Bajo el título: Las tradiciones míticas egipcias y helenas como influencia innegable de la idea de lo trascendente, para el apartado Pensamiento del blog Ancile.
LAS TRADICIONES MÍTICAS EGIPCIAS Y
HELENAS
COMO INFLUENCIA INNEGABLE
DE LA IDEA DE LO TRASCENDENTE
Yo soy la verdad, es una afirmación que encaja mucho más que con la
tradición judía, con la helénica y sobre
todo egipcia.[1] Cabe
preguntarse en virtud de esta aproximación si aso fue esta la razón por la que
el cristianismo se extiende más allá de la tradición judaica, más allá del
influjo del mismo Pablo, y que lo erige como redentor del mundo.
Que
la Iglesia se vea, a lo largo de los tiempos, obligada a rechazar figuras coetáneas
a los primeros cristianos evangelizadores como la de Simón el Mago, responde
a que acaso competían en dominios
similares con capacidades muy parecidas, sin contar con que Simón pudiese ser
sino un gnóstico, sí un protognóstico
reconocido.
La
evidencia en los estudios modernos del maestro común de ambos (de Jesús y
Simón) en Juan el Bautista parece poner de relieve estos rasgos que lo despegan
de la tradición mítica y religiosa del judaísmo y ponerlos en relación con los
secretos mistéricos paganos, que acaso pone en cuestión los orígenes mismos que
creen a pie juntillas la mayoría de los cristianos. Las relaciones del Bautista
(y de Jesús por vía de aquél) con la secta de los Mandeos[2]
hoy se ponen en evidencia y que su misión primordial es la de guardar o
preservar los secretos. Entre los rituales más importantes se encuentra el del
bautismo (masbuta), y cuya herencia
parece aún más antigua en una región entre Egipto y Palestina.
Pero hay una faceta donde el mito y la visión de los Evangelios sinópticos encuentran un raro (o no tanto) parentesco: el misterio de la destrucción, que en el tiempo es la vida, y que nos recuerda que aquello que hemos vivido en nuestro tránsito existencial nos lleva a la muerte. La muerte de Cristo debe llevar en primer lugar a la catarsis trágica como purificación interior de todos nosotros, mas, el final feliz de su resurrección como la trascendencia de la tragedia universal del hombre,[3] y que al final es lo que une al Héroe con Dios.
No
debemos olvidar que aquella muerte terrible
del Héroe habría de ver la luz una de las corrientes religiosas más
importantes y persistentes de la humanidad,[4]
y que su deuda simbólica con las corrientes de los misterios de la antigüedad es
incontestable, y la importancia de esa muerte y resurrección es de una capital
importancia, de hecho: si Cristo no se
hubiera levantado, nuestra prédica sería inútil así como vuestra fe… si Cristo
no ha resucitado, tu fe es inútil.[5]
Es
claro que uno de los fundamentos de la fe cristiana está radicada en la
resurrección de Cristo. Mas ¿es esta fe una creencia que pueda sostenerse
racionalmente tal y como advertíamos en capítulos anteriores en relación a la
fe y la posible realidad de los trascendente colegido a través de la razón?
El
yo lo creo, en principio, es totalmente irracional, pero que no es
genuina y única de la fe cristiana, en los mitos e incluso en la tradición
judaica existe la creencia en una resurrección física del cuerpo que pueden
retrotraernos a los misterios de Isis y Osiris. ¿Hasta qué punto la teología
gnóstica no subyace la idea de supervivencia del héroe redentor? Lo que sí
parece claro es que la Iglesia, a lo largo de los siglos ha tenido que combatir
denodadamente no pocas herejías (enredadas muchas de ellas en los secretos de
los misterios esotéricos del gnosticismo) sobre el origen y destino de Jesús.
Pero,
finalmente, ¿por qué hubo de perdurar, al margen de las controversias
advertidas, con sus potenciales herejías, durante tanto tiempo la fe
cristiana? Todas las respuestas posibles
al respecto, tendrían mucho que decir sobre la idea misma de fe y de
trascendencia en el mundo no solo de la teología, también de la filosofía y a
todas aquellas reflexiones que afectan al mundo de los símbolos y de los mitos
en los que puedan reconocerse. Hablaremos en próximas entradas de estas y otras
cuestiones al respecto.
Francisco Acuyo
[2] Comunidad que se dice es incluso hoy día única superviviente del gnosticismo antiguo; sepan que la palabra manda de donde deriva el gentilicio mandeo, significa conocimiento.
[3] Cambpell, j.: op. cit. pág. 33.
[4] Picnett, L. y Pince C.: op.cit. 409.
[5] Pablo, Corintios 15:14, 17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario