Aprovechando el artículo del poeta, profesor y amigo Antonio Carvajal que se publicó en el diario Ideal, en la sección De buenas letras, el día 24 del 8 de este dos 2023, bajo el título: Ortografía para ricos, lo traemos con su beneplácito a la sección de Extractos críticos, de nuestro blog Ancile, con el fin de que puedan disfrutarlo en otros lugares de habla española.
ORTOGRAFÍA PARA RICOS
“Desde su fundación, en 1713, la labor de la Real Academia
Española ha estado orientada hacia la elaboración de los tres grandes códigos
que regulan la norma de una lengua: el buen uso del léxico, el dominio de las
reglas gramaticales y la correcta escritura. Por ello, los objetivos
académicos, renovados constantemente a lo largo de los siglos, han quedado
recogidos en tres publicaciones emblemáticas: el Diccionario, la Gramática y la
Ortografía.” Así habla de sí la docta casa, mas por la boca muere la peza (pez
de género femenino). Por ejemplo, en el Diccionario inserta y define la palabra
gilipollas, olvidando que, dada su variedad y extensión, no se pueden poner
fines (o sea, de-finir) a las víctimas de esta epidemia: el gilipollas y la
gilipollesa se muestran, preferentemente señalándolos con el índice. Y una de
las gilipolleces académicas es justificar la supresión de los dígrafos en el
uso del teclado. Lo que implica que nuestra real institución supone que todos
los hablantes del español que saben escribir, o lo están aprendiendo, tienen
teclas para tocar en los instrumentos que el mercado les ofrece, teléfonos,
tabletas, ordenadores, incluso máquinas obsoletas conservadas como reliquias
periclitadas, wifi (guaifai, qué guai) y suministros de electricidad
suficientes y garantizados: el mundo hispano es un paraíso donde todos somos
ricos, el globo de las maravillas, que lo pincha la realidad y se desinfla. No
le ocurre así a nuestra lenguaraz Academia, pues su hinchazón es de vanidad
congénita. En ninguna de sus publicaciones leo que en la escritura de puño la
ch se escribe con trazo seguido y es, por tanto, monógrafa, mientras para poner
el punto sobre la i hay que levantar la mano y realizar dos movimientos, con lo
que la j y la i son taimados dígrafos cuya realidad no escapa a los sagaces
ojos anglosajones.
Redactar una ortografía para teclado sin incorporar grafemas
adecuados para transcribir la verdad del habla indica sometimiento a no sabemos
qué. Repárese en que todos los teclados tienen el símbolo del euro, engendro
capitalista de hace nada, pues tras embarazo más largo que el de las burras,
Europa parió su moneda en 1999 y la echó a rodar en 2002, con su signo en los
teclados que nos consumen. Y mientras, la ñ se tambalea y la ch no tiene quien
la escriba. ¿Quién manda en nuestro idioma?
Por Antonio Carvajal, de la Academia de Buenas Letras de Granada
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