Traemos para la sección de pensamiento una serie de trabajos que bajo el título de Mímesis y poesía: de Platón a Aristóteles, sirvieron a quien suscribe estas líneas liminares una serie de apuntes que sirvieron para conferencias varias y publicación en alguna revista, y que acabaron copiladas bajo el título general de Arqueología de un instante. Esta es la primera entrega para el blog Ancile de todo ello.
MÍMESIS Y POESÍA
(DE PLATÓN A ARISTÓTELES) I
Quabrem et res magis philosophica
et melior poesis est quam historia1
Aristóteles: De poetica
(L.25.1461b-11-13)
«SI EN VERDAD SE DISCIERNE modo alguno de
instigar la conciencia de los hombres a la luz de doctrina memorable, sin duda
que escogiese la vertida en estas páginas solemnes cual modelo inigualable.
Para los que ajenos duermen de su ciencia docta, recomendase siempre la
potencia de su sabiduría, pues, lo que vivo y certero en cada uno de sus
párrafos se respira, aún advierte plenitud (a pesar del mucho tiempo
transcurrido) y el mundo de excelencias y bondades que encierra en su infinito
orbe el ámbito no cifrado de la inmarcesible poesía».2
Así
expresaba su asombro y devoción un espíritu inquieto, cuya vida trasegada
todavía ciñe la aureola bulliciosa de la curiosidad nunca del todo bien
alimentada. También les digo que, a pesar de la vehemencia que tantas veces
enardece y arrebata en juventud nuestras conciencias, manifestaba rara
inclinación a pesar de ella nuestro autor (contaba apenas dieciséis años cuando
narraba que leyó con grandes muestras de afección y curiosidad la Poética)
y no menos insólita paciencia para tan tierna edad: aun con todas las
limitaciones deducibles del apremiante y presto desarrollo de cada una de sus
vehementes apreciaciones. El buen talante que demostraba para divagar, sin
embargo, era evidente muestra de su propensión no tanto al rigor de la
reflexión profunda, como a aquel ejercicio regalado siempre de ensoñaciones
fascinantes con las que dar algún crédito de inspiración a su alma de poeta. No
obstante, me parece muy sensato denotar que su excéntrica prudencia expresa
sobre aquellos textos, sobre los que con algún donaire arropa sus juicios,
eran, sobre todo, muestra de amor verdadero hacia la poesía 3.
De
cualquier modo no dejaba de manifestar su curioso estupor hacia la poética,
mas anejo a la extrañeza de que aquella
prodigaba además una visión singular de las artes, de la vida, del mundo, de la
literatura y, acaso por omisión, 4 de la poesía misma.
Aún recuerdo que, aventurero y neófito
arqueólogo de su rara ciencia 5 (creía ver un saber iniciático en
ella) ya hostigaba anaqueles, ya removía documentos, ya revolvía en archivos y
registros jovial, anhelante siempre por beber de aquel manantial de ciencia
poética inagotable. Si el primer contacto fue, además, expoleado por esa
sugestiva y excelente presencia de los habitantes, siempre solemnes, en su
inenarrable y vívido silencio de la colosal y excelsa biblioteca de aquella mi
recién estrenada e ingenua adolescencia, 6puedo decir, sin miedo a
exagerar, que nací en esos días al mundo del misterio que conmueve tras los
versos la verdadera poesía. Allí comenzaron modestamente las pesquisas que
ahora muestro y que, con todas sus seguras carencias, toman ahora cuerpo y
espíritu diverso, mas, con el mismo cándido entusiasmo de entonces se os
ofrecen, todo entrega inocente y reflexionar ingenuo en el ámbito siempre
indemne de la poesía.
Todavía
afecto por tan grata reminiscencia se observará el estilo desmañado en el
discurso, contagiado aún de tan púber alborozo, pero no pretende remontar ahora
el vuelo para ser aquilatado parlamento que, en realidad, quiere cortejar
fielmente con sus juicios varios lo que los ecos fascinantes de la Poética de
Aristóteles supuso para tan delicada conciencia, donde, no obstante, se expone
una concepción (que todavía mantiene) independiente y autónoma, si es que en
verdad puede ser posible en el ámbito de la poesía. No se perderán de vista
planteamientos diversos al respecto, sino que, al contrario, se tendrán muy en
cuenta los juicios (y prejuicios) de Platón, sobre todo los dependientes de los
diálogos del Fedro,7 el Ión 8 y la República 9,
mas no por observar en ellos modo alguno de litigio (que lo hay) con la idea
aristotélica de mímesis, sino porque acaso veamos en las conformidades, así
como en contrastadas divergencias, los elementos afines a nuestros propósitos
teóricos. No obstante, debo reconocer la impronta en estas líneas
apresuradas
de la intensa pasión de aquellos años de júbilo iniciático en el mundo del
fenómeno poético, entreviéndose los ecos arrobados del poeta que no sabe sino
que, de su ciencia inopinada, surte la fuerza inteligible, sublime y a la vez
enigmática que responde a una exigencia vital cual es la de ser en la poesía.
