viernes, 27 de enero de 2023

PARADOJAS DEL LENGUAJE, QUE LO SON DE LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA

 Paradojas y más paradojas, esta vez en relación al lenguaje y a este  con la filosofía y la ciencia, y todo bajo el título: Paradojas del lenguaje, que lo son de la ciencia y la filosofía, para la sección de Ciencia del blog Ancile.



PARADOJAS DEL LENGUAJE, QUE

LO SON DE LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA



Paradojas del lenguaje, que lo son de la ciencia y la filosofía, Francisco Acuyo


 

Si el filósofo (y matemático) Descartes identificaba la materia como aquello que ocupaba la res extensa (el espacio), para distinguirla de la cosa pensante o res cogitans, que no ocupaba espacio, exponía ya de inicio una paradoja de difícil contestación, y que, de una y otra manera, ya llevamos barajando desde hace unos capítulos en esta plataforma de discusión, a saber: ¿Cómo es posible que interaccionen las cosas que ocupan espacio y son materiales, con aquellas otras que no lo ocupan y por ende se dicen que no lo son?

                Es cierto que el lenguaje de la ciencia, en sus indistintas manifestaciones discursivas, ha hecho un esfuerzo notable para expresar con coherencia y propiedad las diferentes manifestaciones paradójicas de la fenomenología que trata de explicar su ciencia. No obstante, es claro también que el recurso a tropos de la más diferente índole, no ha sido (a mi muy humilde juicio) el más apropiado. No se han usado con la idoneidad que en realidad precisa su literatura para la descripción, expresión y analógico significado en relación a especificación y referencia de la fenomenología que acometen. De este mal uso, que es un hecho, es verdad que tiene mucho que ver la disposición sensorial  de nuestros sentidos, que incluyen al redactor científico, donde priman unos respecto a otros (la vista parece ser el de más potente vigor expresivo), así como la fuerza orgánica indiscutible cenestésica (del movimiento) de nuestro organismo, el cual conlleva una aprehensión que impulsa un significado mecánico a sus aproximaciones y que es del todo equivocado. De este equívoco ya he dado cuenta en mis comentarios sobre el caso fascinante y extraordinario de la sinestesia, recurso que con un carácter fuertemente expresivo puede considerarse como claramente esclarecedor de este particular y que acaso lo destaca sobre otros, pues fracasa al pretender atribuirle movimiento mecánico cenestésico a sus representaciones y analogías, pues favorece el discurso descriptivo y expresivo de los sentidos en relación a los fenómenos de la mente, de la emoción, del dolor, sentidos por la conciencia.

Paradojas del lenguaje, que lo son de la ciencia y la filosofía, Francisco Acuyo
                Esta paradójica interacción es manifiestamente evidente en el ámbito del mundo cuántico,  donde la teoría de dicha ciencia y su teóricos tratan de evaluar la profundidad de sus presupuestos para encontrar significados a tan extraña fenomenología. Así pues, el lenguaje especial de la ciencia (sea o no, considerado jerga específica), está necesitado de metáforas de significado suficientemente potentes para expresar las simas semánticas de los fenómenos paradójicos que trata de explicar. La búsqueda de una retórica no mecanicista es esencial, y, debemos señalar que bien puede encontrar un modelo singular en la poesía. Insistía líneas atrás y en otros capítulos de esta temática, y vuelvo a destacar esta figura, como ejemplo maravilloso (¿y enigmático?) la sinestesia.[1]  El remanente de códigos, significados, información, función…. que pueden apreciarse en esta retórica dinámica, viva, no lineal de la sinestesia, puede extenderse a otros tropos que acabarán por superar el mecanicismo reduccionista de las actuales metáforas, bien sean de la mente o de la materia.

                La cuestión capital de esta insuficiente retótrica mecanicista aplicada al lenguaje y literatura científica, radica en otro problema subyacente, y que se manifiesta en el influjo indiscutible de la conciencia en los ámbitos de la materia que expone, una vez tras otra, nuevas paradojas, estimuladas por el dualismo claramente insatisfactorio de mente y materia. La realidad es que no se ha podido medir lo que la conciencia sea ni ubicarla espacialmente, a pesar de los esfuerzos de la neurociencia que, aunque pone de relieve su indiscutible relación con el cerebro, no puede identificarla plenamente con el mismo. Las relaciones, a su vez, entre conciencia y energía, no dejan sino entrever cosa bien distinta, en tanto que: la conciencia sabe, la energía fluye.[2] Es así que la conciencia es el testigo de la energía, pero no es la energía misma. La problemática para expresar todas y cada una de las paradojas inevitables que debe afrontar el científico o el divulgador de la ciencia, radican en buena parte en esa utilización mecánica de fenomenología altamente dinámica y `profundamente compleja.

                La experiencia consciente subjetiva exige de una valoración y evaluación que necesariamente está vinculada a la naturaleza dinámica, orgánica y compleja de su fenomenología, que no puede ser explicada ni expresada con la retórica mecánica al uso del discurso cenestésico y visual del lenguaje normativo científico común.

Sobre esta exigencia y su problemática apuntaremos nuevas ideas para intentar solventar sus paradojas fenomenológicas y su extensión al ámbito lingüístico, eso será en próximas entradas del blog Ancile.

 

Francisco Acuyo



[1] Acuyo, F.: Ob. cit.

[2] De Quincey, C.: op. cit. pág. 101.



Paradojas del lenguaje, que lo son de la ciencia y la filosofía, Francisco Acuyo


2 comentarios:

  1. Se empeñan los gramáticos de nariz respingada en que no hay simbolismo fónico. Este poema es la demostración palpable de que la asonancia en -ú-o genera el ámbito sonoro adecuado para imprimir una veladura sombría que resalta con su nota

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  2. envolvente las ideas contenidas en tan bellísimo poema, donde destacan expresiones (autocitas) del autor que expanden las sensaciones nocturnas.

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