martes, 23 de mayo de 2023

LA SUBJETIVIDAD DE LO OBJETIVO: LA CONCIENCIA COMO SINGULARÍSIMA SUSTANCIA

 Para la sección de Ciencia del blog Ancile traemos un nuevo post que lleva el título: La subjetividad de lo objetivo: la conciencia como singularísima sustancia, siguiendo la estela de los argumentos de la anterior entrada.


LA SUBJETIVIDAD DE LO OBJETIVO:

 LA CONCIENCIA COMO SINGULARÍSIMA SUSTANCIA


 

La subjetividad de lo objetivo: la conciencia como singularísima sustancia,  Francisco Acuyo



 A estas alturas de nuestra exposición sobre las ciencias de la información (la IA y sus derivados) en relación con los procesos cognitivos y la propia conciencia, me lleva a plantear una vieja cuestión (de la que también participan en la actualidad no pocos interesados en esta fascinante temática, me refiero a neurocientíficos, físicos, filósofos, lingüistas, etc…), a saber: ¿cómo es posible que, según las ciencias positivas pueda surgir de lo objetivo la subjetividad? ¿Podrían las ciencias de la información, con la IA a la cabeza, aportar alguna hipótesis para establecer respuestas coherentes a aquella interrogante?

                La verdad es que nos parecería cuando menos extraño que, si todo comenzó en virtud de una fenomenología energético material objetiva, la experiencia en primera persona sea algo posible; ¿cómo podría haber surgido esa experiencia subjetiva de un universo objetivo y por tanto inexperimentado y desconocido?[1]

La subjetividad de lo objetivo: la conciencia como singularísima sustancia,  Francisco Acuyo
                Sin embargo, la física cuántica, la neurociencia, la filosofía, la poesía, por qué no, nos hablan de todo lo contrario: la subjetividad, la conciencia, en fin, es algo cuya realidad per se es del todo indiscutible. Hay quienes ha extraído de las ópticas de Whittehead, de Chardin, Young, Bruno entre otros, que la materia-energía es intencional y significativa.[2]

                Las ciencias de la información han propuesto que en realidad la primera sustancia no es la materia y la energía, sino la información. Los neurocientíficos, por otro lado, que es producto extremado del cerebro, y éste el organizador y creador del mundo, al menos del que podemos conocer. Pero el hecho de que lo subjetivo impera y que, paradójicamente, por ser subjetivo no puede medirse, nos confiere otra realidad indiscutible: que su inferencia es incomprobable.

                Esta última realidad nos habla no sólo de los límites de conocimiento, también de que la subjetividad de la conciencia es indiscutible, incluso en aquellos niveles primordiales y básicos que constituyen la realidad y que deben situarse más allá del naturalismo. También, se sospecha, que la conciencia quizá no sea algo exclusivo de los organismos con cerebro y sistema nervioso. Nosotros damos un paso más allá, y exponemos que nuestras intuiciones ofrecen a la conciencia no sólo como una propiedad de la materia, de la energía, de la información, sino que ella es sustancial en sí misma, y que cualquier rasgo de intencionalidad y de sentido surge de ella. Trataremos en próximos post del blog Ancile de argumentarlo


Francisco Acuyo



[1] De Quincey, C.: ob. cit. pág. 391.

[2] Ibidem.



La subjetividad de lo objetivo: la conciencia como singularísima sustancia,  Francisco Acuyo


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