Que
armoniza la poética aristotélica con la metafísica y ética de su propia
filosofía y sistemática de pensamiento, es algo que a todas luces nos resulta
indiscutible por explícito y evidente, no obstante de rastrear aquellas fuentes
que consideramos antecedentes claros a dicha poética: reconocibles desde las
denominadas como obras esotéricas; 10 así se alude al Crylo,
o, Sobre los poetas, 11 los cuales vierten en la poética los
suficientes elementos tópicos confesados e identificables en la poética que
vendrían a imprimir, posteriormente en el Arte retórica(12),
carácter singular; mas al margen de otros conjeturados precedentes que
mostraban afinidad con el concepto y tratamiento para la tragedia recogidos en
los fragmentos de las Didascaliae.(13)
Así
pues, quisiéramos ofrecer, aunque bajo la no siempre imparcial óptica de aquel
que vive en poesía, una semblanza de la mímesis poética, más centrada esta
y asentada en las concepciones por otra parte indispensables de la misma, quiero
decir de Platón y de Aristóteles. Mas todo esto con una dificultad añadida: no
entrar en la compleja máquina disertativa (acaso necesaria) sobre la concepción
y clasificación genérica y que, como decía, puede resultar de importancia vital
para abarcar con alguna garantía de éxito un acercamiento medianamente
aproximado a las pretensiones de nuestro modesto discurso. Así pues, desde
nuestro inseguro (por limitado) alcance y perspectiva, centraremos nuestra
atención sobre la poesía (lírica), mas observando nuestra vacilante conferencia
tanto la naturaleza como el carácter de la imitación en los juicios que
atañen de manera general a la Literatura, y que conciernen de forma singular a
la poesía.
Obsérvese
que, en este punto, partimos de un distingo a nuestro entender, esencial: la
distinción entre literatura y poesía, motivo este de no menores y difíciles
controversias. Pero consideramos este arranque del todo fundamental, dejando
para mejor momento todos los encuentros y desencuentros, concordancias y
desavenencias al respecto para ocasión más propicia.
Francisco
Acuyo
1 Por
eso también la poesía es más filosófica que la historia.
2
Francisco Acuyo. texto inédito
3
Recuerdo que ignoraba totalmente que Aristóteles no había dedicado (o al menos
no había noticia de haberse encontrado) ningún escrito sobre la lírica.
4
Hoy día sigue pareciéndome el hecho de su omisión (o pérdida) un acontecimiento
(¿ extraño?) o cuando menos lamentable.
5
El texto que manejaba y ahora manejo es: Aristóteles: Ars Poética,
Gredos, Edición de Valentín García Yebra, Madrid, 1974.
6
Me refiero a la biblioteca de Carlos Villarreal, la cual contaba, por aquel
entonces, entre unos quince a veinte mil volúmenes aproximadamente, y en la
cual tuve la fortuna de poder sumergirme gozosamente de forma habitual (aunque
tantas veces desordenada) para regocijo de mi curiosidad científica y amor a la
poesía .
7
Platón: Fedro, Gredos, Madrid, 2000.
8
Platón: Ión, Gredos, Madrid, 2000.
9
Platón: República. Gredos. Madrid 2000.
10
Valentín García Yebra. Prólogo a la Ars Poética de Aristóteles,
ob.cit. nota 5
11
Samaranch, F.P.: Aristóteles: Poética, Aguilar, Madrid, 1979.
12
Aristóteles: Arte Retórica, Gredos, Madrid, 2000.
13
Aristóteles: Poética, Aguilar, Madrid, 1979.
14
Autores Varios: Enciclopedia de la Filosofía: Ediciones
B. Barcelona 1992.
15
Ibidem.
16
Platón: El sofista, Obras Completa, Aguilar, Madrid, 1977.
17
Platón: Timeo, Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1977.
18
Aristóteles: Metafísica, Gredos, Madrid, 2000.
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