El mecanicismos mítico y la ilusoria "tkéhne" de la ciencia moderna, es el título de esta nueva entrada del blog Ancile, para la sección de Ciencia.
EL MECANICISMO MÍTICO
Y LA ILUSORIA TÉKHNE DE LA CIENCIA
MODERNA
No podemos negar que el
mecanicismo de la ciencia tradicional tiene un fuerte arraigo en una suerte de mítica
propia que hace de sus artefactos autónomos (relojes, calculadoras, ordenadores…)
una fuente de inspiración para su dogma de fe, en que el cambio y el progreso
que conlleva es la fuente de la felicidad y del bienestar del hombre. Todos
sabemos que pese a que facilita la vida en muchas de sus tareas, no es modo
alguno cierta tal aseveración. Creemos que la aplicación de la técnica o tecnología (tékhne) no es sino la aplicación estricta de la ciencia, como producción o fabricación material, mediante la cual podemos transformar lo natural en lo artificial, olvidando, no obstante, que, en realidad, es el arte lo que el demiurgo platónico utilizó para la creación del Kosmos, como totalización de la naturaleza.
La
cuestión es que la tecnología es, en nuestra contemporaneidad, una potencia
individualizada en la que las dinámicas del espíritu no tienen ninguna cabida
(véase la IA -inteligencia artificial-) y la naturaleza está totalmente
desprovista de vida propia y mucho menos de cualquier clase de conciencia. El
temor a la potencial esclavitud que podría traer esta creencia técnico
progresista es manifiesta ante la pleitesía rendida a las tecnologías, como la ya mencionada IA,
paradójicamente pensada para liberarnos de muchas cargas de trabajo.
La
magia de estas nuevas tecnologías son en realidad un grave obstáculo para la
imaginación que requiere cualquier ejercicio creativo, amordazan, con su fiel mecanicismo y literalidad, el necesario impulso del alma que precisa crear, para subsistir con
sentido en su tránsito existencial, y donde la metáfora, la analogía, el símbolo, como vías de proyección imaginativa, e incluso el propio divagar imprescindible de lo inconsciente, ya no
tienen cabida para la explicación del ser en el mundo.
Cuál
es, si no, el triunfo más resonante de la tecnología de las nuevas ciencias si
no el de la propia IA. La inteligencia, la emoción, no digamos la imaginación
necesaria para ser creativo, no existe sino en virtud de la experiencia
adquirida (el hardware adquiere sentido por el software que, mediante el patrón
digital de programación, dará dinamismo supuestamente autónomo a la máquina).
El
extraño (extraño digo, para la ciencia tradicional mecánica) procedimiento de
equilibrio mediante el que la seis fuerzas estándar de la física -o sus correspondientes relaciones-
han llevado a término la vida y, se dice (nosotros lo dudamos) que finalmente, la conciencia, acaso dictan mucho
de ser mecánicas. Así cabe deducirse en el ámbito inquietante del mundo cuántico, que precisa un ajuste óptimo con el que inferir (de la virtualidad de unas partículas del potencial vacío en el que se
encuentran), una energía capaz con la que mostrar que dicha virtualidad
o potencia solo puede ser dinámicamente creativa.
¿Resulta acaso inevitable recordar el principio hermético que exige un universo vivo, en
proceso continuo de transformación que, por cierto, coincide con la idea de algunos filósofos y
científicos de la modernidad como Theillard de Chardin, que veía en el cosmos
un propósito, el de la vida que tendría como consecuencia final el de la
conciencia?
Es
inevitable que vengan a mi memoria las advertencias de la tradición hermética y su distinción entre el alma y el espíritu: este último, a diferencia del primero, devenía de la propia personalidad, del yo, y era el acervo de las fuerzas
psicovitales que constituyen lo material corpóreo de lo que no es material (como la
conciencia) y que serán, en fin, las que dinamicen el anima mundi.
Hasta
que punto es nuestra ciencia deudora de aquella visión tradicional hermética
está todavía por describir con suficiente detalle, y hasta qué punto es posible superar la visión
mecánica del mundo gracias a sus presupuestos, algunos iniciadores de la propia ciencia, y si es posible la superación mecanicista de aquella a través de un acercamiento a
aquella hermética sabiduría.
Seguiremos
indagando con interés y fruición en estos y otros asuntos en este blog Ancile.
Francisco Acuyo
No hay comentarios:
Publicar un comentario