martes, 18 de noviembre de 2025

DEL MITO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL A LA CHANZA CARNAVALESCA DEL ABSURDO

Bajo el título: Del mito de la IA a la chanza carnavalesca del absurdo, traemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile, siguiendo el eco de anteriores post sobre esta temática.


DEL MITO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL 

A LA CHANZA CARNAVALESCA DEL ABSURDO





Ahora bien, será interesante hacer una exégesis de estos productos coetáneos de ficción del absurdo, sobre todo porque, hubo un tiempo en que la sabiduría, el amor, la solidaridad, la justicia, la verdad… eran valores que en las sociedades (Grecia y la Roma clásicas y cristiana…) tenían una razonable (y siempre benefactora importancia e) influencia, ofreciéndose como una aspiración benévola para la comunidad, aun asumiendo la necesidad de una expresión literaria carnavalesca de denuncia. En la sociedad moderna, sin embargo, y bajo el influjo de determinadas ideologías, hace aparición el sentimiento siempre inquietante del odio, -no es que digamos que este sea original de nuestra época, pero sí que encuentra una valoración extraña e importante-, el odio manifiesto a través de los cauces de la supuesta broma (implacable y lacerante para determinadas personas o grupos sociales), encuentran una recepción asombrosamente numerosa y bien avenida, aun sabiendo que el fanatismo más nefando suele encontrar refugio en el terrible sentimiento del odio que suele enmascararse en esta u otra burla u ocurrencia cruel.

Bien, ¿cómo debe asumir estas características tan humanas de la desfiguración carnavalesca, burlona del absurdo la emulación de la que dicen que es capaz la IA? ¿Puede hacer chistes y crear situaciones absurdas, e investirlas de la gracia y el arte de una buena obra del absurdo? ¿Y el autor, cómo debe tomarse esta invasión tecnológica en ámbitos tan íntimos como la expresión de emociones, sentimientos, o situaciones irracionales que la vida no se cansa de mostrarnos de continuo? A mi juicio no puede tomárselo muy en serio. Al contrario, el momento culminante de la estupidez humana manifiesto en la fe ciega en las nuevas tecnologías como un poder soteriológico y salvífico, puede, digo, que esté llegando a su culmen.

Así las cosas, creo que no debe extrañarnos que de vez en cuando encontremos alguna obra coetánea del absurdo que nos sorprenda profundamente, como ya lo hicieran obras de la modernidad que marcaron no solo una manera singular de hacer literatura sino una forma de entender y pensar el mundo.

Es algo muy interesante y paradójico que la ciencia que sostiene todo el avance tecnológico de la actualidad, hubo de pugnar no sin grandes controversias con las consecuencias deducibles de la física cuántica y la relatividad, para quien la realidad no es sino una suerte de apariencia donde la materia y el mismo universo no eran sino una conexión de formas matemáticas. El mismísimo epistemólogo Mario Bunge hubo de centrar su labor investigadora ante las consecuencias irracionales, fuera del sentir común, que suponía la interpretación filosófica de estas teorías científicas que, de manera evidente, sostienen todos los avances tecnológicos en la actualidad.

¿Cómo va a queda indiferente el escritor de instinto ante estas contradicciones? ¿Cómo no va a inquietarle que un algoritmo pueda construir relatos o novelas siendo un ente que proviene de una paradoja tan flagrantemente irracional?

Seguiremos indagando sobre esta cuestión en próximas entradas de este blog Ancile.










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