jueves, 16 de marzo de 2023

DESQUITE DE LA ARAÑA, POR JUAN VELLIDO

 Para la sección de Narrativa del blog Ancile traemos un nuevo post Juan Vellido, periodista, escritor poeta, crítico de cine y muy querido amigo Juan vellido, relato que lleva por título: Desquite de la araña.




DESQUITE DE LA ARAÑA,

POR JUAN VELLIDO


 

Desquite de la araña. Juan Vellido

Los espejos aumentan estrepitosamente el chisporroteo de las velas. Todo tenue, mortecino, y una lámpara fulgurante, casi frívola, sobre la mesa apolillada y polvorienta.

    Es un viejo sótano que apenas sirve como trastero de la vieja casona en que vivieron tus abuelos y tus padres. Ahora es tu refugio. Has decidido abandonarte a tu suerte. Te has convertido en un viejo lastimero, ahora que te has quedado solo en medio de esa gran multitud que bulle inquieta sobre el tosco mundo en que habitamos.

    Por eso has optado por quedarte ahí, sentado e inmóvil, ante la mesa polvorienta del sótano inhabitado y sucio, a la espera de que el azar determine tu fortuna o tu desgracia. No comes, no bebes, y procuras no pensar. No aspiras a otra cosa que la indolencia y la apatía más absolutas, la inacción, el inmovilismo como doctrina existencial. Sabes que nada tiene sentido. No hay un cielo protector.

    Hace muchas horas, días acaso, que permaneces sentado, cuasi petrificado en tu asiento, mientras adviertes que las ratas salen sinuosas de sus madrigueras, se acercan a tus pies con movimientos presurosos, olfatean tus zapatos, escudriñan a tu alrededor, desconfiadas y vigilantes, y a menudo huyen espantadas en oleadas geométricas, cuando tu estómago exhala pequeños ruidos recónditos que las asustan.

    El sótano es frío. Permaneces quieto, aparentemente sosegado, ¿tranquilo? Tu cuerpo, se diría, se ha hecho ya a una postura estática, y conforme pasa el tiempo vas dejando de sentir frío o hambre o sed.


    Hace días que no te mueves. No sientes necesidades fisiológicas, pero notas tus piernas y tu espalda agarrotados y sabes que tu cuerpo no responderá ya a ningún estímulo. Has concentrado tu escasa energía en mantener tu mente en blanco, como si se tratara de un ejercicio atávico de introspección.

    Ya, inerme --no existe posibilidad alguna de que distingas el día de la noche en ese sótano oscuro y frío de las afueras de la ciudad-- has perdido la noción del tiempo y la capacidad de pensar. No tienes miedo ni hambre ni sed ni frío ni calor.Desquite de la araña. Juan Vellido

Las ratas rodean tus pies. Cientos de ratas rodean tus pies. Y comienzan poco a poco a roer tus zapatos, ajenas al enorme entramado de hilos de araña que pende sobre sus cabezas.

Has perdido la sensibilidad en tus extremidades, pero notas levemente sus hocicos puntiagudos y sus dentelladas y sus agudos chillidos y sus rápidos movimientos en remolino, mientras mordisquean todo lo que encuentran a su paso.

    Las arañas, entretanto, observan con sus múltiples ojos los movimientos de las ratas, mientras confeccionan minuciosamente un laberinto de hilos con el que dispondrán su ataque, como si de una meticulosa táctica militar se tratara.

    Desde tus ojos nublados contemplas borrosamente cómo un ejército de arañas teje armoniosamente, en una curiosa danza voladora de múltiples y ásperas patas, su singular embestida a los roedores.

    Ya cárdeno, flaco, cataléptico, después de muchos días inmóvil, sentado ante la mesa apolillada y polvorienta --hasta el chisporroteo de las velas ha quedado como un viejo recuerdo-- asistes, inmolado, a tu consentida depredación. Nebulosamente sólo ves ratas, cientos de ratas que trepan por tus piernas. Un festín de silbidos agudos y sangre. Y un ruido múltiple de turbadores chillidos de los roedores.

    En un instante, las arañas han dejado caer desde las alturas del viejo sótano una tupida y laboriosa red impenetrable en la que han quedado atrapados los roedores que, inmovilizados, aprisionados por miles de hilos de seda de araña, han convertido el suelo del viejo sótano en un extraño manto de ratas transfiguradas en curiosas momias.



Juan Vellido



Desquite de la araña. Juan Vellido


4 comentarios:

  1. Una gran metáfora de un tránsito por una "infinita tristeza" (Manu Chao) pero en ese oscuro desván veo yo la mano de Aracné, la Diosa

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  2. A Aracné, la Diosa que teje los hilos de las tramas que nos sujetan y sostienen y relacionan...y nos salvan de las ratas, que aunque inocentemente, pretenden destruirnos

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  3. De Esther Martínez

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  4. Ese sótano se revela casi confortable y parece seguro. Me pienso que allí la vida duele menos

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