Siguiendo el hilo de anteriores entradas sobre los conceptos de fe y trascendencia, incluimos un nuevo post para la sección de Pensamiento del blog Ancile, bajo el título: Del mito al misticismo en la explicación de la fe como fundamento para la búsqueda de lo trascendente.
DEL MITO AL MISTICISMO EN LA EXPLICACIÓN
DE LA FE COMO FUNDAMENTO PARA
LA BÚSQUEDA Y ENTENDIMIENTO DE LO TRASCENDENTE
Que para los gentiles de la época de lo primeros cristianos fuese motivo de interés la fe cristiana, sin duda tuvo que ver aquellas experiencias místicas de los primeros cristianos. Pablo da cuenta de ello (el don de lenguas y profético inspirado por el Espíritu Santo) en sus escritos formando estas vivencias parte vertebradora de aquella Iglesia primitiva.
Pero tendremos que reconocer que estas inmersiones místicas no será en modo alguno coto exclusivo del cristianismo, si bien es detectable en la cultura y religión pagana (con el despliegue innumerable de profetas y profetisas). Los aspectos políticos, culturales y religiosos que incidieron en su difusión son motivo de otra discusión, por lo que nosotros sólo los señalaremos, y todo para seguir incidiendo en las influencias del culto del misterio y la magia pagana como factores convergentes y de un más que razonable parentesco, y que como decimos no entraremos en su muy interesante perspectiva histórica, para centrarnos en los elementos míticos de revelación de lo sagrado.
La deuda con Egipto nos parece clara e ineludible que nos habla de un eclecticismo en la religión cristiana que no deja de resultar fascinante. Ahora bien, ¿el reconocimiento de estas influencias (de herejía) contribuirían, en su reconocimiento, sobre la fe del creyente? ¿Hasta qué punto la fe se sostiene en virtud del origen mítico de la misma, o en virtud del constructo institucional eclesiástico?
Los manuscritos del Mar Muerto (y entre ellos principalmente el Manual de disciplina, que lo emparentan por su terminología con la de los misterios) ponen de manifiesto que la secta del Qumrán estaba familiarizada con dichas prácticas mistéricas, las cuales, a nuestro juicio, no socavan los fundamentos de fe, si los emparentamos adecuadamente con la relación mítica con lo sagrado. Pero razonemos un momento esta posición que puede parecer cuando menos sorprendente.
Que
los doctores de la Iglesia hayan tratado de sustentar su fe personal y la de la
misma institución eclesiástica de manera más menos pacífica se debe en muchos
casos más que al propio razonamiento con el que fundamentar los presupuestos de
creencia en una realidad trascendente acorde con esos principios de razón, con
la potencia inmensa que subyace poderosa y no siempre de manera racional, en la
verdad singular de los mitos.
Es
claro, si atendemos al producto subconsciente de esta fe, que existe en todos
los seres con conciencia, una nostalgia del absoluto (que diría Steiner).
Indagaremos en profundidad en esta añoranza mítica en próximos capítulos de
este blog Ancile.
Francisco Acuyo
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