martes, 2 de marzo de 2021

NO TAN MUERTO, DE PASTOR AGUIAR

 Para la sección de Narrativa del blog Ancile, traemos un nuevo relato, extraordinariamente sugestivo, de nuestro amigo y grande escritor, Pastor Aguiar; esta vez bajo el título: No tan muerto.



No tan muerto. Pastor Aguiar



NO TAN MUERTO

 

 

Diría que era la finca donde di mis primeros pasos y cometí los primeros crímenes, como descabezar pájaros y mirar a las niñas a través de los agujeros en las paredes de tablas del inodoro de la escuela.

Pudiera decir que quien me acompañaba por lo que antes fue guardarraya entre sembrados, y ahora carretera, era mi hermano Osva.

El lado derecho de la carretera se disolvía en una zanja poco profunda cundida de pasto y algunos arbustos bajetones. Más allá campos de plátanos, boniatales.

Íbamos caminando sin apuro, como si después de una larga conversación, hubiera que esperar nuevas historias.

De repente Osva se detuvo para sacudirme.

_ ¿No ves aquel bulto en el fondo de la cuneta?

Efectivamente, algo había por allí que no era yerba; una masa alargada de color grisáceo. Me adelanté a la carrera.

_ ¡Es un muerto, carajo!

Ya Osva estaba a mi lado, y los dos nos pusimos a buscar un rostro conocido en aquel cuerpo en posición lateral.

_ Se parece al hijo mayor de Nicolás_ Me secreteó mi hermano como si temiera que el cadáver saltara convertido en perro con rabia.

No tan muerto. Pastor Aguiar

_ De todas formas hay que avisar; si no, van a creer que somos cómplices_ Le respondí_ Dale, llama al 911.

_ ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué cosa es ese 911?_ Como si despertara de un sueño hacia otro, me di cuenta de que mi hermano no tenía la menor idea de lo que era un celular, y mucho menos del número de emergencias.

_ Olvídalo, fue por decir algo. De todas formas alguna vez será de día y los guardias rurales lo encontrarán. Ni siquiera estamos seguros de si es el hijo de Nicolás, o Jesús el tuerto; hay tan poca luz.

Por algún motivo que no logro esclarecerme, al rato habíamos desandado casi medio kilómetro, donde el batey daba paso a la guardarraya, y nosotros como si comenzáramos la caminata con el motivo inicial de ir a ver a tío Juan, por si aún vivía, al menos para mí.

_ ¿Y cómo son los países? ¿Por qué no trajiste a tu mujer?; es tan cómica la voz grabada que nos mandó el año pasado-.

_ La gente como cualquiera otra, comen y van al inodoro y pedan igual que nosotros; pero mejor vestida, comen tantas cosas que te parecerían raras…y todos andan con celulares y computadoras y conducen autos, locura total.

_ Ni me digas, demasiada complicación; debías quedarte aquí, que ya vamos siendo hombrecitos y ya verás cómo levantamos par de casas al fondo de la de Mima.

Así fuimos llegando al lugar del muerto, y esta vez fui yo quien me adelanté para gritar.

_ ¡Coño! ¡Lo que hay aquí es un caballo con gusanos! ¡Vaya peste!

Efectivamente, un caballo gris inflado y repleto de gusanos blanquecinos que iban introduciéndose por los ojos y cuanto orificio padeciera el animal.

_ ¿Y qué del muerto que habíamos visto? _ Me preguntaba Osva a la espera de que yo reordenara la irrealidad.

_ Vamos a registrar un poco más adelante, quién sabe si nos equivocamos de punto.

_ Estoy seguro de que era aquí, fíjate en aquellas matas de plátanos, son idénticas.

No tan muerto. Pastor Aguiar
_ Bueno, no está de más echar un vistazo.


Fui delante, por el mismo borde del asfalto, y a menos de veinte metros vi el cuerpo echado lateralmente, como antes.

_ Acá lo puedes ver, ¿no te lo dije? Mira su cara, la misma; quizás se parezca al hermano de Hipólito. ¿Recuerdas cuando iba vendiendo pan por la sitiería?

Nos pusimos en cuclillas a su lado, y yo acerqué mi rostro al suyo.

_ Humm, algo raro hay aquí. Está demasiado fresco, fíjate, tal parece que acaba de mover los ojos debajo de los párpados.

No acabé de decir esto cuando el presunto cadáver abrió los ojos y hablo en un susurro.

_ Cállense, carajo, que me van a descubrir; me siento tan bien así…imagina, me desmayé casi allá en el boniatal, de tantas horas sin tomar agua. A duras penas llegué al borde de la carretera y me caí a la larga. Es tan sabroso este rinconcito sobre la yerba tibia.

_ ¿Y quién coño eres tú? _ Le preguntó Osva rozándolo con su nariz.

_ Qué importa; ya ni me acuerdo. Cualquier nombre me viene igual. Váyanse a aquí, déjenme reposar par de años.

_ ¿No estabas más allá hace un rato? ¿La bestia muerta era tuya?_ Fui yo entonces.

_ Qué bestia ni ocho cuartos. Deben estar viendo visiones; de hecho ustedes no me parecen de este tiempo, yo creo que ni han nacido todavía. Antes de que ustedes llegaran esto era una guardarraya, y nada más.

 



Pastor Aguiar


 

No tan muerto. Pastor Aguiar

1 comentario:

  1. Gracias, amigo querido, por regalarme la oportunidad de estar en Ancile, un lugar tan prestigioso. Abrazos.

    ResponderEliminar