martes, 7 de febrero de 2023

LA MÁSCARA, DE PASTOR AGUIAR

 Para la sección de Narrativa del blog Ancile, traemos un nuevo post titulado, La máscara, de nuestro muy querido amigo y colaborador Pastor Aguiar.



LA MÁSCARA


 






Ya que me decidí a contarlo, tengo que empezar por un punto; aunque los hechos se desarrollaban sin un orden cronológico.

Estaba yo en el laboratorio de pruebas de sueño, en el primer piso del hospital general, y de pronto una paciente colocándose la máscara por donde le llegaría el aire a presión desde la máquina cercana. Se supone que yo debía haberle colocado todos los sensores para monitorear su sueño y poder ir regulando la presión del aire según aparecieran los eventos obstructivos respiratorios. Pero no pareció preocuparme el hecho de encontrármela acostada y colocándose la máscara ella misma. Estaba cerca del borDe de la cama y me miró con la confianza de alguien conocido.

_ No siento suficiente presión de aire_ Me dijo.

_ No se preocupe, cuando esté dormida la iremos subiendo hasta la que necesite. Y la careta, ¿es suya?

_ Sí, aunque creo que no se me ajusta bien.

Yo traté de cubrirle nariz y boca con la máscara de plástico suave y transparente, pero ella pareció inquietarse y me la arrebató para metérsela en la boca totalmente, dejando el tubo alimentador afuera, tipo buzo. Entonces me habló masticando las frases.

_ Va toda dentro de la boca, la misma presión la acomoda en el interior de la cavidad, y se saca así.

Entonces haló para extraer la careta chorreando saliva.

_ Espere a que le traiga una toalla. Póngasela de nuevo, que voy a la computadora para calibrar.


Me fui al salón contiguo y allí estaba el jefe Toño sobre una silla rodante, tratando de organizar algo mientras regaba otras cosas. Yo me senté en una silla igual y con leves impulsos de los pies, le pasaba por detrás a Toño, para darme cuenta de que me había equivocado de computadora.

_ Iba a iniciar la número cuatro y resulta que la mujer está en el tres, déjeme pasar.

_ No te preocupes, hombre, haz lo tuyo. Yo recojo el reguero de ayer.

Efectivamente, pude observar la larga mesa frente a las cuatro computadoras repleta de objetos extraños, ositos de peluche, caramelos de colores, bolas de cristal como las que usan los magos y un equipo de música en el extremo izquierdo.

_ Parece que hubo fiesta_ Dije.

_ No, es ese técnico nuevo, tiene cosas de niño, y lo deja todo desordenado. Se piensa que es el único acá.

_ Bueno, Toño, mientras usted organiza, voy a buscarle una toalla a la paciente.

Me alejé rumbo a la ropería, olvidando la compu número tres, que continuaba apagada.

Anduve por el patio central del edificio hospitalario, donde gente que parecía del departamento de medicina interna jugaba balompié. La pelota vino a parar delante de mis pies y le di una gran patada, pero en vez de salir hacia delante, subió golpeándome la mandíbula. Yo caí sobre mis espaldas y de inmediato, como un cirquero, di un salto hasta la posición vertical, para verme al otro lado, junto al comedor. Agarré un jarro de leche que dejé vacío en un santiamén. Entonces tiré el recipiente contra los jugadores, que comenzaron a patearlo muertos de risa.

En aquel preciso instante me descubrí desnudo. El miedo fue atroz, y lo único que atiné fue a cubrirme las entrepiernas con ambas manos y a avanzar a pasitos cortos rumbo a la ropería, donde me puse a buscar una toalla para mi paciente, pero seguía desnudo y no me atreví a sacarme las manos del lugar crítico.

_ Por favor, necesito un ropón de esos que usan los cirujanos; no sé cómo quedé desnudo, perdónenme.

_ No se ve nada de nada, puede seguir así, que nadie lo va a notar_ Me dijo una haitiana que al momento se puso a conversar con una docena de compatriotas en su lengua nativa.

El reguero y el gentío eran tremendos, ni se podía caminar. Me desesperé cuando supuse que se habían olvidado de mi presencia.

_ ¿Dónde está la jefa de turno?

_ Soy yo_ Me dijo sonriente una gran mulata, rozándome con sus tetas descomunales_ Y aquí tiene lo que busca_ Con sus manos estrujaba el ropón verde oscuro.

Con el deseo fue suficiente para verme vestido, parecía un cirujano, pues hasta me colocaron un gorro del mismo color.

_ Apúrese, que lo esperan en el salón para una apendicitis.

_ Al carajo, que esperen sentados_ Dije en voz baja mientras me alejaba hacia el laboratorio donde la mujer debía estar durmiendo.

Pasé por el cuarto y la paciente, como supuse, estaba rendida, con el tubo saliéndole por la boca rumbo a la máquina que ronroneaba como un gato. Entonces fui hasta el lugar de las computadoras.

_ Todo listo_ Dijo Toño de pie, dispuesto a irse.

La mesa había quedado despejada y la computadora tres mostrando las gráficas del estado REM.

_ ¿Cómo lo hizo?

_ Fácil, la muy cabrona se puso a joder con lo de la careta y la presión de aire. Le soné un piñazo por la mandíbula y la dejé noqueada como un angelito. Ahí te la dejo.

La noche pintaba muy bien, le subí dos puntos a la presión y estiré las piernas sobre la silla que Toño acababa de desocupar. Entonces cerré los ojos y me dediqué a soñar.



 

Pastor Aguiar





 


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