martes, 5 de septiembre de 2023

CUANDO EL ARTE ES CIENCIA EN EL HERMETISMO

 Para la sección de Ciencia, y continuando con la genealogía más oscura de la ciencia, traemos un nuevo post que lleva por título: Cuando el arte es ciencia en el hermetismo.


CUANDO EL ARTE ES 

CIENCIA EN EL HERMETISMO



 

Cuando el arte es ciencia en el hermetismo. Francisco Acuyo


La literalidad es probablemente uno de los mayores enemigos no solo de las artes, también de la ciencia. El Ars Regia de los alquimistas era referida no solo a una ciencia física, pues, debe entenderse también como una sabiduría metafísica. Acaso el símbolo del árbol sea el que mejor expresa esta enigmática dualidad, si es que el árbol significa fuerza universal que se despliega desde las raíces invisibles al tronco, a las ramas, a las hojas y al fruto.[1]

                El Árbol de la vida y de la ciencia emparentan con el Ars Regia para mostrar la solución de continuidad que habría de dar lugar a las ciencias y las artes de la modernidad, seguramente hoy todavía no bien entendidas.

                Desde la visión de un mundo hostil de Monod, la naturaleza se convierte en enemigo de la conciencia (humana o no) que aspira a mejorar su condición, olvidando, contradictoriamente que el cosmos no puede ser hostil porque supone la propia ciencia que este es solo materia inerte. Pero la realidad que manifiesta el alquimista es bien distinta, al corroborar a través de sus disciplinas herméticas que estamos en un universo dinámico y bien vivo, olvidando que esa visión mecánica, inerte u hostil se alimenta de su propio mito, el mito de la heroicidad del científico como representación del ego heroico moderno.[2]

Cuando el arte es ciencia en el hermetismo. Francisco Acuyo
                No obstante, no debemos de perder de vista la visión de las creencias herméticas heliopolitanas que advertían de que el mundo que perciben nuestros sentidos es solo una sección de lo que en realidad es, y que comparten muy decididamente ciencias como la física que pone al descubierto un mundo enigmático y extraño como es el cuántico, y que es tan real (acaso más) que aquel con el que convivimos a través de nuestras convenciones.

                No es exagerado afirmar que la ciencia surge en virtud del mundo de lo hermético y oculto, y sin Hermes Trimegisto no hubiéramos alcanzado la era científica.[3] Nos parece que es hora de que valoremos hasta qué punto ha sido positivo separar su valor esotérico espiritual, metafórico y alejarlo de sus principios para vivir en esta literalidad actual que pervierte sus fundamentos.

                Con la expulsión de la conciencia, del alma, del espíritu, solo las artes prevalecen en esa necesidad de indagación de lo profundo, y estamos viendo que se trata también de erradicar en ellas esos principios.[4] La matemática, como fundamento de la ciencia, también adquiere un valor netamente aplicado y mecánico, olvidándose de su propios orígenes iniciáticos que inspiraban una naturaleza dinámica y viva, donde la imaginación podría ser, como así lo han demostrado matemáticos como Cantor en la infinitud que contiene otros infinitos, o en el caso de Gödel, que hizo tambalear los fundamentos de la misma aritmética y sus principios lógicos. Cuántos nuevos matemáticos se entregan a la indagación de estas sendas abiertas por el genio de sus creadores (o descubridores), y dedican su tiempo a la creación de algoritmos para la realización de una inteligencia artificial, que para colmo de males obtiene sus fundamentos de lo más básico y rudimentario de la misma matemática.

                En próxima entrega de este blog Ancile indagaremos sobre este asunto relevante, al menos a nuestro juicio.

 

 

Francisco Acuyo

 



[1] Evola, J.: La tradición hermética, Martínez Roca, Madrid, pág. 17.
[2] Harpur, P.: ob. cit. pág. 259.
[3] Picnett L. y Prince C.: ob. cit. pág. 191.
[4] Véase como en determinadas corrientes literarias de la modernidad se trata de desterrar lo más íntimo y fundamental de estos principios, rechazando palabras como espíritu, alma, Dios y no tardarán en censurar a la misma conciencia, acaso para que la ocupe la palabra inteligencia, tan peligrosa porque puede reducirse a un producto artificial.




Cuando el arte es ciencia en el hermetismo. Francisco Acuyo


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