y
viejo abolengo para los estudiosos del no menos fascinante mundo de la
semiosis.
La
significación en lingüística es el fundamento de cualquier vía de comunicación
mediante el lenguaje que, hay que señalar, va más allá de la mera comunicación
interpersonal, de hecho, a la hora de entender procesos más profundos de
expresión verbal, será el momento comunicativo donde mejor veamos las insuficiencias del
lenguaje personal intercomunicativo, pues centrado en salvar el espacio, deja
fuera de sí la comunicación intrapersonal, cuyo lenguaje interno se desarrolla
temporalmente. Esta interacción espacio temporal de la significación tiene
mucho que ver con la insuficiencia lingüística para observar el ámbito de las
curiosidades paradójicas en las que suceden los fenómenos que estudian los
paradigmas científicos de la nueva ciencia, que se dirían estar fuera de esos
parámetros espacio temporales, violando el principio básico de todo lenguaje,
cual es el de propiamente significar (Benveniste).
Si hacía mención con anterioridad a la poesía como parangón con el que contemplar
y superar dicha aparente contradicción, será porque aquella esta fundamentada
en el signo verbal como tal, a saber: está centrada en el sonido (aspecto
perceptible) y el significado mediante su interrelación singular. Si la
semántica en poesía es de capital importancia para su análisis (científico
mediante la poética), lo será también para encontrar significados en ese mundo
de paradojas de la nueva ciencia, por lo que debemos centrar nuestro esfuerzo
en construir una poética que dé sentido a una semántica de aquellos fenómenos
cuyos significados sean inteligibles a su lector.
Para
la ciencia de los signos verbales (la semiótica) se abre un reto de
extraordinaria importancia para afrontar estas curiosidades y paradojas de la
ciencia (acaso como trata de hacer con las que les propone el singular mundo
expresivo de la poesía), ante todo porque el reto semántico entre los potenciales
componentes de su discurso (fonémicos, morfemas, palabras, estructuras
sintácticas, frase y segmentación el mismo) es en verdad fascinante, ya que en
este domino paradójico es donde se ofrece el mayor desafío para diferenciar, no
solo los significados gramaticales y léxicos, también los de sentido más
profundo que exhortan a un profundo desarrollo lingüístico. En este punto
recomiendo hacer una incursión en los estudios sobre la sinestesia y el orbe
inmenso de paradojas que ofrece su fenomenología.[2]
Si el gran propósito del ejercicio del lingüista es esclarecer la relación entre
el significado general de un signo verbal y su contexto y dependencia
contextual, estamos, al igual que sucede con la hermenéutica de la poesía, en un
ámbito de estudio de excepción para aclarar dichas relaciones y su incidencia
en el propósito creativo de cualquier lengua, y que acabará conectándonos en su
interpretación con la tradición retórica y la doctrina de los tropos que, acaso
como la sinestesia, también requieren una profunda revisión.
Seguiremos
indagando en próximos post del blog Ancile sobre asunto tan profundo y sugestivo.
Francisco Acuyo
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