viernes, 26 de abril de 2024

CONCIENCIA Y ARQUITECTURA DE REDES NEURONALES QUE QUIEREN SER CONCIENCiA

 Es rigurosamente cierto que la IA ha abierto horizontes tecnológicos verdaderamente insospechados, pero también ha servido para abrir un debate que trasciende a la misma IA, tiene que ver con la necesidad de reflexionar de nuevo sobre el fenómeno de la conciencia, de esta suerte, traemos para la sección de Ciencia del blog Ancile, un nuevo post que lleva por título: Conciencia y arquitectura de redes neuronales, que quieren ser conciencia.



CONCIENCIA Y ARQUITECTURA DE REDES 

NEURONALES, QUE QUIEREN SER CONCIENCIA

 


Conciencia y arquitectura de redes neuronales, que quieren ser conciencia. Francisco Acuyo


Cuando Pentti Haikonen construía su arquitectura (de conciencia) informática, basada en principios cognitivos que, según su creador, tenían capacidad de percepción, amén de idoneidad para aprender y tener recuerdos a través de procesos de asociación, tratando de emular las redes neuronales y su método sináptico de conexión, abrió por esta revelación un amplio y profundo debate. Así, según Haikonen, la máquina era capaz de percibir su interior, tener imaginación e incluso emociones, todo lo cual llevaría por tanto a dicha máquina a tener conciencia.

                Para que todo esto fuese posible, la codificación de dicha máquina no debería ser la habitual de símbolos binarios arbitrarios al uso, y para ello debe preservarse la fuente semántica de las señales de entrada, así mismo su arquitectura debe estar estructurada a base de circuitos de retroalimentación que le permitan llevar a cabo una supuesta introspección re-representando su propia actividad computacional.[1] Dicho esto, debemos preguntarnos, si aquella representación introspectiva anunniada por la IA es la que nos lleva a la conciencia. La interrogante principal parte del supuesto difícilmente comprobable de que, para saber si la máquina es consciente, habría que ser la máquina misma.

                En cualquier caso, aquellas fascinantes re-representaciones de ingeniería informática, a lo máximo que pueden aspirar es a trazar y enrevesar la elaboración de manera compleja de las experiencias ya existentes, no a crearlas desde fuera del propio contexto experiencial,[2] todo lo cual, a nuestro juicio, lo que ofrece es una ilusión de conciencia.

                Una de las cuestiones más interesantes que plantea toda esta rica controversia entre los
ingenios cibernéticos, la IA y los avances de la ingeniería aplicada de la ciencia de la información, es la que propone que la conciencia es de por sí un fenómeno que no necesita de ninguna introspección para existir, o lo que es lo mismo,  ¿la experiencia manifiesta en los qualia es ningún fenómeno real?

                Debatimos aquí algo del todo fascinante: que el mundo de las sensaciones experimentales y la dimensión cualitativa que conllevan no son una realidad conceptual y abstracta, de todo ello pude tener clara constancia en el estudio sobre el fenómeno sinestésico aplicado a las artes, y sobre todo, a la literatura y, particularmente, a la poesía. Las abstracciones numéricas conforman una realidad útil para la explicación de fenómenos abstractos y también físicos (campos cuánticos), pero también son susceptibles en muchos casos (véanse las mal denominadas abstracciones sinestésicas) de participar con el fenómeno de la conciencia, entendida esta como la que atiende a las cualidades, no solo a las cantidades.

                En los dos siguientes párrafos estableceremos unos juicios que son complejos y difícilmente de expresar sin llevar a equívoco, no obstante, intentaremos explicarnos. Que hay realidades conceptuales que son o pueden ser inmediatamente sentidas, nos da buena cuenta de ello, decía, el fenómeno sinestésico que, amparado e incluso oculto en la palabra (poética), nos ofrece la dimensión más estremecedora y bella de lo que la conciencia sea, aun siendo o pudiendo ser  aquella una ilusión, (cosa que no creemos), pues su experiencia sentida es lo que es aunque pudiera parecer falsa, porque en realidad, impone lo importante: es algo que persiste por sí mismo: es decir, que es, y a esto que es, lo denominamos conciencia.

                La abrumadora cantidad de datos que puede manejar un artefacto inteligente concebido a través de complejos y potentes algoritmos, es acaso una fuente de conocimientos indiscutible, y que son procesados a velocidades imposibles para un ser humano dotado de conciencia, también lo es, pero, ¿no es esto lo que hace que desvirtuemos lo que es propio de una conciencia creativa (cualitativa) del proceso de análisis y computación de datos que siempre es cuantitativo?

                Seguiremos indagando en relación entre las interacciones entre la IA y su mundo extraordinario, y el no menos fascinante y misterioso del fenómeno de la conciencia.

 


Francisco Acuyo



[1] Kastrup, B.: ob. cit. pág. 95.

[2] En realidad lo que hacen es convertir el fenómeno preexistente en una introspección metacognitiva, pero no crearla.






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